Mario Vargas Llosa

Después de ocho años he regresado al paraíso. Siempre recuerdo el día, decenas de años atrás, que Ernst Keller, un empresario suizo avecindado en el Perú que tenía una fundación educativa, nos esperaba a Patricia y a mí con un paquete de boletos para las funciones del festival de verano que se celebra en Salzburgo y que transcurre desde finales de julio hasta el último día de agosto. “Es mi regalo para ustedes, por haberse lanzado a la candidatura a la presidencia de la República. Lo prometí y lo he cumplido”. Era una colección de entradas para todas las funciones del festival, fundado en 1920, que se celebra en esta ciudad todos los veranos y que convoca, en esta tierra prodigiosa, a las orquestas, directores y cantantes más afamados. Fue el único hecho positivo de esa campaña electoral de la que tengo un penoso recuerdo. Desde entonces, todos los veranos habidos y por haber Patricia y yo hemos aparecido por aquí para darnos un baño de buena música y ver las mejores óperas. Y también, desde entonces, leo en los periódicos y revistas las críticas especializadas y las informaciones musicales, aunque la falta de tiempo no me da para tanto como quisiera.

Mario Vargas Llosa Premio Nobel de Literatura 2010

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