Mario Saldaña

Hay varias maneras de interpretar los móviles y efectos que tiene la censura congresal de antes de ayer al ministro

Una es la evidencia del gran poder de la minería ilegal e informal en este Parlamento y en varios de sus integrantes. Hecho que, dicho sea de paso, no es un fenómeno reciente, pero que se ha ido consolidando en este órgano de poder del Estado y en otros más.

Aquellos congresistas que votaron por la censura (por criterios como la falta de oportunidad para actuar ante el vencimiento del Reinfo, una solución poco realista al proceso de formalización de la pequeña minería o la clara permisibilidad de Mucho y hacia la presidenta por la inaceptable designación de Alejandro Narváez y Óscar Vera en Petro-Perú) deberían ser los primeros en plantear una salida viable y definitiva al tema minero para evitar ser encasillados como parte de un solo bloque proilegalidad.

Pero, de otro lado, va haciéndose evidente la erosión que empieza a sufrir este pacto tácito de no agresión entre Palacio y el Legislativo, que podría permitir que concluya su mandato en julio del 2026. Aquí el condicional siempre fue condicional.

Si bien el ministro Julio Demartini sudó, pero salvó la censura por el escándalo de los alimentos de Qali Warma, nada indica que el titular del Interior, Juan José Santiváñez, tenga la misma suerte y en un plazo no muy lejano, habida cuenta del desborde de las extorsiones y asesinatos. Más si él mismo se puso la soga al cuello semanas atrás, cuando adelantó que daría un paso al costado en caso de que la criminalidad incrementase.

Si la coherencia existiera en el Ejecutivo, ayer debieron ser emitidas dos normas: la ampliación de los estados de emergencia y el despido de Santiváñez. Coja decisión.

Volviendo al punto. Esta segunda censura ministerial es el adelanto de que no son tiempos prometedores los que va a afrontar la presidenta. Para mayores señas, la vicepresidenta del Congreso, Patricia Juárez, ha sido enfática en señalar que el país espera que Dina no mueva un solo dedo para proteger a su hermano de la acción de la justicia.

Dado que no solo ha movido sus dos manos, sino hasta un ‘cofre’ entero para blindar tanto a Nicanor, su hermano, como a su exsocio Vladimir Cerrón, lo más probable es que el cronómetro del fin de su mandato haya empezado a correr.




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Mario Saldaña C. es Periodista

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