Durante el último fin de semana las autoridades militares estadounidenses reportaron el derribo de una serie de objetos voladores no identificados sobre su territorio y el de su vecino, Canadá.
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De acuerdo a la subsecretaria de Defensa y de asuntos Hemisféricos de EE.UU., Melissa Dalton, los artefactos fueron detectados el viernes sobre las aguas de Alaska, el sábado en Yukón, Canadá; y el domingo sobre el lago Hurón, en Michigan.
En los tres casos los objetos fueron derribados por aviones de combate F-22 estadounidenses en coordinación con el gobierno canadiense.
Todos estos reportes, además, se producen pocos días después de que Estados Unidos afirmara que había derribado un globo espía chino luego de que este traspasara su espacio aéreo.
Una nueva escalada
Desde Beijing han negado esta versión, asegurando que el artefacto derribado el 4 de febrero era un globo meteorológico que se había desviado. Pese a que los gobiernos norteamericanos no han precisado el origen de los últimos tres objetos derribados, estos hechos han alimentado la ya inocultable tensión con el gigante asiático.
En China, esta seguidilla de eventos se ha tomado mas bien como una exageración de Washington en busca de “satisfacer el apetito de algunas personas por la gran amenaza china y elogió a la administración de Biden por ser más sobria esta vez”, según el último editorial del diario Global Times.
En dicha publicación, el periódico incluye dos caricaturas con las que refuerza su opinión sobre la “exageración” estadounidense ante las detecciones.
“Esa es la especulación china. Esto va de la mano con informes recientes que apuntan a que Estados Unidos atentó contra el gasoducto Nordstream II, en el marco de la guerra en Ucrania. Con eso se han alimentado las sospechas sobre la aparición de estos globos a pocos días de la visita de Antony Blinken. A mí me genera muchas dudas la situación, pero es muy arriesgado especular sobre la efectividad de un globo espía, y mucho menos afirmaría que esto ha sido orquestado por Estados Unidos, cosas así se deben comprobar”, comenta a El Comercio el internacionalista Oscar Vidarte.
El gobierno de Washington, sin embargo, no desiste en sus preocupaciones sobre la amenaza que representarían estos objetos. Clara muestra de ello es que el hecho fue mencionado por el presidente Joe Biden durante su último mensaje del Estado de la Unión.
“Como dejamos claro la semana pasada, si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger nuestro país. Y lo hicimos”, señaló el mandatario.
“No olvidemos también que la élite política de EE.UU. tiene una visión bastante crítica sobre China, por parte de ambos partidos, y ello es bien recibido por la opinión pública. Se ha creado en el Congreso y la Secretaria de Estado grupos específicamente sobre China. Ellos consideran a China el único país con la intención con la capacidad de desafiar a Estados Unidos”, apunta a este Diario el analista especializado en Asia Carlos Aquino.
China, por su parte, denunció este lunes 13 que globos de gran altitud estadounidenses habían sobrevolado su espacio aéreo sin permiso más de 10 veces desde principios del 2022.
“Desde el año pasado, los globos de gran altitud de Estados Unidos han realizado más de 10 vuelos ilegales en el espacio aéreo chino sin la aprobación de los departamentos chinos competentes”, señaló el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, durante una rueda de prensa.
La Casa Blanca respondió a este señalamiento con un comunicado emitido poco después de las declaraciones de Wenbin. “Cualquier afirmación de que el gobierno de Estados Unidos opera globos de vigilancia sobre la República Popular China es falsa”, señaló la nota.
Consecuencias y peligros
En cuanto a las consecuencias, la primera y hasta el momento más grave ha sido la suspensión de la visita oficial que tenía previsto realizar el secretario de Estado, Antony Blinken, al presidente chino Xi Jinping. La reunión entre ambos buscaba limar asperezas que se venían generando entre Washington y Beijing desde hace años, inicialmente con la denominada guerra comercial emprendida durante la administración de Donald Trump y alimentada por la visita de la expresidenta de la Cámara Baja de EE.UU., Nancy Pelosi, a Taiwán.
“Es una pena que la visita de Blinken se haya visto frustrada por esto. Esperemos que quede solo como una guerra de palabras, por el bien del mundo entero”, comenta Aquino.
Para el especialista, la reacción estadounidense responde a la preocupación de que China no consiga avanzar aún más en otros campos que aún domina. “Un claro ejemplo es el de los chips, Estados Unidos no permitirá que China siga avanzando hacia el cierre de esa brecha. Por eso en octubre prohibió la venta total de chips avanzados chinos, especialmente para uso militar, además de la participación de ciudadanos en compañías chinas de ese tipo. El enfrentamiento es total. Pero veamos que no solo es de EE.UU. sino que también sus aliados. Yo diría que este evento es parte de la competencia entre ambos países”, resalta.
En ese sentido, Aquino explica la importancia de que los canales de diálogo se mantengan abiertos entre ambos países para evitar que la tensión conlleve a un conflicto armado. “Esto probablemente dure un par de meses, pero el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, ya ha dicho que irá a Taiwán. Entonces, eso llevará a una reacción china y si no hay canales de diálogo un error podría derivar en un conflicto mayor, como una guerra. Yo no creo que escale a ese punto pero siempre existe el riesgo, aunque a ninguno de los dos les convenga”, apunta.
Según el experto, China no estaría interesada en una guerra por una razón práctica: se encuentra en medio de una reactivación económica para paliar los efectos de la pandemia y de su rígida política de COVID cero que lo llevó a aislarse del mundo por varios meses. Estados Unidos, por su parte, ya tiene abierto el frente ruso debido al vigente conflicto en Ucrania, por lo que no sería conveniente abrir un nuevo frente en paralelo y menos en Asia.
“A pesar de lo que sucede en Ucrania, es evidente que para Washington la mayor amenaza global es China. Muchos creían que era una cuestión de Trump, pero esta competencia comenzó con Barack Obama, Trump lo llevó a otro nivel y Biden mantiene las principales restricciones a Beijing”, comenta Vidarte.
El internacionalista ve como la mayor consecuencia de esta escalada no solo la frustrada reunión de Blinken y Xi, sino cómo el diálogo entre ambos países se ha visto condenado a comenzar de cero nuevamente. “Preveo mucha tensión para los próximos meses entre ambos países. Creo que continuaremos con una dinámica bastante confrontacional desde los discursos, pero no creo que Biden vaya a hacer lo mismo que Trump. No lo veo entrando en una carrera comercial contra China, eso sería nefasto para Estados Unidos. Considero que será más cauto”, apunta Vidarte.
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