En plena guerra comercial y una carrera contrarreloj por reducir emisiones de carbono, las principales economías del mundo buscan proteger sus industrias y desarrollar tecnologías limpias, adoptando cada vez más medidas proteccionistas. Mientras tanto, Latinoamérica se mantiene como un espectador pasivo y fragmentado ante las dinámicas globales. El , en el Perú, conectará a la región con Asia como nunca antes, pero su impacto solo será transformador si Latinoamérica articula una estrategia productiva de alto valor y la posiciona con fuerza en el mapa comercial global.

En las últimas dos décadas, Latinoamérica ha recibido grandes flujos de inversión extranjera, pero predominantemente extractiva, lo que ha resultado en economías poco diversificadas y dependientes de la exportación de materias primas. Peor aún, el comercio intrarregional es el más bajo del mundo, menor que en África, cuatro veces menor que en Europa y tres veces menor que en Asia Oriental. Esto significa que los insumos para nuestra producción exportadora provienen en su mayoría del exterior, frenando la innovación y el desarrollo industrial regional.

¿Qué hace falta para que Latinoamérica impulse industrias más complejas y se convierta en un jugador clave en la cadena de valor global? Esta no es una pregunta solo para países en desarrollo. Europa y también la enfrentan, mientras luchan por recuperar terreno en la producción de manufacturas para la transición energética. Europa ya se plantea, por ejemplo, solicitar a la instalación de fábricas en Europa y la transferencia de conocimiento de tecnologías para la producción de baterías de vehículos eléctricos. En Latinoamérica, pese a contar con minerales críticos, una matriz energética relativamente limpia y una ubicación estratégica con el nuevo puerto de Chancay, seguimos sin liderar una estrategia regional de transferencia tecnológica y de instalación de industrias de alta manufactura para la transición verde. La respuesta está en alinear a los líderes de la región hacia una mentalidad emprendedora y cooperativa, que impulse la creación de cadenas logísticas intrarregionales para abastecer la creciente demanda global.

¿Por qué Chancay es una oportunidad clave? La ubicación estratégica de Chancay elimina una de las principales barreras que tenían el Perú y Latinoamérica para atraer cadenas industriales y alta manufactura: su débil conectividad. La nueva infraestructura aumentará la eficiencia y competitividad del comercio, al reducir costos y tiempos de envío. Por supuesto, el puerto no impulsará un crecimiento importante por sí solo. Es fundamental contar con una red de transporte interna y externa eficiente, trámites aduaneros simplificados, un mercado financiero robusto, mano de obra calificada, inversión en innovación tecnológica y un marco regulatorio favorable para la inversión. Tenemos mucho que aprender de la visión de largo plazo de países como Singapur.

¿Por qué es crucial la cooperación regional? Solicitar a economías asiáticas, europeas o americanas que reubiquen sus industrias y transfieran conocimiento a Latinoamérica resulta un desafío complejo, especialmente en un contexto de políticas proteccionistas y aislacionismo comercial. Lograrlo implica garantizar menores costos financieros y riesgos de capital, mano de obra calificada, espacios industriales competitivos y, por supuesto, conectividad. El Perú ya cuenta con condiciones macroeconómicas favorables, 22 acuerdos comerciales vigentes, una calificación crediticia estable y, ahora, una excelente conectividad hacia Asia. Si además Latinoamérica logra consolidar una red logística y productiva eficiente y baja en emisiones de carbono, capaz de generar economías de escala, los inversionistas tendrían incentivos para relocalizar sus plantas en la región y empezar a producir bienes de mayor complejidad, como componentes para la elaboración de paneles solares, baterías, fertilizantes verdes y otros relacionados con la electrificación del transporte y descarbonización. En esa línea, la Cámara Minera de Chile está impulsando un tratado minero con el Perú para el refinamiento de minerales, inversión en innovación y la creación de clústeres industriales relacionados. Se necesitan más iniciativas de este tipo.

El nuevo puerto de Chancay, por sí solo, no nos permitirá salir de la “trampa de los países de ingresos medios”. Es necesario movilizar la cooperación regional para crear cadenas industriales de alto valor tecnológico y contrarrestar las políticas proteccionistas con una propuesta sólida de apertura comercial y conectividad. Nuestros líderes deben estar a la altura de este desafío.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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