El fuerte sismo de magnitud 8 tuvo su epicentro en Loreto pero se sintió en casi todo el país. (Foto: Alonso Chero / El Comercio)
El fuerte sismo de magnitud 8 tuvo su epicentro en Loreto pero se sintió en casi todo el país. (Foto: Alonso Chero / El Comercio)
Enrique Vera

El crujido del techo de madera apenas dio tiempo para que Tarcila Moriyari Manihuari cogiera a su hijo, de 1 año, y saliera a tropezones del cuarto donde vivía y que ahora es solo otro montón de palos y esteras caídos en el distrito de Lagunas, en la provincia de Alto Amazonas (). Cuando el sismo de magnitud 8 ocurrió, a las 2:41 a.m. del último domingo, Tarcila acababa de dormirse. Ayer por la tarde, llevaba más de 15 horas despierta, aturdida por los nervios, en medio de unas sesenta personas que miraban con terror lo que ha quedado de sus casas. Ninguna de ellas sabía dónde pasaría la noche, ni las que vendrían.

Debido al movimiento sísmico, el río Huallaga se desbordó, lo que causó una erosión de casi treinta metros en el puerto de Lagunas. Una hilera de viviendas contiguas al puerto colapsaron en el enorme fango extendido.



La Oficina de Defensa Civil de la Municipalidad Provincial de Alto Amazonas ha registrado hasta el momento 48 inmuebles afectados (desplomados o con fisuras), 53 familias damnificadas y tres heridos en los cuarenta caseríos de Lagunas.

Lagunas está a cuatro horas de viaje por río desde Yurimaguas, capital de Alto Amazonas. Hay aproximadamente mil habitantes allí.

Según los últimos reportes oficiales, es la jurisdicción más afectada por el sismo si se trata de magnitud de daños. Antes de Lagunas, a casi dos horas de Yurimaguas, está el distrito de Santa Cruz. Una localidad formada por 24 caseríos y donde los deterioros, aunque menores, han afectado estructuras más grandes. En esa zona, por ejemplo, cayeron parte de una iglesia y de dos postas médicas. La mayoría de casas agrietadas están en los anexos de Huatapí, El Progreso y Selva Alegre.

Otro grupo de familias que han quedado a su suerte se encuentra en el distrito de Jeberos, ubicado a ocho horas en embarcación desde Yurimaguas. Son más de veinte: 15 huyeron por el grave riesgo que asomaba en las enormes grietas de las construcciones que las albergaban, y cinco porque el sismo de gran magnitud no les dejó nada. Ni techo ni vestido ni alimentos. Nada. No se han reportado heridos en esa zona, pero sí hay una población que por la lejanía teme quedar en el total olvido.

—Yurimaguas en alerta—
El terremoto dejó rastros en el centro de la ciudad de Yurimaguas. Un local de comida y tres casonas cercanas a la Plaza de Armas –todos de adobe–, por ejemplo, tienen parte de sus fachadas derrumbadas: como si los propios dueños hubieran iniciado ahí una primera fase de demolición. Las áreas de peligro han sido restringidas para el paso peatonal, y el fluido eléctrico, que en la madrugada del domingo se cortó por horas, ahora sigue con normalidad.

El desastre es mucho mayor camino a Yurimaguas. Son dos horas de recorrido en auto desde Tarapoto, región San Martín. En la vía queda parte de lo que fue una veintena de deslizamientos de rocas y tierra, lo cual todavía demanda el trabajo de grupos de maquinistas. Además, hay varios tramos con hundimientos de pistas y barandas destrozadas por la caída de piedras.

El punto de mayor emergencia de la carretera está a la altura del kilómetro 60, en el puente Sisayacu, cerca del pongo de Caynarachi. Ahí una parte de la vía quedó cuarteada y, aparentemente, a punto de ceder. El tránsito en esa zona continúa por un solo carril. 

En el distrito de Lagunas

48 casas resultaron afectadas
53 familias damnificadas

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