El problema empezó el jueves 14. El partido islamófobo de ultraderecha Stram Kurs (Curso Firme) llamó a sus seguidores suecos a quemar el Corán. En pleno Ramadán, la acción era claramente una afrenta contra la fe musulmana.
Porque lo que busca Stram Kurs -que también opera en Dinamarca- es la “prohibición del islam y la expulsión de los inmigrantes no europeos”.
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Hubo respuesta al llamado. En varias ciudades del sur de Suecia, como Malmö u Örebro, se reunieron los seguidores de Stram Kurs para organizar la quema.
Y allí fue que empezaron los disturbios. En Malmö, por ejemplo, se incendiaron un autobús y otros carros que se encontraban en la zona dispuesta para la concentración.
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20 minutos toma lo sucedido en la ciudad de Norrköping para explicar lo que se repitió en otras partes de la nación. El medio escribe:
“Los incidentes se produjeron este domingo esta vez en la ciudad de Norrköping, donde había organizado su concentración el partido ultraderechista Stram Kurs, lo que provocó a su vez una convocatoria de protesta de manifestantes de signo contrario”.
Como resultado, tres personas “necesitaron atención médica después de que balas de la policía los impactaran durante los enfrentamientos entre las autoridades y los manifestantes”.
Pero no solo los extremistas se enfrentaron a las autoridades; los contramanifestantes también atacaron a la policía.
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El agitador y el estado de derecho
Lo primero que hay que tener en cuenta, dice Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura, es que Stram Kurs es liderado por el sueco-danés Rasmus Paludan, quien postuló a las elecciones de Dinamarca en el 2019, logrando el 1,8% de los votos.
Al año siguiente, Paluda fue arrestado por varias “ofensas, incluido el racismo”.
Al tener doble nacionalidad, cuenta la BBC, Paluda quiere ser parte de los comicios suecos de setiembre, aunque todavía no cuenta con el apoyo suficiente para incluir su candidatura.
En ese sentido, Banús agrega: “Este es un fenómeno absolutamente marginal. No tiene ninguna relevancia. Es, además, un fenómeno que se repite en todas partes: unas personas organizan una manifestación y, a partir de ello, aparecen algunos violentos”.
Lo segundo es que si los disturbios vienen durando varios días es porque se suceden en un “país con garantías democráticas muy altas”.
“En un Estado autoritario, las protestas son fáciles de acabar. Pero en Estados donde hay garantías, la reacción de la policía es muy prudente, muy medida, y en esos contextos es más fácil organizar algaradas”.
Y si esto ha causado tanto susto es porque, acota Banús, los ciudadanos no están acostumbrados a este tipo de sucesos. “Imagina: viene un agitador extranjero y te va a asustar. Además que, como no suelen haber noticias de este tipo, este hecho se magnifica”.
Hay una tercera consideración, dice Banús. Los que organizaron la manifestación tenían permiso. “Pero como se temían reacciones adversas, se ordenó que la policía los acompañara, protegiendo el derecho fundamental a la libertad de expresión. El tema es que la marcha incluía la quema del Corán, lo que para los musulmanes, radicales o no, es una ofensa”.
“Y como Paluda es un provocador, esta marcha se hizo en zonas donde hay muchos migrantes musulmanes. Por eso las personas reaccionaron violentamente contra la policía, entendiendo que ellos estaban de acuerdo cuando no era así”.
Banús agrega también que ciertas bandas de delincuentes estarían involucradas. Pero todavía no hay certezas de ello.