Es muy probable que millones de niños en el mundo aprendan hoy a usar un celular antes de saber leer e incluso caminar. Y en un momento en que el desarrollo tecnológico avanza vertiginosamente son ellos los que, claramente, llevan la ventaja. Sin embargo, cada vez más países, sobre todo en Europa, se muestran preocupados por el entorno digital e hiperconectado en que los menores están creciendo y en cómo afecta cada aspecto de sus vidas, entre ellos la educación.
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El uso de celulares en los colegios ha vuelto a la palestra. El retorno a las aulas en Francia esta semana dio inicio a un experimento que prohíbe a los alumnos de hasta 15 años de casi 200 escuelas secundarias usar teléfonos móviles en las aulas y patios como parte de una pausa digital impulsada por el Ministerio de Educación para mejorar la concentración y combatir problemas derivados como el acoso cibernético. Si tiene éxito, la restricción se ampliará a todo el país en el 2025.
Francia es una de las naciones que han sido más estrictas sobre el tema. El teléfono móvil está prohibido por ley en la enseñanza primaria y secundaria del país galo durante el horario escolar desde el 2018. La norma les permitía conservarlos, a diferencia del nuevo programa piloto en el que los niños llegan a la escuela y guardan sus teléfonos en maletines durante toda la jornada escolar.
📵 On arrive au collège, on dépose son téléphone : c’est la nouvelle règle de cette rentrée. Et elle est expérimentée dans plus de 200 établissements.
— Nicole Belloubet (@NBelloubet) September 3, 2024
Nous instaurons une véritable pause numérique, pour le bien-être des élèves. C’est aussi ça le rôle de l’École ! pic.twitter.com/Oc1EgOcI7W
“Cuando llegues al colegio, deja el celular (...) Estamos introduciendo una auténtica pausa digital por el bienestar de nuestros alumnos. En eso consiste la escuela”.
Nicole Belloubet, ministra de Educación de Francia
Suecia es otro país que aboga por una prohibición contundente. El gobierno ha presentado una iniciativa al Parlamento para que no haya celulares inteligentes en la escuela primaria.
“Durante demasiado tiempo se ha permitido que los teléfonos inteligentes y otras pantallas ingresen a todos los aspectos de la vida de nuestros niños”.
Jakob Forssmed, ministro de Salud Pública de Suecia
- 13% de los países cuenta con leyes para prohibir el uso de dispositivos en las instituciones educativas, mientras que el 14% cuenta con políticas para tal fin, señala la Unesco.
- 20 minutos lleva a los alumnos volver a enfocarse en el contenido de estudio luego de distraerse con actividades no académicas.
En Portugal, Países Bajos y Reino Unido también debaten medidas similares, aunque menos estrictas. Alemania deja a criterio de las escuelas este tipo de decisión. Algo similar ocurre en Italia, aunque cada vez más autoridades locales abogan por mayor firmeza en la prohibición.
En EE.UU., al menos ocho estados han tomado medidas este año para reducir el uso del móvil por los alumnos durante el curso escolar, señala el diario “The New York Times”.
¿Efectos negativos?
Muchos de estos esfuerzos se intensificaron luego de que la Unesco publicara en el 2023 un informe que señalaba que el uso de celulares puede perturbar el aprendizaje en el aula. Si bien el reporte insta a acelerar las conexiones a Internet en las escuelas, también advierte que la tecnología en la educación debe implementarse con responsabilidad y de forma que nunca reemplace la instrucción presencial dirigida por los docentes y apoye el objetivo de una educación de calidad para todos.
Este tipo de estudios han sido constantes en los países europeos que han tomado más medidas. En Francia, una comisión creada por el presidente, Emmanuel Macron, alertó del efecto perjudicial de la sobreexposición de los niños a las pantallas en su salud y su desarrollo.
Julio César Mateus, docente e investigador de la Universidad de Lima y experto en educomunicación, destaca que el abordaje hacia las tecnologías desde la educación debe ser desde una mirada cultural. “Las tecnologías no son cosas externas ni ajenas, ni dispositivos que no tengan relación con la vida diaria, sino todo lo contrario. Si la tecnología es parte de la vida diaria, entonces la decisión de prohibir debe tener una base científica, una evidencia y una propuesta detrás, como sería el caso de Francia y de aquellos otros países que están intentando probar sus estrategias”, dice a El Comercio.
Aunque el mal uso de la tecnología puede tener un impacto negativo en la salud física, mental, sexual y social y en el aprendizaje de los niños, prohibirles de forma indiscriminada el celular no resolverá el problema, ha advertido la Asociación Española de Pediatría (AEP).
“Los estudios científicos no han demostrado, por ahora, que las prohibiciones indiscriminadas en el uso de dispositivos móviles supongan un beneficio para la salud de los menores”, afirmó la AEP a la agencia Efe.
En lugar de una restricción total, aboga por normativas que exijan que las aplicaciones dirigidas a niños sigan recomendaciones sobre contenidos apropiados para cada edad, que los menores no excedan el tiempo aconsejable frente a una pantalla y que se respete la limitación en el uso de las redes sociales según cada etapa de la niñez.
Añade Mateus que no hay verdades absolutas en este debate y, más bien, considera que las tecnologías no deben verse como auxiliares de aprendizaje o elementos distractores, sino que deben ser parte de la formación crítica de las personas para el ejercicio de nuestra ciudadanía.
En nuestro país
En Latinoamérica también hay una creciente discusión sobre el papel de los celulares en los colegios. Brasil ha puesto varias restricciones y en el Perú la Comisión de Educación, Juventud y Deporte del Congreso aprobó en julio un proyecto de ley (5532/2022- CR)que propone prohibir el uso de celulares en todas las instituciones de educación básica regular, públicas y privadas, durante el horario de clases.
Al evaluar las propuestas más cercanas, Mateus señala que cualquier decisión tiene que estar fundamentada en la investigación. También es clave que se tome en cuenta la evidencia internacional, pero siempre matizando el nivel de conectividad que hay en el Perú, donde todavía hay serias brechas de acceso a la tecnología.
Apunta que una política sobre ese tema en el Perú tendría que estar más contextualizada porque no todas nuestras regiones tienen los mismos problemas.
“Dudo de aquellos proyectos de ley o aquellas propuestas populistas que crean que con la sola prohibición se va a evitar un problema, porque los estudiantes saben muy bien sacarle la vuelta a ese tipo de prohibiciones que además no son reales”, concluye.
LEÓN TRAHTEMBERG
Educador y líder pedagógico del Áleph School
Muchos colegios han adoptado políticas que prohíben el uso de celulares durante las clases. En Estados Unidos, Francia y el Perú –entre otros países– se ha legislado esa restricción. Los estudiantes deben entregar sus teléfonos al comenzar la jornada, pero ¿qué sucede con aquellos alumnos que traen más de uno o que usan otros dispositivos para conectarse a Internet de forma discreta? Pienso en los relojes inteligentes, las laptops con acceso a Internet, las gafas con conexión, que son herramientas cada vez más populares que pueden escapar fácilmente a la vigilancia tradicional.
En este escenario, el enfoque en la prohibición parece perder de vista la cuestión de fondo: la falta de interés de los alumnos en lo que ocurre en el aula.
Los alumnos de hoy necesitan algo más que el formato tradicional de enseñanza. En lugar de restringir el uso de tecnología en los salones de clase, ¿por qué no integrarla de forma significativa en el proceso educativo? Los dispositivos conectados pueden ser aliados poderosos en la educación si se emplean para realizar actividades interactivas que capten la atención de los estudiantes. Encuestas en tiempo real, juegos educativos o proyectos colaborativos en línea son solo algunas de las formas en las que se podría hacer que el aula se constituya en un espacio dinámico y atractivo para los estudiantes.
No se trata solo de prohibir el uso de celulares, sino de ayudar a los jóvenes a comprender cuándo y cómo la tecnología puede ser una distracción, y cuándo puede ser una herramienta útil. Involucrarlos en la creación de normas y políticas sobre el uso de dispositivos puede generar un sentido de responsabilidad compartida, en lugar de imponer reglas desde arriba.