Si finalmente Israel ordena la ofensiva terrestre en Gaza, esta será la tercera vez desde el año 2005 que enfrenta una guerra urbana en este entorno hostil y sobrepoblado, y contra un enemigo no convencional como Hamás. Pero ahora será diferente, pues las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ya han anunciado que planean una operación de alcance mayor y por un tiempo indeterminado, hasta acabar por completo con los terroristas.
Una acción a gran escala donde la victoria para una potencia militar como es Israel no está del todo garantizada, tal como a lo largo de la historia lo demuestran emblemáticas guerras urbanas, como la derrota de los soviéticos ante los muyahidines en Afganistán en los años 80; la batalla de Mogadiscio de 1993, donde en un operativo murieron 18 soldados estadounidenses; la batalla de Faluya, la más sangrienta de la invasión de Estados Unidos en Irak en el 2003; o el fiasco que significó la invasión de Estados Unidos a Afganistán, que terminó con la abrupta salida de sus tropas y el retorno al poder de los talibanes.
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El pasado sábado 7 de octubre, Hamás se infiltró en el sur de Israel, en una sorpresiva operación que dejó más de 1.400 muertos, la mayoría civiles, y se llevó a Gaza a unos 200 rehenes.
Tras la masacre, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró la guerra a Hamás y prometió destruir a esa organización islamista en lugar de simplemente debilitarla, como ocurrió en el pasado.
Desde ese mismo sábado, Israel está bombardeando a diario Gaza, donde unas 3.000 personas ya han muerto, la mayoría civiles. Ahora solo se está a la espera de que se autorice la ofensiva terrestre.
2,3 millones de personas
viven en Gaza. Israel ha ordenado que los habitantes del norte del enclave se vayan al sur, eso significa el desplazamiento de 1,1 millones de personas.
Las dos veces en las que Israel entró a Gaza
Para entender lo que se viene en territorio palestino hay que repasar los antecedentes. Israel retiró sus tropas de Gaza en el 2005, donde permanecía desde 1967, al término de la Guerra de los Seis Días entre árabes e israelíes. En el 2007, Hamás tomó el poder en el enclave.
Luego de ello, la primera vez que Israel invadió Gaza fue durante la Operación Plomo Fundido, anunciada el 27 de diciembre del 2008. Buscaba poner fin a los disparos de cohetes efectuados desde este territorio palestino.
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El 3 de enero de 2009, las tropas israelíes penetraron en Gaza. Solo 15 días después, un alto el fuego puso fin a la operación. Murieron 1.400 palestinos y 13 soldados israelíes. Amnistía Internacional acusó tanto a Israel como a Hamás de cometer “crímenes de guerra”.
La segunda fue la Operación Margen Protector, lanzada el 8 de julio del 2014.
Como explica un análisis de The Economist, en la ofensiva del 2014 las FDI se limitaron a capturar Shijaiyah, un barrio adyacente a la frontera de Israel con Gaza, con el objetivo de destruir los túneles utilizados por Hamás para el contrabando de alimentos, armas y como escondite de combatienes.
El resto de la Operación Margen Protector se limitó a las afueras de las principales áreas pobladas para evitar la guerra urbana generalizada.
La agencia AP recuerda que, tal como ocurre ahora, Israel había ordenado a los civiles palestinos irse de Shijaiyah. Pero, al igual que ahora, muchos se quedaron, ya sea porque Hamás se los ordenó o porque no tenían otro lugar adónde ir.
Cuando las tropas israelíes avanzaban hacia Shijaiyah, un territorio lleno de callejones estrechos y con escombros por los bombardeos previos, los militantes de Hamás desataron una andanada fulminante de disparos de ametralladoras, misiles antitanque y granadas propulsadas por cohetes, indicó AP.
Una de las acciones más sangrientas de esta primera parte de la batalla urbana ocurrió cuando un vehículo blindado israelí se averió. Dos soldados salieron para arreglarlo, y en ese instante un militante disparó un misil antitanque contra el vehículo, haciéndolo estallar y matando a los siete soldados en su interior. De acuerdo con AP, Hamás logró llevarse el cuerpo de uno de los soldados. Todavía lo tiene.
Tras el ataque, los soldados que estaban en tierra recibieron la orden de subir a sus vehículos blindados. Estos eran cubiertos por disparos de los batallones de artillería y por los aviones que atacaban desde el aire. Al día siguiente, la aviación israelí arrojó 100 bombas de una tonelada de peso sobre la zona.
The Economist recordó que en este combate urbano Hamás utilizó escuadrones de asalto pequeños pero fuertemente armados, equipados con ametralladoras, misiles guiados antitanque y granadas. A veces estos vestían uniformes de la IDF para confundir al enemigo y asestarle bajas.
“La resistencia (de Hamás) a las fuerzas terrestres israelíes fue hábil, adaptable y coherente”, según un análisis de RAND Corporation, un grupo de estudio con base en Estados Unidos. “El personal estaba dispuesto a entrar en combate cuerpo a cuerpo con las fuerzas israelíes y llevó a cabo misiones de infiltración y emboscada con determinación”, agregó.
El 26 de agosto del 2014, Hamás e Israel llegaron a un acuerdo de alto el fuego, que fue negociado a través de Egipto. La guerra dejó al menos 2.251 muertos palestinos, la mayoría civiles, y 74 del lado israelí, casi todos soldados.
Será una batalla brutal
Hoy, la batalla terrestre que planea Israel será totalmente diferente, más brutal.
“El alcance de esto va a ser mayor que antes y más severo. No va a ser limpio... Vamos a ir muy, muy agresivamente contra Hamás”, dijo la semana pasada el portavoz de las IDF Richard Hecht. “Todos debemos cambiar el paradigma”, agregó.
Gilad Erdan, enviado de Israel ante las Naciones Unidas, apuntaló la primera declaración de Netanyahu al decir que “la era de razonar con estos salvajes ha terminado... Ha llegado el momento de arrasar la infraestructura terrorista de Hamás, de borrarla por completo, para que no se vuelvan a cometer horrores semejantes”.
Amir Avivi, un general israelí retirado que participó en la batalla del 2014, explicó a la AP que esta vez sería “completamente diferente”, porque la artillería y los ataques aéreos serán lo primero.
“Será una maniobra masiva con muchos ataques desde el aire y artillería, una entrada muy, muy fuerte. Vamos a intentar minimizar al máximo las bajas entre nuestros soldados y, para eso, necesitamos mucha cobertura”, dijo. Remarcó que se necesitaría menos potencia de fuego si se utiliza al principio y no cuando los soldados estén en peligro.
Esa gran potencia de fuego que Israel usará en Gaza en su ofensiva terrestre pone en mucho mayor peligro a los civiles. De acuerdo con un informe de la ONU, la operación del 2014 arrasó gran parte de Shijaiyah, donde unas 670 construcciones fueron destruidas y casi 1.200 sufrieron daños de moderados a graves y se contaron 270 cráteres.
Sobre los civiles que todavía no han salido del norte de Gaza, el general Avivi dijo: “Cuando comience la artillería, aquellos que aún no hayan evacuado lo harán”.
Una de las prioridades de Israel, además de dar de baja a los líderes de Hamás, será localizar y destruir sus túneles, que se extienden por cientos de kilómetros en Gaza.
En cuanto a Hamás, cabe anotar que durante la incursión del 7 de octubre perdió a 1.500 hombres, muchos de ellos quizá formaban parte de sus escuadrones de élite mejor preparados, por lo que está por verse cuánto les afectará esas bajas en la batalla urbana que se viene.
¿Hasta cuándo durará la ocupación? Daniel Byman, de la Universidad de Georgetown, le dijo a The Economist que Hamás está profundamente arraigada en Gaza, con fuerte presencia en una serie de organizaciones benéficas, escuelas y mezquitas. “Separar a Hamás de Gaza es una tarea casi imposible”, sostuvo. Estimó que una reocupación de Gaza es imposible. Agregó que el uso de tropas israelíes en Gaza por un largo periodo de tiempo supondría el agotamiento de una gran parte de las IDF, dejándolas cortas de personal para otra zona palestina ocupada, Cisjordania.
“Lo último que querrían los políticos israelíes sería un goteo constante de bajas procedentes de Gaza, donde cada semana habrá más muertos israelíes”, dijo Byman.
¿Y los rehenes? En el pasado Hamás ya usó a los secuestrados como moneda de cambio para negociar la liberación de sus militantes presos en cárceles israelíes. Son al menos 200, y deben haber sido llevados a distintos puntos de Gaza, incluidos los túneles subterráneos. Por ello, una operación de rescate de un cuerpo de élite de Israel tiene pocas posibilidades de tener éxito. Teniendo en cuenta la complejidad del asunto, y la necesidad de Israel de cumplir con su promesa de desaparecer a Hamás, Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas israelí de extrema derecha, ha pedido a las IDF que “no tome en consideración el asunto de los cautivos” a la hora de entrar en Gaza.
Por Andrés Gómez de la Torre, especialista en temas de Defensa
Las FDI han venido estudiando los temas de la guerra urbana desde el 2002. Como tema general, en la visión israelí de la guerra urbana no se aplica el concepto de masa, sino el de ejércitos reducidos en grupos sincronizados contra grupos armados irregulares. Hay una discusión interna, teórica, en las FDI sobre el combate en espacios reducidos urbanos. Creo que hoy Israel va a tomar como punto de partida su experiencia sobre el terreno en la Operación Plomo Fundido, donde se emplearon los conceptos de ataques quirúrgicos, golpeando las estructuras críticas de Hamás, entre ellas la extensa red de túneles, los silos y los lugares de lanzamiento de cohetes, todo bajo la cobertura de los ataques aéreos.
Hamás ha desarrollado el concepto de guerra no convencional, una suerte de guerra de baja intensidad, lo que se llama la guerra asimétrica. Sin duda, la opción que está tomando Israel va a golpear también lo que no se quiere, a la población civil.
En este momento Israel debe estar terminando de ubicar los llamados objetivos de alto valor, la alta cúpula dirigencial y los estrategas de la organización terrorista Hamás. De tal manera que probablemente la demora en tomar la decisión de la ofensiva terrestre esté supeditada a establecer claramente esos objetivos.
Lo que debe hacer Israel y las FDI es evitar a toda costa el llamado “síndrome Mogadiscio”, la victoria somalí en la guerra urbana sobre las fuerzas de Estados Unidos en 1993. Evitar lo que los estrategas norteamericanos llamaron el famoso laberinto de conejos. En Somalia se vivió el infierno de lo que es una guerra urbana, donde, al igual que Hamás, los grupos insurgentes emplearon escudos humanos durante los combates casa por casa. Israel debe tener muy en cuenta este fiasco norteamericano que se dio en un escenario muy similar a las características urbanas que tiene Gaza.
Dos de las guerras urbanas que marcaron la historia
Entre diciembre de 1992 y enero de 1993, miles de tropas de Estados Unidos entraron en Mogadiscio, capital de Somalia, para garantizar el reparto de ayuda humanitaria de la ONU hacia una población somalí que estaba en hambruna.
El Gobierno de Somalia había caído en 1991 y en ese momento el "señor de la guerra" local, Mohammed Farah Aidid, impulsaba una lucha de clanes sangrienta que impedía los esfuerzos de Naciones Unidas para llevar comida y medicinas a la población civil.
Además de brindar seguridad a la ONU en el reparto de la ayuda, las tropas de Estados Unidos empezaron a enfrentarse a los milicianos de Mogadiscio.
El desastre para las tropas de Estados Unidos llegó el 3 de octubre de 1993.
Ese día, unidades de élite norteamericanas iniciaron un asalto en un barrio hostil de Mogadiscio. El plan era salir a los 90 minutos como máximo. Pero todo cambió cuando los helicópteros de Estados Unidos empezaron a ser atacados.
Los soldados estadounidenses fueron acosados por miles de milicianos armados que estaban envalentonados por el kat, la droga local, que a esa hora de la tarde ya les hacía el efecto deseado, según un reportaje publicado por el diario español El Mundo.
Desde los techos, los insurgentes disparaban a los Blackhawk y en las calles quemaban neumáticos para perjudicar la visibilidad de los artilleros. Dos granadas impactaron en dos helicópteros. Fue el principio del fin.
“Los estadounidenses estaban en el punto que Aidid deseaba: aislados en medio de su territorio, a merced de sus hombres. Todo lo que puede hacer un hombre con un AK-47 ya se hizo aquel día”, indicó El Mundo.
Cayeron dos helicópteros. En tierra, las tropas estaban enfrascadas en un duro enfrentamiento para llegar hasta donde estaban las das naves caídas y para abrir una zona de seguridad y salir de la emboscada.
De acuerdo con BBC Mundo, durante las 17 horas de batalla se cree que cientos de milicianos y civiles somalíes perdieron la vida.
Un total de 18 soldados estadounidenses y un soldado de Malasia, bajo orden de Naciones Unidas, también fallecieron.
Algunos de los soldados estadounidenses muertos fueron levantados en el aire por las multitudes enfurecidas y arrastrados por las calles de Mogadiscio.
Poco después, el presidente Bill Clinton ordenó la vuelta a casa de las tropas y Somalia quedó a su suerte.
La Batalla de Faluya, en Irak, es considerada como la guerra urbana más dura que ha enfrentado Estados Unidos desde la guerra de Vietnam. Duró del 7 de noviembre al 23 de diciembre del 2004.
En Faluya, las fuerzas de Estados Unidos fueron casa por casa en busca de presuntos insurgentes. Miles de iraquíes inocentes quedaron atrapados en el fuego cruzado.
La ciudad estaba llena de francotiradores insurgentes y trampas explosivas.
"Nos dijeron al entrar en Faluya, en el área de combate, que cada persona que caminaba, hablaba, respiraba era un combatiente enemigo. Como tal, cada persona que caminaba por la calle o en una casa era un objetivo", dijo Jeff Englehart, un exsoldado estadounidense de la Tercera Brigada de la Primera División de Infantería, en el documental "Fallujah, The Hidden Massacre", del 2005.
De acuerdo con CNN, en la operación las fuerzas lideradas por Estados Unidos utilizaron más de 300 bombas, 6.000 rondas de artillería y 29.000 rondas de mortero. Los militares también confirmaron que las tropas usaron fósforo blanco, un arma incendiaria que quema la piel y que está prohibida.
Al final, más de 80 soldados estadounidenses murieron. De manera oficial se desconoce el número de víctimas civiles, pero la Cruz Roja estima que al menos 800 iraquíes inocentes murieron. Las ONG locales calcularon que en la Batalla de Faluya fallecieron 6.000 iraquíes, en su mayoría civiles.
"Parecía una matanza masiva de árabes. Parecía una matanza masiva", dijo Englehart.
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