Encontrar al indicado para liderar con eficiencia un ministerio tan complejo como el del Interior (Mininter) parece ser misión imposible. Pero lo contrario parece ser también una disciplina deportiva.
Así, 13 ministros han ocupado el puesto desde el 2021. Algunos cuestionados, otros escandalosamente inadecuados; pocos dejaron el puesto con su nombre y prestigio intacto.
Y, pese a que cambiamos de gobernante en ese tiempo, el Congreso sigue siendo el mismo, aunque, sospechosamente, más tolerante. ¿Cómo podríamos explicar que no se escuche rugir a los miembros del Legislativo ante la publicación de más audios que comprometen a Juan José Santiváñez, actual ministro del sector?
El calibre del contenido y el lenguaje lumpen que supuestamente utiliza el ministro dejan como un cándido evento la fiesta criolla en tiempos del COVID-19 que le costó el puesto a Luis Barranzuela, entonces ministro del sector y hombre de Vladimir Cerrón.
Juan José Santiváñez, ya lo dijo la prensa en su momento, tiene un pasado profesional controvertido y un presente cuestionable, pero para una presidenta como Dina Boluarte, con un 5% de aprobación, la opinión pública no mueve la brújula de sus decisiones y el recato desaparece.
El Ejecutivo parece haber llegado al entendimiento de que lo positivo será tomado con desconfianza y que lo negativo tiene un efecto teflón, toda vez que su permanencia depende de lo que se cocina en el Congreso. Es decir, no pasa nada.
Es cierto que la Diviac le genera urticaria a Dina Boluarte y a su entorno.
La presidenta aparece en el organigrama de grupos delictivos bautizados como Los Dinámicos del Centro, el Caso Rolex, Los Waykis en la Sombra. Razones para desaparecer a esta división policial no le faltan.
Pero también es cierto que en la trama hay diferentes actores con intereses particulares políticos y/o delictivos, y una confrontación en el seno del Ministerio Público y la Policía Nacional del Perú (PNP) que favorece a otras organizaciones criminales que, bajo el radar, operan con libertad, mientras el Congreso aprueba leyes que favorecen la impunidad.
Juan José Santiváñez y Dina Boluarte tienen algo más en común que el gusto por el chifa: uno es fan del tipakay y la otra del kam lu wantán. Ambos aprecian el poder y escalan en él sin importar ser percibidos como traidores u oportunistas. Porque, “para subir, todo vale”.