— ¿Cuál es su principal objetivo si logra presidir la OEA? ¿Es consciente de que hoy es un organismo con un serio problema de legitimidad?
Nuestra propuesta es que la Organización de Estados Americanos (OEA) vuelva a tener el rol preponderante que le corresponde, apoyado en los principios que la crearon y que constituyen su más firme legado para la región. La modernización de la OEA es fundamental para que vuelva a tener el prestigio y la reputación, fomentando un diálogo abierto, transparente, entre todos los miembros de la organización. Creemos que la OEA tiene un rol fundamental, basado en los cuatro pilares que señalamos desde nuestra propuesta: fortalecimiento de la democracia, el trabajo en materia de seguridad, en los temas de derechos humanos y, fundamentalmente en el desarrollo, que es uno de los ítems claves que se va a trabajar de acuerdo con la realidad de cada uno de los países de nuestra región. Comprendemos que cada país tiene sus particularidades y vamos a desarrollar una agenda específica para cada uno de los países, y concreta para toda la región y todo el hemisferio. La OEA tiene que volver a representar a toda América, al hemisferio, eso le va a otorgar la legitimidad que le corresponde.
— El actual secretario, Luis Almagro, excanciller del Uruguay, ha tenido una administración muy cuestionada por el cariz político y distante de los países que le imprimió a su gestión. También se cuestiona la transparencia de su ejercicio. ¿Cuál es su balance?
La OEA es lo más importante, más allá de las personas. Nuestra propuesta como candidato está orientada a otorgar la mayor transparencia a la administración que permita llevar adelante los programas priorizados por los países miembros. Creemos en el consenso que nos permita construir a través de un diálogo directo con los jefes de Estado, con los ministros de Relaciones Exteriores y con los representantes ante la organización en Washington.
— En el actual contexto político Internacional, ¿la OEA ha perdido peso institucional por la cuestionada gestión de Almagro?
La OEA tiene aspectos positivos y hay que preservar lo que está bien. Al mismo tiempo, cuando nos referimos a la modernización de la organización, estamos hablando de hacerla ágil y mucho más eficiente. No se puede continuar trabajando con una estructura construida en el siglo XIX que es incapaz de responder a las necesidades del siglo XXI. El mundo ha cambiado y las necesidades son diferentes, debemos entender esta situación. Sin perder los aspectos fundacionales debemos llevar a la OEA al siglo XXI para responder adecuadamente a las crecientes tensiones no solo en la región, sino también en el mundo. Por otra parte, ante la polarización que existe entre los países miembros, el diálogo es el mejor antídoto para encontrar la forma de superar las diferencias que no construyen nada. Tenemos que dar a la organización la importancia que se merece, no por lo que es la organización, sino por el trabajo que tiene que desplegar a partir de la priorización que encontremos como común denominador todos los estados miembros. En ese aspecto, la comunicación entre los países, el fomento de un diálogo, serán claves para ir priorizando nuestra tarea y la gestión de la organización. Hoy vemos un alejamiento de los propios ministros de Relaciones Exteriores de la agenda de la OEA. Encontramos superposición de mandatos y la falta de oportunidad para poder encontrar ese diálogo que nos permita enfocar nuevamente la organización y recuperar el papel que debe tener en la región y el mundo.
— Alberto Ramdin compite con usted. Él ya fue secretario general adjunto de la OEA y en su gestión tuvo denuncias de acoso. Dice tener el apoyo de los países del Caribe, que suman 14 votos y necesitan 18 votos para ser elegido. ¿Puede un hombre con esas denuncias presidir la OEA?
La OEA necesariamente tiene que superar la declamación y pasar a la acción que va a ser el resultado del diálogo y del consenso de todos los países miembros. Un secretario general que tenga las condiciones de construir consensos y la oportunidad de converger en un diálogo que represente la voluntad de todos los estados miembros es esencial para una organización que pretenda y tenga por objetivo ser cada vez más sólida y respetada.
— Fidel Castro solía decir que la OEA es el ministerio de las colonias controladas por EE.UU. López Obrador incluso ha dicho que es un organismo lacayo y que debe desaparecer. ¿Qué le dice a la izquierda que critica tanto?
Paraguay lleva adelante una propuesta que sea resultante de la voluntad política de los países. Más allá de los candidatos que existen hoy, lo importante es que la organización tenga el fortalecimiento de un consenso, no podemos poner a competir regiones unas contra otras, ese no es el enfoque que nosotros pretendemos para la organización. Nuestra oferta electoral para la Secretaría General se construye sobre la base sólida de un entendimiento que en la medida que consiga el consenso va a ser beneficiosa para la OEA.
— ¿Qué hará con la polarización?
La polarización constituye uno de los desafíos principales de la integración hemisférica, y en ese contexto, bajo la administración que planteamos como secretario general de la OEA, el consenso será la voz de esta organización. Queremos una OEA fuerte, capaz, que sea escuchada en todos los foros y que sea una herramienta para los países que la conforman.
— ¿Se debería repensar la conformación de la OEA? EE.UU. no pertenece ni piensa pertenecer y la comisión tiene sede en Washington...
La OEA es una institución hemisférica, de la cual EE.UU. es parte. Como decía al principio, tenemos que pasar de aquella institución diseñada en el siglo XIX para los problemas de ese tiempo a una instancia moderna del siglo XXI, y en ese contexto los mecanismos de diálogo entre todas las partes es fundamental. La OEA tiene que ser la representación de todo el hemisferio a nivel de construcción del diálogo político, del diálogo económico, del diálogo de la libertad, de la democracia y de los derechos humanos. De manera que nuestro mayor compromiso va a estar orientado en darle a la organización toda la entidad para que esta realmente resuelva los problemas que enfrentan, superando la simple declamación y llegado a la acción que genera resultados.
— ¿La OEA no tiene un serio problema de legitimidad? Mire lo que ha pasado en torno al caso de Venezuela. Maduro no hace caso de los llamados a respetar las elecciones.
El desafío de la OEA no es la legitimidad, el desafío es la forma en que se debe trabajar para lograr consensos que nos permitan pasar, como decía antes, de la declamación a la acción. Los retos ante la polarización son importantes. El desafío principal es la manera en que fortalecemos la democracia en nuestro hemisferio, para atender particularmente las necesidades de cada uno de los países y las situaciones que se plantean en la región con las autocracias que se están desarrollando últimamente.
— Unasur, Celac, el Pacto Andino, Mercosur evidencian la desintegración. ¿Existe una política en la región donde los sectores de izquierda queriendo debilitar a la OEA y potenciar Celac, que es afín a los gobiernos de izquierda?
Yo creo que los mecanismos de integración se van desarrollando en la medida en que los distintos gobiernos tienen objetivos divergentes. Justamente la inflación de nuevas organizaciones, nuevas iniciativas que buscan la integración, excluyente en algunos casos, es por la falta de acción de la OEA. Por ello, apuntamos y proponemos la modernización de la OEA que atienda las dificultades, bajo la conducta de un diálogo franco, abierto, permanente, consistente, entre todos los miembros para llegar a soluciones reales a la problemática hemisférica sin generar exclusiones entre sus miembros.
“Tenemos que resolver las fracturas que existen entre los países miembros”
— ¿Cuál es el rol de la OEA? ¿Usted cree que si dejara de existir los países sufrirían alguna alteración?
La OEA es la única institución que tiene un mandato claro de todos los países de nuestro hemisferio. La defensa de la democracia, los derechos humanos, la seguridad hemisférica y el desarrollo sostenible. Y en ese contexto perderíamos, si es que así se resolviera, una de las principales herramientas de la integración hemisférica. Por eso apuntamos a que la OEA vuelva a tener el vigor, la fortaleza y la solvencia para ser una herramienta para el desarrollo, para los derechos humanos, para la democracia y para la seguridad hemisférica. La OEA lleva 54 años de historia de un acervo institucional excepcional que ha sabido defender la democracia en la región y, por lo tanto, reconociendo las debilidades que hoy enfrenta la organización, tenemos que apuntar justamente a resolver esas debilidades, resolver las fracturas que existen entre los países miembros y alcanzar de nuevo la fortaleza institucional que le permita constituirse en una verdadera herramienta de integración hemisférica.
— Tengo entendido que a finales de octubre aprobaron un presupuesto reducido y modificado para debilitar a la OEA y poder controlar al futuro secretario general. ¿Cómo podría sobrevivir usted si es contrario a la ideología de izquierda que busca seguir reinando?
Para toda organización el presupuesto es un elemento importante en la variable del funcionamiento y en el alcance de los objetivos que se plantean. He dialogado con la mayoría de los cancilleres sobre lo acontecido y ellos han coincidido en que una nueva discusión presupuestaria tiene que realizarse para alcanzar un presupuesto equilibrado, razonable y sobre todo funcional a los objetivos que perseguimos. Nuestra propuesta, de ser aprobada, tiene que ir en ese sentido. Toda arquitectura tiene que estar sustentada sobre un presupuesto que le permita a la organización responder adecuadamente a las necesidades que tienen los países. Mandatos sin recursos conducirán a la organización nuevamente al fracaso y al debilitamiento. Eso no queremos para la OEA. Hay que encontrar un consenso sobre los objetivos que vamos a perseguir como organización representativa de los países y, por otra parte, con qué recursos vamos a contar para alcanzarlos.
— ¿Le resulta sospechoso que en las últimas semanas, con el respaldo de Bolivia, Ramdin haya tratado, sin éxito, de dar un golpe y adelantar las elecciones de marzo a febrero?
Es comprensible que haya ansiedad y que en ese contexto la posibilidad de adelantar las elecciones para el secretario general, así como la separación de la elección del secretario general adjunto, sean planteadas, pero son aspectos que se constituyen en irrelevantes. Lo principal es que tenemos que asegurarnos que todos los países puedan participar. Todos deben tener la posibilidad de hacer escuchar su voz.
— ¿Qué ha pasado con la Corte Interamericana de Justicia? ¿No se ha politizado a tal extremo que hoy algunos políticos –como en el Perú– piensan incluso en retirarse?
Al igual que la Organización de Estados Americanos y como parte de esta, la Corte Interamericana tiene que modernizarse. Durante la Asamblea General celebrada en Asunción justamente se eligieron nuevos jueces para este organismo, que durante el proceso de selección presentaron propuestas que conduzcan a ese cambio de la Corte. Creemos que se están dando los primeros pasos en ese sentido de manera que la Corte se constituya en una institución creíble para todos los países.