Cuando tenemos cada vez más miedo de salir a las calles, nos venimos a enterar de que hay, en el cruce de las avenidas 28 de Julio y Paseo de la República, un pedacito de cielo donde todavía podemos estar a salvo. Fue allí que vimos cómo los serenos metropolitanos aleccionaron a sus colegas miraflorinos en los valores que son claves para garantizar la seguridad del Perú.
1. Velocidad de respuesta: según testigos, que pueden haber estado exagerando o no, por lo menos cincuenta efectivos llegaron a la escena en simultáneo, a toda velocidad, en múltiples camionetas, en cuestión de minutos, para acudir al llamado ciudadano (o, quizá, de algún/alguna alcalde/alcaldesa; eso está por determinarse).
2. Altura moral: los serenos, lejos de cualquier interés material, acudieron a luchar contra la injuria (en este caso, la injuria manifiesta en los carteles que aseguraban que las obras inconclusas en la estación del Metropolitano eran responsabilidad de la Municipalidad de Lima).
3. Garra: los serenos no perdieron la oportunidad de darle su merecido a la comuna disidente, aprovechando las cámaras que los filmaban para enviar a los hampones una lección a través del ejemplo (desde los rincones del Perú hasta los desiertos de Arabia Saudí, no hay mejor elemento disuasivo que una paliza).
Es verdad que alrededor de diez agentes miraflorinos insurrectos terminaron con golpes después de la faena pero, ¿qué son mínimos daños colaterales –algunas heridas y numerosas radios desaparecidas– cuando se habla de elevar la percepción de seguridad en las encuestas?