México y Estados Unidos no son solo países vecinos. Hay vínculos históricos, culturales, comerciales y económicos que comparten ambos países norteamericanos que configuran una relación cercana, pero compleja. Y el contexto actual es una muestra de lo que significa esta relación. De un lado, un presidente -Joe Biden- más preocupado de la guerra en Ucrania y su propia crisis interna; y de otro, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien no dudó en plantar hace un mes la Cumbre de las Américas realizada en territorio estadounidense.
En medio de esto, una crisis migratoria que sigue siendo un inmenso problema sin resolver, como lo ocurrido hace pocas semanas con la muerte de más de 50 indocumentados, la mitad de ellos mexicanos, en un camión de carga en San Antonio, Texas.
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En esta coyuntura, AMLO visitó a Biden en Washington. “A pesar de los titulares exagerados que vemos a veces, usted y yo tenemos una relación fuerte y productiva”, expresó el demócrata durante los primeros minutos de la reunión con López Obrador en el Despacho Oval de la Casa Blanca, tratando de zanjar los rumores sobre una supuesta tensa relación entre ambos mandatarios.
Se trató de la segunda reunión entre AMLO y Biden, pues hace ocho meses ya se habían visto junto al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
El desafío migratorio
Como era de esperarse, la inmigración fue uno de los temas claves de la reunión, aunque no el único.
Al respecto, cabe recordar que la Patrulla Fronteriza estadounidense realizó alrededor de 70 mil arrestos de migrantes mexicanos en mayo, frente a los 18 mil en el mismo mes del 2019.
Debido a ello, Biden -que está bajo mucha presión de los republicanos y en un año en que se renovará el Congreso- describió el asunto como un “desafío hemisférico” y anuncio que ambos países harían inversiones en infraestructura en la frontera y trabajarían para interrumpir el tráfico de drogas.
“No sugiero que no tengamos problemas, porque sí los tenemos. Lo que hay que tener es paciencia”, dijo el líder demócrata respecto al tema.
“Lo digo de manera sincera y más respetuosa”, contestó AMLO. “Es indispensable para nosotros regularizar y dar certeza a los migrantes que durante años han vivido y trabajado de manera muy honesta y también están contribuyendo al desarrollo de esta gran nación”.
López Obrador le pidió a su homólogo estadounidense “ordenar el flujo migratorio y permitir la llegada a Estados Unidos de obreros, técnicos y profesionales de las distintas disciplinas, mexicanos y centroamericanos, con visas de trabajo temporales” y consideró que la crisis migratoria que atraviesa la región no podrá superarse sin “un programa atrevido del bienestar”.
Biden recordó que el año pasado emitió la cifra “récord” de 300.000 visados para trabajadores mexicanos en empleos no agrícolas, aunque remarcó su compromiso de elevar esa cifra para los migrantes centroamericanos.
La agenda energética
Sin embargo, aunque la migración ha sido uno de los temas claves, no ha sido, en realidad, el verdadero tema de fondo de la cumbre. Así lo considera la analista mexicana Natasha Uren, experta en migración y representante de la ONG Coalición de Migrantes Mexicanos.
“Yo los vi bastante cómodos en la reunión. Pero creo que lo más importante era el tema de los energéticos y los aranceles, esa era la agenda real y de fondo, y al parecer esas discusiones terminaron muy bien, porque en migración nada va a avanzar”, explica a El Comercio.
En la reunión, López Obrador propuso un plan para ampliar el abastecimiento de gasolina en Estados Unidos y poner a disposición de ese país 1.000 kilómetros de gasoductos mexicanos. También pidió suspender algunos aranceles que siguen vigentes a pesar del nuevo tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y llevar a cabo un plan conjunto de inversión pública y privada que evite importar productos de otros países, como China.
“AMLO está invitando a inversionistas estadounidenses en conjunto con el gobierno a establecer plantas de licuefacción de gas, fertilizantes y la creación de parques solares en estados fronterizos. Esto pese a que se había dicho que no íbamos a hacer parques solares y no se iba a dar a los extranjeros”, explica Uren.
“Claramente se trataba de una agenda energética, pero había que venderla de que tenía una agenda migratoria”, señala la experta.
“El presidente mexicano maneja muy bien los símbolos y la comunicación política. Ayer cuando llegó a Estados Unidos se asomó por la ventana y saludó a un grupo de migrantes y les dijo que los iba a defender. Sin embargo, la migración es un tema muy político”, añade.
“Por un lado, Biden dice que va a invertir en infraestructura y AMLO dice que quiere sus proyectos, pero esa es la parte bonita. La Casa Blanca no es el lugar donde se discute sobre migración, se puede hablar de ello políticamente, pero el verdadero lugar donde se discute es en el Capitolio, y si hubiera intención real de una reforma migratorio se hubiera llevado a parlamentarios mexicanos para que inicien mesas de trabajo con sus pares estadounidenses”, anota Uren.
Previamente, López Obrador se reunió con la vicepresidenta Kamala Harris, a quien Biden le encargó los esfuerzos para abordar las causas fundamentales de la migración en Centroamérica, incluida la pobreza, la violencia y el cambio climático. Sin embargo, no se han conocido hasta el momento detalles sobre ese encuentro.
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