El gobierno de Vladimir Putin no se caracteriza precisamente por la tolerancia, y menos en plena guerra, desde que a comienzos del 2022 Rusia invadiera territorio ucraniano. Una muestra es el ingreso de la actriz Tatiana Lazareva a la lista de terroristas y extremistas con orden de captura.
Se trata de una presentadora y comediante rusa de 57 años que, debido a sus críticas al conflicto bélico contra Ucrania, se ha convertido en la más reciente perseguida del gobierno ruso.
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Ahora ella vive en España. Según el diario El Mundo, el Comité de Investigación abrió una causa penal contra Lazareva por “justificar el terrorismo”. Esto se debe a una entrevista en la que dijo: “Literalmente, todos los días nos encontramos con un ataque con drones contra ciudades rusas. Y, ya sabes, es terrible, pero estoy feliz”.
La acusación fue planteada por el diputado de la Duma estatal Andrei Alshevskikh luego de una evaluación lingüística. Estableció que la declaración de la actriz “contiene información destinada a justificar actividades terroristas”.
Es así como Tatiana Lazareva ha sido incluida en la lista de Rosfinmonitoring, el Servicio Federal de Monitoreo Financiero de la Federación Rusa, considerado como el principal organismo de inteligencia financiera de Rusia.
A pesar de la acusación, la actriz y presentadora ha señalado en otros medios que se solidariza con las personas que reciben ataques, no solo de los ucranianos, sino de los mismos rusos. “Entonces dije que tales ataques afectarían a quienes viven en Rusia y se alegran de la guerra, que así dirigirían su mirada en otra dirección”, comentó.
La opositora de la guerra
La oposición de Lazareva no es nueva. Unos días antes de que Rusia invadiera suelo ucraniano, el 24 de febrero del 2022, la actriz había llegado a Kiev y fue testigo de la ofensiva de su país. En más de una ocasión ha protestado y, debido a su oposición pública, en julio de 2022 el Ministerio de Justicia ruso la declaró como “agente extranjero”. Dos años después, en junio del 2024, el Ministerio del Interior ruso la integró en la lista de los más buscados.
Según el diario El Universal, Lázareva fue una de las personas públicas que exigió al gobierno de Putin que devolviera el cuerpo del fallecido líder opositor Alexéi Navalni a su familia. Amnistía Internacional informó que el político opositor falleció en custodia, “después de ser envenenado, encarcelado injustamente y torturado en prisión”.
Además, ella también apoyó las acciones de la oposición extraparlamentaria en los comicios de marzo y se opuso a la reelección del actual presidente, Vladimir Putin.
Pero, quizá su acción más clara de rechazo a la conflagración es el documento “Si tan solo no hubiera guerra”, una carta abierta impulsada en el 2022 por el historiador Andrey Zubov, cuando Rusia ya había iniciado su ataque a Ucrania. La misiva era directa y pedía que Rusia retrocediera.
Señala The Moscow Times que unas cien figuras de alto perfil, entre disidentes, actores, escritores, cantantes, periodistas y políticos, firmaron el documento inicial y luego se sumaron cinco mil firmas más. “Siempre apoyaré a quienes expresan los intereses de la sociedad y no los de las autoridades. Probablemente las peticiones sean la única forma segura de expresar la voluntad que nos queda”, se pronunció Lazareva, quien no negó tener miedo con lo que pueda pasar en Rusia y que “cualquiera podría convertirse en víctima de esta represión”.
Censura y persecución
Estos son rasgos que se han endurecido en el gobierno de Vladimir Putin. En el 2023, el nombre de Olesya Krivtsova saltó a los titulares cuando fue procesada por sus publicaciones en Instagram. La universitaria de 20 años fue acusada por “justificar el terrorismo” y “desacreditar a las fuerzas armadas rusas”.
Un informe de The New York Times señala que ella fue puesta bajo arresto domiciliario y se le prohibió usar el teléfono o internet. Sin embargo, decidió escapar para salvar su vida. “Decidí marcharme porque estaba desesperada. Es imposible demostrar algo ante un tribunal ruso”, dijo Krivtsova, quien fue obligada a pedir disculpas en video y a firmar una confesión.
Pero hay otros casos que han cobrado notoriedad. En mayo de este año la periodista Nadezhda Kevorkova (65) también fue integrada a la lista de “terroristas y extremistas”. Un tribunal de Moscú la puso en prisión preventiva hasta el 6 de julio acusada de “justificar el terrorismo”.
Además de la prisión, al ingresar en la lista las autoridades pueden congelar las cuentas bancarias de las personas investigadas sin una orden judicial. En su caso, fue acusada también por sus publicaciones en Telegram.
Y si de redes sociales se trata, se tiene que hablar de Andy Stone, portavoz de la compañía tecnológica estadounidense Meta, propietaria de Facebook e Instagram. En abril de este año, la agencia AP informó que un tribunal ruso lo condenó por cargos de justificar el terrorismo y lo sentenció a seis años en prisión durante un juicio expedito en ausencia.
En base a medios locales, señalaron que los cargos se presentaron a raíz de unas declaraciones en el 2022, cuando comenzó la guerra. Pero las autoridades también nombraron a Meta como una organización terrorista y bloquearon a Facebook e Instagram en todo el país, tal como sucedió con X (cuando se llamaba Twitter).
Finalmente, este 2024 Rusia también integró a la lista de “terroristas y extremistas” al movimiento LGBT, tras una sentencia dictada por el Tribunal Supremo en noviembre del 2023, por lo cual se asegura que los activistas LGBT deben ser designados como extremistas.
Ramiro Escobar
Analista internacional y docente de la PUCP
—¿Cómo maneja Rusia la oposición en este contexto de guerra?
Desde que comenzó el conflicto en Ucrania en el 2022, en Rusia no se le puede llamar guerra, sino operación especial. Y hay leyes específicas que se han promulgado en el Parlamento ruso para sancionar a quienes se oponen a la guerra o simplemente la llaman guerra, y una persona puede ir presa hasta 15 años. Esa es la razón por la cual disidentes como esta actriz se han ido otros países, pero algunas personas que se atrevieron a decirlo dentro de Rusia están presas. En general, desde que Putin está en el poder hace más de dos décadas, la oposición ha tenido muchos problemas. Hay leyes para eso, hay incluso cibervigilancia, y hay listas en donde se pone a personas que, a juicio del gobierno ruso, son una amenaza para el Estado y la sociedad rusa. La filosofía y la práctica política de Putin es no tener una oposición fuerte y cuando empieza el ataque a Ucrania eso se endureció más.
—¿Quiénes son los principales objetivos de censura?
Lo que pasa es que de acuerdo a la lógica del gobierno de Putin el patrón común es que están desestabilizando el Estado. Entonces en ese cajón pueden entrar desde un testigo de Jehová hasta un artista, un conductor de televisión o un activista LGTBI, pero también en algún momento se metió a Facebook e Instagram en la lista de entidades amenazantes para el gobierno ruso. Entonces, todo lo que pueda cuestionar la manera como se consideran las cosas en el Kremlin, tanto a nivel de organizaciones como de personas, pueden ser pasibles de entrar en esa lista.
—¿Qué papel juega el Rosfinmonitoring?
Esta organización vigila entidades financieras, movimientos financieros. Por ejemplo, bloqueó las finanzas de los Testigos de Jehová porque se consideraba una amenaza pero también promueven las listas de personas que, según el Kremlin, suponen una amenaza para el Estado. Lo curioso es que esto se marca también dentro del enfrentamiento entre Occidente y Rusia porque esa entidad también ha sido sancionada por Estados Unidos, la Unión Europea y por el Reino Unido. Es la entidad que sanciona y hace listas negras de opositores al régimen ruso.
—¿Hay alguna oposición social en Rusia actualmente?
Ocurre que, a medida que han pasado los meses, el régimen se ha endurecido y creo que eso también pasó porque Rusia aún no gana la guerra. Se pensaba que iba a terminar rápido y ya llevamos más de dos años, la guerra continúa y Rusia no ha podido vencer. Eso ha hecho que la actitud del gobierno ruso contra quienes se oponen a la guerra sea aún más dura. Y dentro de Rusia es muy difícil oponerse. En las primeras semanas hubo protestas en la calle, pero hubo cientos de detenidos. Luego las protestas han sido muy pálidas. La última muestra de protesta, o por lo menos de distancia con el régimen, ha sido dejar unas flores en el funeral de Alexéi Navalni o en la casa donde vivió. Hay varias posibilidades de que esto termine. Por un lado hay una oposición afuera que está en Ucrania, en Lituania, en España y en otros países europeos, y maneja un arco de posibilidades que van desde el fortalecimiento de la sociedad civil dentro de Rusia, cosa muy difícil, hasta el apoyo a algunos activistas armados. Son pocos, pero están ahí, entonces algunos activistas más radicales consideran que incluso esa posibilidad se tendría que considerar, pero es muy difícil porque el régimen es duro y muy poderoso militarmente. La posibilidad que queda es activar a la sociedad civil al interior de Rusia, lo que también es difícil, y la otra opción es que haya algún quiebre al interior del régimen ruso, por algún problema de salud de Putin o por alguna disidencia en el esquema de poder.