En Venezuela te matan por robarte una zapatilla de marca. Esa era una frase repetida en el Perú de los años 90 cuando se hablaba sobre la violencia en ese país que había sido destino de miles de peruanos migrantes. Luego, con el auge de la tecnología, en este siglo los delincuentes pasaron a matar por arrebatar un celular. Y ahora, con la economía colapsada, se mata por comida, como se reseña en el libro “Los nuevos rostros de la violencia”. En las tres situaciones predomina el homicidio, no solo el robo. Y el 90% de esos crímenes se perpetra con arma de fuego.
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En el 2018, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), la ONG más reputada del país caribeño en temas de seguridad, Venezuela terminó con una tasa de homicidios de 81,4 por cada 100 mil habitantes (23.047 fallecidos), una cifra ligeramente inferior a los 89 por cada 100 mil habitantes (26.616 fallecidos) del 2017, pero muy superior a países como el Perú, donde la sensación de inseguridad es muy alta, pero la tasa de homicidios en el 2017 se situó en solo 7,8 por cada 100 mil habitantes (2.487 muertes violentas).
–“El pasaje al acto”–
¿Por qué se mata sin piedad en Venezuela?
El sociólogo Roberto Briceño-León, director del OVV y uno de los autores de “Los nuevos rostros de la violencia”, lo explica en una frase: “El pasaje al acto”. Es decir, el momento en que el deseo de hacerle daño a otra persona deja de ser una intencionalidad y se convierte en una acción. “En las sociedades esa acción normalmente está limitada por un conjunto de ideas, valores, ética, temor al castigo, etc. Pero en Venezuela, esas mediaciones sociales se cayeron. Entonces, el pasaje al acto es muy pronto. Los delincuentes están acostumbrados a matar muy rápidamente”, dice Briceño-León.
El pasaje al acto es solo una de las características que definen al delincuente venezolano. Otra es la edad. Briceño-León explica que son jóvenes de entre 15 y 30 años; después de esa edad están muertos o cambian su forma de ejercer el delito.
La mayoría son hombres. “Si bien puede haber algunas mujeres, y recientemente hay una incorporación de estas a funciones más allá que de ser compañeras, en general tienden a ser hombres los que actúan en las bandas”, remarca Briceño-León.
La mayor parte de criminales son pobres. “Los delincuentes de cuello blanco pueden provenir de otros sectores sociales, pero el delincuente violento viene de los sectores pobres del país. Estos rasgos son quizá los mismos que uno encuentra en las víctimas de homicidios en Venezuela”, manifiesta Briceño-León.
–La crueldad–
En el Perú ha causado gran impacto el asesinato y descuartizamiento del venezolano Rubén Matamoros, de 22 años, y del peruano Jafet Torrico, de 24. Todos los sospechosos del crimen son de nacionalidad venezolana.
¿Cómo se explica tal grado de crueldad? Briceño-León tiene algunos elementos que se conjugan para entender la perversión del criminal venezolano. Uno es el contexto social y político que vive Venezuela en los últimos 20 años, caracterizado por el elogio a la violencia y a los violentos y por la impunidad. Los delincuentes normalizaron la violencia y la insensibilidad ante el dolor de la víctima.
Por el lado de la impunidad, los cálculos del OVV concluyen que por 100 homicidios que se cometen, se detiene a entre 8 y 9 personas: es decir, en el 92% de los homicidios no hay un arresto. Vinculado a la impunidad está el castigo para el criminal, pues para la justicia robar o matar en la práctica implica una misma pena. “Es decir, por robar vas a recibir el mismo castigo que por matar a cinco o diez personas. Entonces, no hay por qué contenerse a la hora de asesinar”, indica Briceño-León.
–¿Por qué se descuartiza?–
“El descuartizamiento es fundamentalmente un mensaje enviado a otras personas, a los cuerpos policiales o a los rivales. Por supuesto que puede haber algunos casos en los cuales hay un componente patológico de sadismo individual”, dice Briceño-León.
El sociólogo también sostiene que algunas veces el descuartizamiento puede tener el propósito de conseguir un mayor poder dentro de la banda.
–La migración–
La disminución de los homicidios en Venezuela en el 2018 tiene varias explicaciones. Uno de los factores es la migración. “Migraron un 99% de gente buena, pero también migraron delincuentes”, refiere Briceño-León.
¿Y por qué se van los criminales? “Las oportunidades de negocio, por así decirlo, cayeron de una manera notable. Si tomamos el ejemplo de los ladrones de relojes Rolex, podemos decir que el negocio se les acabó porque la gente ya no sale con ellos o quienes los tenían se fueron del país”.
En Venezuela también se acabaron los robos a bancos, pues estos no tienen billetes, o si los tienen, su baja denominación obligaría a los criminales a llevarse el botín en un camión.
Y a países como el Perú han traído delitos como el robo de Rolex o el descuartizamiento como escarmiento. Y la policía peruana ya ha esbozado el perfil del criminal venezolano, que se caracteriza “por una marcada hostilidad, violencia, falta de empatía y respeto por el dolor de sus víctimas”.
“El criminal venezolano es frío calculador impulsivo, no tiene remordimientos ni sentimientos de culpa”, dice la psicóloga forense Silvia Rojas, comandante PNP en retiro.
Nota de redacción Esta nota fue publicada originalmente en nuestra edición impresa con el titular “Radiografía del criminal venezolano”. Posteriormente fue publicada en nuestra edición online con el título “Violento y cruel: qué hace que un criminal venezolano asesine sin piedad”. En ella, Roberto Briceño-León, el más reputado criminólogo de Venezuela, traza un perfil del criminal del país caribeño, uno de los más peligrosos del mundo, con una tasa de homicidios de 81,4 por cada 100.000 habitantes en el 2018. Si bien la intención de la nota era detallar el modus operandi de los criminales en ese país y se explica qué situaciones particulares han provocado una mayor violencia, hemos visto por conveniente cambiar dicho enfoque y dejarlo únicamente en el titular textual extraído de las declaraciones de Briceño-León con el fin de evitar interpretaciones diversas.