Editorial El Comercio

Este miércoles, representantes de las empresas a cargo del y miembros de la Autoridad del Transporte Urbano de Lima y el Callao () se reunieron para evitar una verdadera crisis: que un servicio que transporta a más de 200.000 personas todos los días a partir de agosto. Allí acordaron que la paralización anunciada por las concesionarias quedaría, valga la redundancia, paralizada. Pero el problema de fondo, sin embargo, continúa y amenaza con erupcionar en algún momento si no se toman medidas urgentes.

¿Cuáles son los motivos por los que el Metropolitano podría dejar de operar? Según explicó a este Diario un representante de las firmas que lo concesionan, actualmente el sistema estaría operando . Es decir, a pérdida. Un problema que se generaría, entre otros motivos, porque la ATU no les ha pagado a dichas firmas una serie de deudas que superarían los S/500 millones. Por supuesto, nadie trabaja para perder dinero, por lo que las compañías estarían dispuestas a detener la marcha del Metropolitano más temprano que tarde.

Para hacerlo, sin embargo, han solicitado a las autoridades una serie de exigencias como la reformulación del contrato de combustible –a fin de reducir el costo del gas natural vehicular que utiliza el servicio–; un retorno de un 4% de las ganancias del fondo del fideicomiso que actualmente se le asigna a la ATU para mejorar la situación financiera del sistema; la devolución de S/10 millones y la suscripción de una adenda para “salvar el servicio”. La ATU, por su parte, ha anunciado que evaluará “un plan de acción, con la finalidad de elaborar un decreto de urgencia que permita una modificación contractual célere”.

No obstante, esta medida, más que ser una solución, equivaldría a un parche, pues no arregla los problemas de fondos del sistema. Uno de esos precisamente es que las concesionarias del servicio de transporte han explicado que una parte de sus ganancias se ve mermada por la presencia de unidades de transporte informal en la misma ruta, con lo que compiten contra el Metropolitano, pero, al contrario de este, sin cumplir ninguna regulación. Este Diario, por ejemplo, revela en su edición de hoy que 13 líneas autorizadas por la ATU no cumplen su ruta y terminan compitiendo con el Metropolitano en más del 20% de su área de cobertura.

A lo anterior, hay que añadir los casos de fraude físico por parte de inescrupulosos que buscan hacer uso del Metropolitano sin pagar y de aquellos que, para ingresar a alguna de sus estaciones, por bomberos, miembros del Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad (Conadis) o beneficiarios de la policía, aprovechando que el sistema no cuenta con tarjetas diferenciadas.

Por otro lado, hay un tema que es igual de importante y que no se ha tocado en los últimos días: el del bienestar de los usuarios. Así como resulta insostenible que el sistema trabaje a pérdida, también lo es que los usuarios utilicen un servicio que en los últimos meses ha sufrido demoras por buses averiados o en mal estado, además de los constantes retrasos en la salida de los buses y de los cronogramas desordenados que provocan que, en algunos momentos del día, haya muchos buses transitando casi vacíos y, en otros, pocos reventando de gente.

Además, muchas de las unidades del Metropolitano superan los 12 años de antigüedad y han recorrido más de un millón de kilómetros, lo que se traduce en frecuentes fallas mecánicas y un servicio poco confiable. Y, sin embargo, en la reunión de esta semana no se logró establecer un acuerdo para renovar la flota.

Estos son los problemas que las autoridades deben atacar tarde o temprano. Que lo de esta semana haya sido un acicate para que todos los implicados en el tema se pongan a trabajar a fin de evitarle más molestias al usuario. Después de todo, ya se sabe que a veces es mejor cambiar una llanta antes que llenarla de parches.

Editorial de El Comercio

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