Santiago Pedraglio

Las están especialmente activas. Ocurre en Europa con, por ejemplo, Georgia Meloni en Italia y Marine Le Pen en Francia –a pesar de su reciente resbalón en la segunda vuelta de las legislativas–. También en Estados Unidos, algo evidente con la vigencia de Donald Trump. Y en América Latina, si nos atenemos al desatado protagonismo de Javier Milei en Argentina.

Representantes de la extrema derecha han sabido liderar la crítica a la democracia liberal calificándola de ineficiente y benévola con ciertas élites políticas, empresariales, mediáticas y académicas. Estas críticas les han permitido recoger el malestar –o la bronca, sin más– nacido de promesas incumplidas por la democracia y sus políticos.

Otro punto en común es que saben movilizar sentimientos nacionalistas: el lema “Estados Unidos primero” es bastante claro. En Europa oponen la identidad nacional a la Unión Europea y dirigen el faro de la alarma hacia la migración... salvo cuando se trata de las respectivas selecciones de fútbol. Milei promete una Argentina convertida “nuevamente” en potencia mundial.

Numerosos de ellos proclaman o se rozan con manifestaciones racistas y homofóbicas, centran sus ataques en lo que llaman la “ideología de género” y siembran sospechas sobre la evidencia científica del cambio climático.

En fin, es difícil condensar las muy variadas propuestas políticas de las extremas derechas en el “mundo occidental”. No tienen un programa único y dependen de las condiciones institucionales de cada país. Las emparenta, sí, su incomodidad o franco rechazo a los principios básicos de la democracia liberal, como la independencia de poderes. También sus brotes autoritarios y la construcción de enemigos fáciles de identificar y útiles para polarizar –los “terroristas”, los migrantes–.

En el Perú –con una sociedad informal, un Estado semiformal y una ciudadanía ocupada en la sobrevivencia– el recorte a la autonomía de poderes es una constante. Lo mismo pasa con la violación a los derechos humanos y la seguidilla de iniciativas de la mayoría del Congreso que, con un tono nacionalista, pretende que el país les dé la espalda a sus compromisos internacionales.

En un mundo lleno de incertidumbres, las precarias pero incisivas certezas de estas derechas están siendo suficientes para construir bases políticas sólidas y obtener un respetable caudal electoral. ¿Lo lograrán en el Perú?

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Santiago Pedraglio es sociólogo