Miles de manifestantes de izquierda y de los movimientos sociales confluyeron este jueves en el centro de Buenos Aires desde diversos puntos del país para reclamar al gobierno acciones urgentes ante la galopante inflación que roza 60% anual en Argentina.
“La situación está complicada, la plata no alcanza. Estamos tratando de abrir un comedor. Hay mucha gente cartoneando (recolectando cartón de la basura para vender) que antes hacía changas (trabajos ocasionales) como yo”, dijo a la AFP Cristian Alegre, de 36 años, quien se ofrece para pintura, electricidad y albañilería: “Lo que salga, pero sale poco”, se lamenta.
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Las columnas de la Unidad Piquetera, identificadas con las banderas rojas de los partidos de la izquierda y pancartas de organizaciones sociales como Movimiento Teresa Rodríguez y Barrios de Pie lanzaron consignas contra el gobierno peronista de centro-izquierda del presidente Alberto Fernández.
De viaje por Europa, Fernández dijo este jueves que Argentina “está creciendo mucho” pero admitió que a su gobierno le “está costando corregir la distribución del ingreso y eso se debe a la inflación”, a la que calificó como “muy dañina y debemos pararla rápidamente”, en declaraciones en la Embajada en París.
El índice de precios al consumidor se ubicó en 6% mensual en abril, lo que arrojó una inflación anualizada de 58% y de 23,1% en el primer cuatrimestre.
Caravanas de manifestantes iniciaron la marcha el martes último desde Jujuy (noroeste), Misiones (nordeste), San Juan (oeste) y Tierra del Fuego (sur), con actos y asambleas a su paso.
“La vivienda es un drama, pagamos alquiler, cada día es más duro. No pude sostener la universidad. Los jóvenes no tenemos futuro. Los trabajadores tenemos que salir a la calle”, lanzó Lucía Barrios, una cajera de estación de servicio.
La joven de 20 años vive con su madre, su abuelo y dos hermanos de 5 y 11 años que reciben subsidios en alimentos pero “es poco, alcanza dos semanas y es de baja calidad”, se quejó.
Más trabajo, más ayuda
Los manifestantes reclaman la ampliación de programas de ayuda social y asistencia alimentaria. Más de cuatro millones de personas, casi un 10% de los argentinos, dependen de subsidios estatales para comer en este país, uno de los principales productores mundiales de alimentos.
La canasta básica alimentaria subió 7% en marzo. Una familia de dos adultos y dos niños requirió ingresos de al menos 90.000 pesos (737 dólares) para no ser pobre, según los datos más recientes del estatal Instituto de Estadísticas.
En abril el gobierno incrementó en 50% hasta 18.000 pesos (unos 150 dólares) la asignación para adquisición de alimentos a familias vulnerables. Además, dispuso un bono extraordinario y el aumento del salario mínimo que desde junio será de 45.540 pesos (unos 373 dólares al cambio oficial).
El Estado también financia comedores en escuelas y apoya a los que mantienen unas 1.600 organizaciones comunitarias en los barrios más carenciados.
La disparada de la inflación se da en un contexto de reactivación de la economía que creció 10,3% el año pasado, lleva 12 meses consecutivos en alza y registró en febrero último un aumento interanual del 9,1%.
El desempleo es de 7% y la pobreza 37,3%.
“Deuda con el pueblo”
Los manifestantes también se expresaron contra la disciplina fiscal exigida por un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que refinanció un convenio previo por unos 44.000 millones de dólares suscrito durante el gobierno del expresidente Mauricio Macri (2015-19).
“La prioridad no somos nosotros, es pagar la deuda al Fondo. Nosotros estamos así, pensando en pelearla día por día. ¿Te parece que alcanza para vivir?”, preguntó a la AFP Martha Lita, de 62 años.
Esta mujer que viajó desde la periferia sur de Buenos Aires para “reclamar y trabajar” trajo consigo anillos de harina y azúcar que cocinó para vender entre los manifestantes. Hay días buenos, cuenta, en los que logra juntar hasta mil pesos (ocho dólares) pero “hoy no vendí nada todavía”, se lamentó.
En la Plaza de Mayo, donde converge la marcha frente a la Casa Rosada, se multiplicaron vendedores de choripán (chorizo en pan), hamburguesas y otras comidas, combinando la protesta con la búsqueda de un ingreso extra.
“La deuda es con el pueblo”, rezan las pancartas de las organizaciones sociales y reclaman “esclarecer el destino” del millonario crédito tomado en 2018 por Macri.
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