Finalmente, la mayoría del aprobó la , pero en el camino dejó una importante propuesta como la renovación, por tercios o por mitades, al menos de la Cámara Baja, que ahora se llamará de Diputados. Esta práctica que permite dicha renovación es importante porque acerca al representante con el representado y empodera a este último porque podrá cambiar o reelegir –aprobar o desaprobar–, pero por medio del voto y no solo a través de la opinión.

En este contexto, se debería hacer una reforma constitucional para que los congresistas de ambas cámaras sean elegidos durante la segunda vuelta o unos meses después, lo que permitiría darle a la representación legislativa autonomía y visibilidad ante la opinión pública, porque en la modalidad actual la lista al Congreso de los partidos políticos es, en el fondo, un furgón de cola aferrado a los éxitos o fracasos de los candidatos a la presidencia.

Como se sabe, este Congreso tiene una gran desaprobación y en esta tendencia, aunque con menor porcentaje, el Ejecutivo no se queda atrás, con o sin Alberto Otárola, quien a pesar de la actual crisis se mantuvo buen tiempo como presidente del Consejo de Ministros.

Luego de 32 años, el Perú ha ingresado al club de los países con dos cámaras y hemos recuperado nuestra tradición. Ello es importante porque la doble cámara garantizará que se restablezca el control intraorgánico; es decir, al interior del Congreso, pero no necesariamente asegurará una óptima calidad de la función parlamentaria porque no depende de las normas y los procedimientos internos, sino de los valores morales e intelectuales del representante.

La bicameralidad formará parte de nuestro régimen político presidencialista, como sucede en la mayoría de los países de nuestro continente, salvo para los casos de Canadá, Belice y la Guyana Británica, que tienen un régimen parlamentario, o como sucede en algunas islas del Caribe como Trinidad y Tobago, Jamaica y Barbados, solo para citar tres ejemplos. Estas naciones forman parte de la mancomunidad británica.

Nuestro sistema presidencial no es integral, como en Estados Unidos y México. Es más bien atenuado porque no solo se basa en las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo, sino que además el Congreso tiene la capacidad de “frenar” a Palacio a través de diversos mecanismos como la interpelación, la censura, la vacancia e incluso, como dice el artículo 117 de la Constitución, puede acusar al presidente.

La definición de presidencialismo atenuado se debe a una observación que hace Domingo García Belaunde en su ensayo “Presidencialismo atenuado y su funcionamiento”, una explicación que se deduce del análisis de nuestra historia constitucional hasta la actualidad.

También es una buena noticia que, según una encuesta de Datum, el 48% de los peruanos estemos a favor de la democracia, un dato que llama la atención dada la situación de crisis política y de baja calidad de nuestra democracia que tiene visos de lo que en una de sus obras otro constitucionalista y exrector de la Universidad Católica, Marcial Rubio, llamó “esa parte de la autocracia que está dentro de la democracia”.

Respecto de la aprobación que ha hecho el Congreso, algunos sostienen que esa decisión va en contra de la mayoría del pueblo, que en el referéndum del 2018 no votó por la bicameralidad. Al respecto, el año pasado, un grupo de ciudadanos presentó una demanda de amparo recientemente admitida por la Primera Sala Civil de Lambayeque. En dicha demanda, se plantea si es lícito que el Congreso pueda cambiar lo que el pueblo aprobó por referéndum y propone que, en todo caso, se puede aprobar o rechazar de la misma forma.

Más allá de esta reforma y otras como la reelección de los congresistas, y pese a lo mal que está la política en el país, hay que defender la democracia en la teoría y en la acción, y generar confianza en la población sobre sus beneficios como forma de gobierno, para que en las próximas elecciones no caigamos en las manos de candidatos que una vez llegados al poder empiezan a preparar un golpe de Estado, como acaba de suceder con Pedro Castillo.

Cuidado con el autoritarismo que nos quita la libertad, pues tiene partidarios aquí y en Sebastopol, en la península de Crimea, que los rusos sustrajeron a los ucranianos.

Francisco Miró Quesada Rada es exdirector de El Comercio

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