Muchos años antes de la muerte de Osama Bin Laden, la primera gran venganza de Estados Unidos por los atentados del 11 de septiembre del 2001 fue sacar a los talibanes del poder en Afganistán, país que daba cobijo al jefe de la red Al Qaeda y el entonces terrorista más buscado del mundo. La gran paradoja al cumplirse 20 años del 11S es que coincide por la retirada de las tropas norteamericanas del país asiático y con el espectacular retorno del Talibán al poder, casi sin disparar porque las fuerzas afganas renunciaron a combatir.
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La historia bélica en el empobrecido Afganistán se inicia tras los atentados del 11 de septiembre. Cuando cayeron las Torres Gemelas, todas las miradas se dirigieron a ese país, que era refugio de Osama Bin Laden y desde donde había proferido innumerables amenazas contra Estados Unidos.
El 18 de septiembre, el presidente George W. Bush declara la guerra al terrorismo y empezó a preparar una operación terrestre y aérea a gran escala en Afganistán.
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El 7 de octubre, Estados Unidos declara la guerra a los talibanes e inicia la Operación Libertad Duradera. El ejército norteamericano y sus aliados británicos comienzan a bombardear Afganistán.
En el terreno, la Alianza del Norte, que llevaba años enfrentándose a los talibanes y pidiendo apoyo a Occidente para ese propósito, se pone a la vanguardia de la operación.
A estos aliados se van uniendo posteriormente Canadá, Alemania, Australia, Francia y otros países occidentales.
El 14 de octubre, los talibanes proponen discutir la entrega de Bin Laden a un tercer país para ser juzgado si Estados Unidos proporciona pruebas de su participación en el 11S. Washington rechaza la oferta.
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Para el 19 de octubre, Estados Unidos informa que sus fuerzas registraron un recinto utilizado por el líder talibán mulá Omar. Esa noticia confirma que los norteamericanos ya forman parte de las operaciones terrestres.
El 5 de noviembre, Estados Unidos informa que ha duplicado el número de sus tropas en el terreno.
Las fuerzas de los talibanes se desmoronan con rapidez. Su primera gran pérdida fue la provincia de Mazar-e-Sharif.
El 13 de noviembre cae Kabul, la capital de Afganistán.
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Los talibanes solo resisten en Kandahar, su último bastión, que finalmente cae el 7 de diciembre.
Los talibanes habían tomado Kabul en 1996 e instaurado un gobierno que se regía por la línea dura del Islam y aplicaban la sharía. El rasgo característico de ese régimen fue el sometimiento de las mujeres a una vida de miseria.
Pero los 5 años que llevaban en el poder se habían esfumado en solo dos meses de operación de Estados Unidos y sus aliados. Sin embargo, no fue el fin de la guerra; al contario, era el inicio de lo que con el paso de los años sería el conflicto bélico más largo en la historia del país norteamericano, que se selló con una retirada humillante.
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Pero antes de ese desenlace, había que cumplir con el primer objetivo de la Operación Libertad Duradera: cazar a Bin Laden.
Finalmente, el 1 de mayo del 2011, se consuma la venganza. Fuerzas especiales de Estados Unidos matan Osama Bin Laden en una casa de Abbottabad, en la vecina Pakistán, a 120 kilómetros de Islamabad. El cabecilla de Al Qaeda no estaba en las inexpugnables montañas de las zonas tribales de Pakistán, como se informaba de manera regular.
A pesar del objetivo cumplido, Estados Unidos no se retira definitivamente de Afganistán, solo empieza a enumerar enumera planes de repliegue y saca a cuentagotas a sus tropas.
Los números de la guerra
Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, hay 980.000 veteranos de la guerra de Afganistán. De estos hombres y mujeres, 507.000 sirvieron tanto en Afganistán como en Irak.
En total, 2.455 militares estadounidenses murieron en la guerra de Afganistán. Las últimas 13 víctimas mortales se registraron en el ataque del ISIS-K al aeropuerto de Kabul del 26 de agosto del 2021.
Un total de 20.722 miembros del ejército estadounidense resultaron heridos durante los 20 años de guerra.
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En cuanto a las víctimas civiles, más 46.000 personas fueron asesinadas en Afganistán por todos los bandos en el conflicto. Fueron muertes directas por bombas, balas, explosione, etc. Otros miles han resultado heridos, según la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán.
Este número de víctimas civiles incluye a los pakistaníes que murieron en los más de 400 ataques estadounidenses con aviones no tripulados que se registraron desde el 2004 para tratar de matar a los líderes talibanes, pues tras la invasión tanto Bin Laden como sus más cercanos colaboradores hallaron refugio en las inexpugnables zonas tribales de Pakistán.
Para finales del 2020, más de 2,2 millones de afganos desplazados por la guerra vivían en Irán y Pakistán.
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Sobre el costo de la guerra, el Congreso de Estados Unidos asignó más de 1 billón de dólares al Departamento de Defensa para las operaciones. Pero no es el único presupuesto. Si se incluyen otras partidas la cifra supera los 2,3 billones de dólares.
Ese presupuesto incluye la formación de un ejército afgano que estuviera preparado para luchar tanto contra la insurgencia talibán como a los terroristas de Al Qaeda y el ISIS-K una vez que las tropas de Estados Unidos se fueran del país.
Además de entrenamiento, a las fuerzas de Afganistán se les dotó de armamento. Pero nada de ello sirvió pues, como dijo el propio presidente Joe Biden cuando se ratificó en que la fecha de la retirada sería el 31 de agosto del 2021, el ejército afgano nunca tuvo la voluntad de luchar por su país.
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Pero esos no han sido los únicos gastos económicos de Estados Unidos. Los costes por discapacidad y atención médica de los veteranos de guerra posteriores al 11-S ascienden a 465.000 millones de dólares. Ahora que finalizó la guerra, EE.UU. deberá seguir destinando dinero para toda la atención médica del futuro y de discapacidad de los veteranos. Según Linda Bilmes, académica de la Universidad de Harvard, es probable que se añada hasta 2 billones de dólares al coste global de la atención médica a los veteranos de las guerras de Irak y Afganistán de aquí al 2050.
La retirada humillante
Estados Unidos empieza a sellar su retirada de Afganistán en el 2020, durante el gobierno de Donald Trump.
El 29 de febrero de ese año, Estados Unidos y los talibanes firmaron en Doha, Qatar, el acuerdo que fijó un calendario para la retirada definitiva de los norteamericanos y sus aliados tras casi 20 años de conflicto.
El acuerdo, bautizado como Camino a la Paz, incluye la garantía por parte de los talibanes de que el país no será utilizado para actividades terroristas.
Pero ese acuerdo no sella un alto el fuego. Así, en los días posteriores a la firma, combatientes talibanes llevan a cabo decenas de ataques contra las fuerzas de seguridad afganas. Estados Unidos responde con un ataque aéreo contra los talibanes en la provincia de Helmand.
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Ya durante el gobierno de Joe Biden, en el 2021, el demócrata anuncia la retirada total de las tropas de su país en Afganistán antes del 20 aniversario de los atentados del 11 de septiembre. “Es hora de terminar la guerra más larga de América”, dijo el presidente de Estados Unidos.
Con el anuncio de la retirada definitiva de Estados Unidos, los talibanes lanzan su mayor ofensiva contra las fuerzas afganas en la provincia de Helmand y otras seis regiones. Rápidamente pueblos y distritos empiezan a caer en sus manos.
A finales de junio, los talibanes ya dominan más de 50 distritos. Mientras tanto, sigue el repliegue de las tropas de Estados Unidos.
Para finales de julio, los talibanes ya controlan más de la mitad del territorio afgano.
El domingo 15 de agosto, finalmente los talibanes entran a Kabul. El presidente Ashraf Ghani huye del país. El ejército no combate a los insurgentes, que declaran su victoria y el fin de la guerra.
A Estados Unidos solo le quedaban 16 días de presencia en Afganistán. Finalmente, a última hora del 30 de agosto partió el último avión norteamericano.
Un día antes, el 29 de agosto, llegaban a Estados Unidos los féretros de las últimas víctimas de la guerra: los 13 soldados asesinados en el atentado del ISIS-K en el aeropuerto de Kabul del 26 de agosto. Terminaba así la guerra de 20 años. Quedaban en Afganistán los talibanes en el poder, Al Qaeda debilitada y el fortalecido ISIS-K como la nueva amenaza.
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