Este es el título del primer artículo que escribí en la página editorial de El Comercio, ahora sección de Opinión. Se publicó el 30 de octubre de 1970. Es decir, hace 50 años. Tenía 22 años.
Allí decía: “Creemos que es importante la enseñanza de esta nueva ciencia en nuestro país porque puede servir para que los estudiantes universitarios tengan un conocimiento claro de los problemas políticos que se dan en el mundo y en el Perú. Además con el tiempo se podrán formar especialistas en esta materia que sirvan como consejeros, de partidos políticos y de instituciones con proyecciones políticas”.
Considero que ese tiempo llegó y se inició a comienzos de este siglo, cuando se empezaron a fundar escuelas universitarias en facultades de Derecho y Ciencia Política o en facultades de Ciencias Sociales. Asimismo se crearon maestrías. Incluso hay un doctorado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, en la Universidad Ricardo Palma.
Este hecho, por sí solo, demuestra la importancia que tienen las instituciones para el progreso y desarrollo de una disciplina, porque gracias a estas escuelas y posgrados, quienes tenían interés por estudiar científicamente la política encontraron los espacios adecuados para hacerlo.
Obviamente no todas se crearon al mismo tiempo. La primera empezó a funcionar en la Universidad Católica de Lima, en 1963. Duró poco, pues como me dijo un funcionario de esa universidad, cuando en 1970 quise ingresar para estudiar politología, el Departamento de Ciencia Política se había cerrado “por razones del mercado”. Años después, en 1988, se creó en la Universidad Federico Villarreal la Escuela Profesional de Ciencia Política. Este dato es importante porque es la escuela más antigua en las universidades públicas.
Ahora se enseña la carrera y se otorgan grados académicos y licenciaturas de esta en la Universidad de San Marcos, la Católica, la Nacional de Trujillo, la Ruiz de Montoya, la Ruiz Gallo (Chiclayo), la Micaela Bastidas (Apurímac) y la Santa María (Arequipa). A pesar de que no existe pregrado, en la Universidad de San Martín de Porres hay una maestría en Gobernabilidad, conducida por su Instituto de Gobierno. Donde enseñó Alan García.
También funciona la Red Nacional de Ciencia Política que reúne a la mayoría de dichas escuelas y está organizando el VII Congreso Nacional de Ciencia Política que se realizará en Lambayeque.
Si bien en mi generación existe abundante producción en Ciencia Política de destacados politólogos, previamente con formación jurídica o en ciencias sociales, quiero referirme sí a la nueva generación, cuyo hito está en la obra de Martín Tanaka, actual director de Gobierno y Políticas Públicas de la Católica y que continuó desarrollándose con los aportes de Eduardo Dargent, Alberto Vergara, Carlos Meléndez y Martín Navarro, este último politólogo sanmarquino con maestría en la Universidad Católica que ha publicado dos libros muy bien documentados sobre la otrora izquierda unida.
Estoy leyendo la obra “Ciudadanos sin república”, de Vergara, un politólogo que le imprime a sus artículos una dosis de humor. Basta leer el capítulo “¿Qué es esto de lo caviar, el caviarismo y la caviarada?”. Hace unos meses presentamos, en la Facultad de Derecho y Ciencia Política de San Marcos, la más reciente obra de Carlos Meléndez, “El mal menor”, un estudio dedicado a comprender los antis en el Perú y la situación de los partidos políticos luego de la crisis que estos sufrieron y en el marco de la crisis política actual. Menciono estas obras porque son las que he leído recientemente. Pero hay una importante producción de esta nueva generación, muchos de ellos mediáticos, sea porque escriben en periódicos o son consultados en la radio y la televisión. Como, por ejemplo, Jeffrey Radzinsky, uno de los alumnos más brillantes que tuve en la Universidad de Lima.
En cuanto a San Marcos, ¿por qué se fundó la Escuela de Ciencia Política en la Facultad de Derecho y Ciencia Política? Más allá de los argumentos técnicos, administrativos, académicos, económicos e incluso políticos, fue porque Julio Cotler me lo pidió. Eso sucedió en 1991, cuando en un restaurante de la avenida Arequipa, en donde estuvo presente el doctor Dennis Chávez de Paz, que colaboraba con Cotler, le pregunté en qué facultad podía crearse esta escuela. “Sin dudar, en Derecho”, afirmó. Le pregunté por qué y respondió que, a pesar de lo que estaba sucediendo con San Marcos, por problemas políticos y las incursiones de Sendero, la “Facultad de Derecho era la más tranquila”.
A veces la política determina el futuro de la Ciencia Política.
*El autor es fundador y actual director de la Escuela de Ciencia Política de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNMSM