Este adjetivo del habla culta del Perú y casi toda la América hispana se aplica sustantivado al automóvil también llamado descapotable, es decir, el que puede echar hacia atrás la cubierta plegable de la cabina. En Los últimos días de La Prensa Jaime Bayly dice sobre un personaje: “Así, manejando un convertible con anteojos oscuros, Francisco Larrañaga parecía un hombre de éxito” (Barcelona 1996, p. 268).