Sin reformas claras, el futuro del país parece dirigirse hacia un terreno político y jurídico inestable, propiciando el resurgimiento de un estatismo anticuado y fórmulas electorales antisistema. La proliferación de leyes y regulaciones ha creado un entorno complejo y confuso que perjudica a los ciudadanos. La sobrerregulación es un problema significativo en el Perú.
La reciente reforma constitucional sobre la bicameralidad ejemplifica cómo simplificar la normativa puede mejorar la situación. La introducción de una segunda cámara legislativa plantea desafíos adicionales en términos de legislación y regulación. Con un marco legislativo saturado, agregar más regulaciones solo complicará la aplicación efectiva de las leyes existentes.
La cantidad y calidad de las leyes son preocupantes, ya que los cambios normativos constantes generan costos significativos para ciudadanos y empresas. La falta de comprensión profunda sobre las realidades que se intentan regular conduce a regulaciones ineficaces y onerosas. Las empresas, al enfrentar mayores costos regulatorios, trasladan estos gastos a los consumidores a través de precios más altos, impactando negativamente en el bienestar económico de la población.
Es esencial una política regulatoria que optimice la relación entre el Estado, los ciudadanos y las instituciones, promoviendo el desarrollo económico y social, así como la sostenibilidad ambiental. Simplificar y ordenar el marco legal existente, respetando las normas de producción del derecho y aplicando una técnica legislativa adecuada, son pasos cruciales para mejorar la calidad de las leyes y aumentar la seguridad jurídica.
Simplificar nuestras leyes significa un entorno más claro y justo para todos. Es hora de adoptar medidas que promuevan una regulación eficaz, beneficiando a cada ciudadano.