Desde que apareció la variante ómicron y la preocupación se esparció por el mundo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le quiso poner paños fríos al asunto, como lo ha hecho desde el inicio de la pandemia de coronavirus. Cómo olvidar cuando dijo que un detente era su amuleto ante la enfermedad. Eventualmente, se terminó contagiando y ha capeado el temporal con restricciones limitadas, pese al alto número de infectados.
México acumula más de 3,9 millones de casos y se acerca a 300 mil muertes por COVID-19, la cuarta cifra más alta del mundo. Y las cifras de vacunación tampoco son muy alentadoras: alrededor de 72,7 millones de personas han recibido las dos dosis, es decir, menos del 58% de la población del país.
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“Con relación a otros países, supimos actuar todos los mexicanos con mucha sabiduría y nos cuidamos, y nos protegimos”, ha dicho a fines de noviembre el propio AMLO, para quien ese registro de muertos y contagiados no se ajusta a la realidad: “Tenemos menos fallecidos, de acuerdo con nuestra población, que en Estados Unidos, que en Brasil, que en Argentina, que en Colombia, que en Perú, pero eso no se dice”.
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El mandatario prefiere leer las cifras de otra manera. Según su gobierno, México tiene 2.371 decesos por cada millón de habitantes, por lo que el país ocupa el sexto lugar en América y el número 21 a nivel mundial en fallecimientos proporcionales.
“La actitud de AMLO, y de su gobierno, ha sido más bien de no enfrentar del todo la pandemia, de no tomarlo como ‘tema’. Ha habido una mezcla de medidas a medias y una cierta negación de lo que está pasando. Creo que no ha sido el ejemplo de un gobierno responsable de tomar las riendas de este problema”, comenta a este Diario el analista Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano.
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El discurso del presidente no desentona con el resto de su gobierno. Por ejemplo, el martes el encargado de la gestión de la pandemia, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, señaló que se está “sobreestimando a ómicron”: “Con frecuencia se sobreestima la participación de la variante ómicron. Como hemos dicho desde octubre, es indiscutible que en algún momento en México, así como ha ocurrido en otros países, puede haber una cuarta ola”.
Como señala la agencia EFE, aunque los gobiernos estatales han confirmado decenas de casos, el gobierno federal reconoce 67 contagios de ómicron desde el primer paciente detectado el 3 de diciembre.
Bienvenidos los turistas
Así, mientras el resto del mundo avanza con restricciones, en México han preferido tomarse las cosas con calma. Como prueba de ello, el gobierno ha dicho que no rechazará el atraco de cruceros, aún cuando haya pasajeros infectados con COVID-19.
“Las personas que no presenten síntomas podrán hacer sus actividades turísticas con respeto a las medidas básicas de prevención”, indicó un comunicado conjunto de la Secretaría de Turismo y de la Secretaría de Salud.
Ciertamente, para los mexicanos el turismo es una de sus actividades económicas más importantes. De hecho, hasta antes de la pandemia representaba el 8,7% del PBI del país y se calcula que para fines del 2021 la cifra será de 7,1%. Nada mal para tiempos tan complicados.
No obstante, la alcaldía de Ciudad de México sí decidió cancelar los festejos masivos de Año Nuevo, entre ellos un concierto al aire libre en el Paseo de la Reforma, como medida de prevención.
“Es una cuestión de precaución al ver que hay un incremento de casos, pero no es una alarma, sino una medida para evitar mayor número de contagios”, explicó la alcaldía en un comunicado.
Una gestión polémica
Andrés Manuel López Obrador es un líder político sumamente hábil que ni la pandemia ha podido flaquear. “Enfrentamos el grave problema de la pandemia con eficacia”, aseguró el presidente en una de sus tantas conferencias ‘mañaneras’. “Nadie se quedó sin una cama, sin un ventilador, sin un médico, sin un especialista”, dijo en noviembre pasado, pese a que -como recuerda el diario “El País”- las cifras oficiales lo contradicen.
“[Sus declaraciones] contradicen también los registros de su propio Gobierno, actualizados en tiempo real, que dan cuenta de 83 hospitales públicos y privados con ocupación del 100% en camas de hospitalización general, 12 unidades médicas que ya no tienen camas con ventilador disponibles y 13 sin disponibilidad en terapia intensiva”, puntualiza el medio español.
“AMLO tiene tres años como presidente y parece que ha encontrado la fórmula política para mantener el apoyo de los mexicanos, que es lo que más le importa. Sus fallas para enfrentar la pandemia y manejar la crisis no han afectado su popularidad y él tiene una habilidad para conectarse con sus compatriotas, sobre todo los de bajos ingresos. Él representa para ellos una aspiración y esperanza para el futuro, aunque los resultados de su gestión no hayan sido muy positivos”, añade Shifter.
“Y el hecho más sorprendente -puntualiza- es que casi no existe una oposición. Los partidos políticos tradicionales como el PRI, PRD o el PAN están desacreditados, no tienen fuerza ni liderazgo. El partido de AMLO, Morena, domina totalmente el escenario político”.
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