He asistido a muchos festivales del libro en mi vida pero a ninguno lo recuerdo como el Hay Festival, un pueblecito en la frontera entre Inglaterra y Gales, a orillas del río Way. Existe desde 1987 gracias a Peter Florence, y es, probablemente, el más exitoso del mundo, por la cantidad de escritores y de público que atrae y porque es el único que se ha expandido por el planeta gracias a su libertad, improvisación, informalidad y poder de atracción. El Hay Festival, que recibió el año pasado el Premio Princesa de Asturias de Comunicación 2020 tiene, además, la fortuna de contar entre sus directivos con una española, Cristina Fuentes, una mujer orquesta que resuelve todos los problemas –a mí me mandó una vez en helicóptero de Londres a Hay– y que es capaz de contagiar su energía prodigiosa hasta a los muertos.
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