Mabel Huertas

De las cosas menos importantes de nuestra agenda pública, la más ridícula debería ser cuántas unidades de bótox o ácido hialurónico se colocó la presidenta , o si un cirujano plástico la intervino para mejorar sus rasgos faciales. En defensa de las mujeres que acuden a un profesional para sacarle la lengua a Cronos, diré que en estos tiempos ya casi nadie puede tirar la primera piedra.

Dicho esto, y habiendo establecido el respeto a decisiones ajenas y asuntos particulares en tiempos modernos, ¿cuándo se convierte esto en interés público? ¿Por qué un programa periodístico como “Panorama” le dedica una investigación a los retoques –bien ejecutados, hay que reconocerlo– de la jefa del Estado?

Boluarte y sus defensores ya han ensayado, para diferentes casos como el del famoso ‘cofre’, argumentos que priorizan la protección de su privacidad. Ella ha dicho que la información que persigue la prensa es “terrorismo de imagen”, “noticias falsas” e incluso un síntoma de envidia.

Pero presidir un país no es lo mismo que presidir un club departamental. No se puede faltar al trabajo así nomás. El hecho de reconocer que se ausentó del cargo por 12 días debido a una intervención estética sería aceptar, primero, una enorme falta de criterio y responsabilidad al generar un vacío de poder. Segundo, desnudaría, una vez más, las prioridades de una paracaidista en Palacio frente a los problemas nacionales. Y, tercero, revelaría falta de transparencia.

Tal y como ha narrado “Panorama”, no solo se habría ocultado su ausencia, sino que también se habrían agendado eventos ficticios para encubrirlo. En buen cristiano: todo un aparato financiado con dinero público habría mentido para que la señora estrene nueva nariz. La presidenta no ha negado de manera tajante estas sospechas y –curiosamente– el cirujano en cuestión, teniendo la oportunidad, tampoco lo ha hecho.

Son las medias verdades de la presidenta y sus voceros las que han llevado a priorizar en los dominicales un asunto que no solo queda en lo banal, sino que tiene matices políticos y legales.

Y mientras algunas maduritas ya sacan ticket para atenderse en la clínica Cabani, Boluarte aguarda los humores de los congresistas para ver si procede la acusación constitucional por la presunta infracción de los artículos 114 y 115 de la Constitución, derivada de sus ambiciones estéticas.

La presidenta, cuya estabilidad sigue siendo precaria y con nulo apoyo popular, esperará –eso sí, ¡regia!– por el desenlace. La que puede, puede.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mabel Huertas es socia de la consultora 50+Uno

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