En 1992, durante la campaña presidencial en Estados Unidos entre George H. W. Bush y Bill Clinton, este último acuñó la frase “It’s the economy, stupid”, como una manera de resaltar que en esa elección los electores se jugaban la posibilidad de apostar por alguien que los sacara de la recesión. Una frase similar podría ser utilizada en el Perú de hoy, pero con respecto al cobre.
Aquel es el producto de exportación más importante para el Perú. Somos los segundos mayores exportadores de cobre del mundo y el tercer país con más reservas de este mineral. Y, actualmente, dicho metal se ha vuelto más importante y necesario para nuestro planeta.
Por un lado, el mundo está en un proceso de transición energética trascendental, caminando hacia un mayor uso de energías renovables con la finalidad de combatir los efectos del calentamiento global. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la cantidad de energía renovable utilizada en el planeta creció en un impresionante 50% en el 2023 y, para el 2025, las fuentes de energía renovable superarán al carbón como la primera fuente de electricidad mundial. Este crecimiento viene demandando una mayor y creciente cantidad de productos fabricados con cobre.
Por otro lado, las empresas que desarrollan inteligencia artificial a velocidades exponenciales necesitarán miles de data centers para poder procesar la cantidad de información necesaria para atender la exponencial demanda de capacidad de procesamiento. En efecto, se estima que los grandes “hiperescaladores” como Meta, Microsoft, Amazon y Google, invertirán en dicha infraestructura US$200 mil millones en los siguientes nueve meses, un 45% más que el año anterior, y se pronostica que en los siguientes cinco años invertirán US$1,5 billones en lo mismo. Para operar, estos data centers necesitarán mayor energía. Según la IEA, el consumo de electricidad por esta infraestructura se duplicará entre el 2022 y el 2026. Esa demanda de energía, de hecho, será equivalente al consumo de energía total de Japón, la tercera economía del mundo. Para eso, naturalmente, también se necesitarán inmensas cantidades de productos fabricados con cobre.
No es casual que hoy el precio de este mineral bordee los US$5 por libra, cerca de su máximo histórico. Según los expertos, esta situación se mantendrá por varios años, lo que le ofrece grandes oportunidades a nuestro país. Con un precio más alto del cobre, podremos recaudar más tributos y, por ende, destinar más recursos a mejorar los servicios básicos, el nivel de salud, educación e infraestructura de la nación. En suma, a mayor demanda mundial de cobre, mayores posibilidades de mejorar exponencialmente la calidad de vida de los peruanos.
Ahora, por supuesto, si el cobre se queda en el subsuelo no sirve de nada. Necesitamos crear las condiciones políticas, regulatorias y sociales para que las empresas mineras sigan explorando y desarrollando proyectos para extraerlo. No hacerlo, mucho me temo, sería estúpido.