"El sector minero tiene la oportunidad de participar en la lucha contra el cambio climático, la malnutrición y la apertura de oportunidades innovadoras de desarrollo para las poblaciones rurales con las que convive". (Foto:  USI)
"El sector minero tiene la oportunidad de participar en la lucha contra el cambio climático, la malnutrición y la apertura de oportunidades innovadoras de desarrollo para las poblaciones rurales con las que convive". (Foto: USI)
Ginya Truitt Nakata

Garantizar el acceso al agua, luchar contra la malnutrición y la anemia y consolidar nuevas e innovadoras propuestas de negocio para los pequeños productores son algunos retos que tiene el Perú como parte de su camino al desarrollo. No son los únicos, ciertamente, pero tienen la particularidad de incluir tres componentes básicos: dietas saludables, cuidado del medio ambiente e inclusión social. Abordados concertadamente entre las partes involucradas pueden contribuir a bajar tensiones y conflictos sociales.

Por ejemplo, el agua es un recurso limitado en el país y lo será aún más en los años venideros debido al indetenible derretimiento de los glaciares andinos, los cambios en los patrones de lluvias y las sequías más frecuentes y prolongadas, entre otros efectos del cambio climático, todo lo cual nos desafía a crear y usar tecnologías más eficientes en los sectores minero y agrícola.

De otro lado, la anemia afecta a cuatro de cada diez niños menores de 3 años (43,6%). A ello se suma el aumento explosivo del sobrepeso y la obesidad en la población nacional.

Finalmente, los planes de negocios innovadores e inclusivos para los pequeños productores siguen siendo mayormente personales, desarticulados y muchas veces sin conocimiento real del mercado al que se dirigen. Hay mayores oportunidades para considerar, como la agrobiodiversidad de los cultivos nativos, que tienen tremendo potencial como eje de desarrollo en esta era de transición proteica y creciente interés en alimentos sanos.

Puno, Huánuco, La Libertad, Apurímac, Cusco, Junín, Arequipa, Ayacucho y Cajamarca son zonas con alta producción de cultivos altoandinos como papa, maca, quinua, tarwi. Y coinciden con los lugares con presencia predominante de actividades extractivas de minerales. En el Centro Internacional de la Papa (CIP) creemos que esto constituye una oportunidad extraordinaria para que el sector minero, vital para la economía del país, marque la diferencia.

Al tener el CIP su sede mundial en el Perú ha potenciado la investigación y promoción de las raíces y tubérculos andinos y la formación de científicos peruanos. Junto a sus socios nacionales e internacionales, también ha posibilitado el mejoramiento constante de variedades, tecnologías e innovaciones aplicadas a los cultivos andinos. Universidades públicas y privadas del país se han beneficiado con sus investigaciones. El conocimiento que ha generado el CIP durante casi 50 años debería ser aprovechado por la minería para impulsar el bienestar en sus comunidades de influencia.

Por ejemplo, un elemento esencial que nos une con la minería en los espacios que compartimos es el agua. Y tenemos un modelo para saber cuándo, cómo y con cuánta agua lograr un riego óptimo y crear calendarios de riego con información de drones y satélites. También tenemos variedades con mayor resistencia a plagas y enfermedades comunes del territorio peruano, tolerancia a altas temperaturas y sequías, capaces de enfrentar el cambio climático.

En nutrición, trabajamos con éxito en biofortificar papas con mayor contenido de hierro y zinc que puedan convertirse en aliadas en la lucha contra la anemia y la malnutrición promoviendo la diversidad alimentaria.

Entonces, imaginemos toda la rentabilidad que se podría lograr si sectores tan importantes como el minero y el agropecuario se unen a la investigación y las innovaciones tecnológicas como aquellas con las que contamos en el CIP. Se iniciaría una transformación radical en la vida de miles de familias que dependen del agro y la minería a la vez.

Nuestra experiencia en más de 30 países del mundo en desarrollo demuestra que el trabajo por un mismo fin entre Estado, empresa privada, sociedad civil, pequeños agricultores y comunidades locales produce mejores resultados que por separado. El sector minero tiene la oportunidad de participar en la lucha contra el cambio climático, la malnutrición y la apertura de oportunidades innovadoras de desarrollo para las poblaciones rurales con las que convive.

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