Fernando Belaunde Terry

En el largo recorrido por el no vamos solamente al encuentro de las poblaciones actuales; acudimos a buscar, en sus grandes realizaciones, a las generaciones pasadas.

Si hay una lección elocuente en las tradiciones de nuestro país, es el esfuerzo por crear tierras de cultivo en un territorio de topografía accidentada, o en los llanos costeños, con el factor limitante de la escasez de agua. El hombre de los Andes y el litoral forjaron una tradición hidráulica que posibilitó el establecimiento de la unidad imperial.

Afortunadamente, las huellas de la obra hidráulica resisten el embate de los siglos. En Tumbes, los cronistas encontraron una agricultura mayor que la actual y el estudio aerofotográfico de ese valle muestra el trazo de los canales que aseguraban el riego artificial en 60 km y 70 km, respectivamente.

En Piura, en la zona de la hacienda Pabur, se iniciaba una gran acequia en una represa de considerable capacidad, regando enormes extensiones hoy improductivas. Si el valle de Chicama ha recuperado su solidez económica, lo debe, en gran parte, al descubrimiento que hizo don Luis Albrecht de los antiguos canales, que puso nuevamente en uso, convirtiendo el valle en un nuevo emporio de riqueza.

Al sur de Lima, entre las nacientes de los valles de Chilca y Mala, se encuentran los restos de un muro de desviación, cuya destrucción ha significado la decadencia agrícola de Chilca. Dicho muro desviaba las aguas del río Mala hacia la quebrada seca de Chilca, hasta que los agricultores del valle vecino decidieron destruirlo para recuperar las aguas de su cuenca. Ante su escasez de agua superficial, Chilca practicó el cultivo en hoyadas, aprovechando la humedad del subsuelo.

Entre las ruinas de Sinchi Marca y Laraos, se encuentran los restos de una represa con un extraordinario muro. La estructura del muro tiene una concepción distinta para asegurarle permanencia. Su construcción de mampostería se caracteriza por la presencia de varias ventanillas superpuestas, que tenían tapones de piedra. Llenado el reservorio, las aguas pasaban a un conducto interno vertical, evitando presiones excesivas que pudieran dañar la estructura.

El valle de Ica no podía dejar de ofrecernos el viviente recuerdo del canal incaico. Me refiero a la obra grandiosa de la Achirana, que sustenta la fertilidad de sus tierras. Su cauce ha sufrido inevitables reconstrucciones, pero sigue siendo la misma arteria vital que inspiró a Ricardo Palma. Atribuye su construcción a la fuerza mágica del amor y la pureza.

Los pueblos nunca olvidan sus victorias militares y sus conquistas. Celebran el triunfo sobre sus semejantes. En la epopeya de la tierra en el Perú, la gloria de un gran triunfo no ha significado la muerte para nadie y sí la vida para muchas generaciones. Se ha triunfado, no sobre los hombres, sino sobre la naturaleza desafiante. Creemos que es la más hermosa epopeya de la historia y que su inspiración debe guiar el rumbo del Perú futuro. Porque venciendo a la naturaleza no se le destruye, se le exalta. No se le vuelve estéril: se le hace más fecunda. No se le profana: se le enaltece. No se ofende al creador: se le rinde culto al completar su obra.

–Glosado y editado–

Texto originalmente publicado el 28 de julio de 1960.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Fernando Belaunde Terry es expresidente de la República