Miguel Henrique Otero

Mientras dentro y fuera de está en curso una serie de iniciativas políticas y diplomáticas que tienen como propósito que reconozca el triunfo electoral de ; mientras cada vez resultan más rotundas las evidencias de que Maduro perdió y la victoria de González Urrutia fue abrumadora; mientras la buena voluntad de los demócratas venezolanos y de otros países está concentrada en los preparativos y acuerdos posibles en el camino hacia el 10 de enero del 2025, fecha en la que debería ocurrir la entrega del mando al presidente electo González Urrutia; de forma simultánea, en los mismos días y horas, el régimen anuncia una iniciativa cuyo objetivo es la destrucción del sistema electoral venezolano.

Han anunciado que se proponen matar con una ley el único recurso con el que los venezolanos contamos para hacer posible que las cosas cambien en el país. Según ese proyecto, de aquí en adelante, Maduro y sus secuaces se atribuirán la potestad de elegir a los candidatos que podrían participar en los procesos electorales.

No solo escogerán a sus propios candidatos, sino que decidirán quiénes pueden o no ser candidatos de la oposición. Esta ley convertiría el veto, el mismo veto injustificado, absurdo, ilegal e ilegítimo con que impidieron a ser candidata presidencial, en ley.

Si tal adefesio se aprueba y el régimen se niega a entregar el poder el 10 de enero, el escenario de todos los procesos electorales posteriores a esa fecha, comenzando por las elecciones regionales del 2025, serán torneos electorales entre candidatos del y candidatos alacranes.

Para consumar esa siniestra meta han dado un primer paso: llamar a un diálogo para debatir el asunto, que no es diálogo, sino una descarada escenificación, donde el pequeño e impotente rebaño de los alacranes escuchará la decisión de reformar las leyes electorales, y la elogiará y aplaudirá, porque de eso trata su contrato: de contribuir a la simulación de que la dictadura consulta y escucha a la sociedad.

Quieren una ley que le permita al régimen fascistoide ejecutar las mismas prácticas violentas y estigmatizantes que realizaban las milicias de las camisas pardas de Benito Mussolini o los paramilitares miembros de los “escuadrones de protección”, en contra de quienes se les oponían en la fascista y la nazi. Se proponen dar continuidad a los modos de los promotores del Estado Legionario de o de los militantes del Partido de la Cruz Flechada.

¿Hay relación entre las prácticas políticas y sociales del fascismo europeo con los métodos de y Maduro? Crear milicias armadas y protegidas por el Estado; marcar las viviendas de los opositores; elaborar listas para perseguir y excluir; aprobar leyes para impedir la posibilidad de cambio en el poder; despojar a la gente de sus derechos ciudadanos y políticos; distorsionar el uso de la lengua, de modo que ella se convierta en un arma de violencia política y terror, justo lo que hace el régimen de Maduro cuando le grita fascista a un demócrata sin que haya justificación alguna para ello. Todo es semejante a lo que hacían los fascismos europeos del siglo XX.

–Glosado y editado–

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Miguel Henrique Otero es Presidente editor del Diario El Nacional