La sorpresa: Obvio, Cornejo. Confirmó, para los que habíamos perdido la esperanza –¡sí, voté por él!– que un quinto de Lima apuesta por una ilusión de tecnocracia e institucionalidad partidaria, aunque sea aprista.
La mejor campaña: la de Castañeda, porque fue concebida a partir de la angurria y los complejos de sus rivales; porque convirtió un primer error (la conferencia de prensa cancelada) en un efectivo distanciamiento con los medios que le sirvió para hacerse de una imagen de candidato popular no tradicional; porque capitalizó la tacha del JEE anulada por el JNE ; y porque creó la mejor postal de la contienda subiéndose a un cerro para que lo entreviste Beto. Que fue una buena idea, lo confirmó Susana, pues más adelante ella hizo lo mismo.
El lechero: Cornejo porque le tocó el pico a pico con Castañeda en el último debate. ¿Será aprista el empleado del JNE que sangoloteó los papelitos del sorteo?
La sin suerte: Susana, porque su pecata minuta (las preguntas sobre candidatos coladas en un ‘focus group’ de Imasen) se convirtió en escándalo; porque le tocó el incisivo Fernán Altuve en el pico a pico; porque de todas la inauguraciones que pudo hacer en campaña, la que tuvo más a la mano fue el traumático corredor azul.
La canción: “Soy Salvador”, que pegó y se viralizó para bien. Lástima para Heresi, que, cuando era el momento de ponerse técnico, insistió con la musiquita y se dejó atrasar por Cornejo.
El chiste: “Mario Testino vendrá de Londres a tomar las fotopapeletas en San Isidro”. Lo dijo la propia Madeleine Osterling en ‘sketch’ junto a Carlos Álvarez (presumo que él le pasó la línea).
El símbolo: El bigote de Cornejo. Guillermo Arteta lo tenía más frondoso, pero Enrique se parecía además al bigotón Ned Flanders y le quedó ‘perfectirijillo’.
El escudero: Augusto Rey como candidato a teniente alcalde de Susana; pues la antipática Patricia Juárez fue oportunamente retirada cuando Castañeda dio la cara; Jaime Salinas tenía fama de bumerán y asustó al entorno de Heresi; y Cornejo no se dio tiempo para posicionar a su equipo.
El desleal: PPK, virtual candidato presidencial por Perú Más (el partido del que Heresi es secretario general), en lugar de apoyar a Salvador, tuvo mejores expresiones para otros candidatos.
El lema: “Volverán las obras”, de Castañeda, porque alió pasado y futuro, con puya incluida a Susana.
La propuesta: El metro. Ya existe y ya empezó a ejecutarse, pero había que subrayarla y apropiársela, como lo hizo Cornejo. De ahí salió su buen lema, “a todo tren”.
En resumen, no fue una mala campaña. A pesar de los análisis sombríos, sí hubo debate de temas de fondo y, contra todo prejuicio, hasta la población más desinformada se ha visto expuesta a discusiones sobre transporte y seguridad.
A nivel distrital, la gran cantidad de alcaldes reelectos, muestra –quiero ser optimista– que en esta primera dimensión política, la ideología pesa menos, y apostamos a continuidades y gobiernos sostenibles.
En el equipo de Castañeda y de otros ganadores en el Perú, de hecho se ha colado la codicia, el principal móvil del ‘hacer obra para robar’. Nuestra tarea es, por lo tanto, ponderar la obra y prevenir el pillaje.