Fabiola Gutiérrez Arce (30), investigadora social que trabajó unas temporadas en la cancillería, describió en un post de Facebook que fue, por mucho tiempo y con particular fastidio, víctima de acoso por parte de un embajador que era su jefe. Según su relato, entre octubre del 2016 y enero del 2017 el hombre la citaba a su despacho con excusas rebuscadas, la invitaba a almorzar a pesar de sus reticencias y hasta le asignó un encargo indebido –que lo ayudara en un libro que él quería publicar por su cuenta– con tal de tener una excusa para rondarla.
Una noche le envió un mensaje diciéndole que la veía “linda”. Al día siguiente, le pidió perdón, pero la atmósfera laboral ya era irrespirable. Quizá Fabiola hubiera renunciado o su acosador la hubiera despedido, si no fuera porque a este lo asignaron al despacho del vicecanciller. Llegó un nuevo embajador, muy correcto, aunque tenía un subalterno que también, afirma, la acosó. Ese episodio duró poco, gracias a que el nuevo jefe lo apartó de su entorno.
El embajador acosador fue enviado a un país vecino, a Bolivia, y Fabiola, ya fuera de Relaciones Exteriores, prosiguió su carrera. Hasta que, unos días atrás, una película que casi pasó desapercibida en la ceremonia del Óscar, “Bombshell”, sobre el escándalo de acoso protagonizado por el exjefe de Fox News Roger Ailes, causó tal impacto en Fabiola que, según lo dice en la primera línea de su post, la motivó a contarlo todo.
A pocas horas de viralizada la denuncia, el domingo 4, el vicecanciller Jaime Pomareda tuiteó en solidaridad con ella y se comprometió a investigar. En efecto, al día siguiente, Fabiola se reunió con él y, acto seguido, con la Unidad de Asuntos Disciplinarios de Recursos Humanos. En un plazo de dos semanas, que se cumple el martes 18, la unidad debe entregar un informe a Pomareda, y este evaluará si abre un proceso disciplinario ante una comisión de 5 personas (2 mujeres y 3 hombres). Sin duda, Pomareda elevará el caso, pues sabemos de buena fuente que la denuncia y las pruebas (correos electrónicos, entre otros) que aportó Fabiola provocaron que se ordenara al embajador venir a Lima (ver la resolución).
—La Paz-Lima—
La víctima ha dado valientemente la cara, pero no ha dado el nombre del victimario más que a la cancillería. Nos ha dicho, en una extensa conversación, que no lo menciona porque no quiere exponerse a un contraataque legal del imputado. Respetamos su decisión. Son otras fuentes las que nos han aportado el documento que aparece en esta página y que nos aseguran que el imputado de haber acosado a Fabiola sería el embajador Jorge Lázaro Geldres, que estuvo a cargo de la Dirección General de Estudios y Estrategias de Política Exterior en la época en que ella entró a trabajar allí con una orden de servicio. Antes fue embajador en Paraguay y presidente de la Asociación de Funcionarios del Servicio Diplomático.
Llamamos a cancillería para que nos confirmen que la razón del viaje de Lázaro se debe a la denuncia formalizada tres días antes, pero encontramos un muro de silencio. El de Fabiola parece una inversión de la mayoría de casos conocidos de acoso: la identidad de la víctima se conoce desde el primer momento y la del presunto victimario se protege con celo diplomático.
Llamamos a Lázaro Geldres a su celular y nos dijo: “No puedo dar ninguna declaración, porque ese asunto lo está viendo la dirección de recursos humanos”. Intentamos seguir hablando con él, pero se negó a hacerlo y cortó. La escueta respuesta, al menos, nos confirmó de su propia boca que recursos humanos está tratando un asunto que lo involucra.
Luego de este áspero contacto con Lázaro, volvimos a llamar a cancillería. Alejandro Neyra, jefe del gabinete de asesores, nos dijo que no podía confirmarnos la identidad del investigado, pues ello podría viciar la investigación. Tampoco nos confirmó lo que nos ha contado una fuente confiable: otra víctima, animada por el relato de Fabiola, habría presentado una denuncia que también involucra a Lázaro.
El acoso sexual en el sector público tiene un largo historial, pero se ha visibilizado con los protocolos de denuncia y prevención incorporados en los últimos años. Como El Comercio ha informado recientemente, en el 2018 se reportaron apenas dos denuncias, mientras que en el período que va de marzo del 2019 a la fecha se han reportado 43 casos: 42 denuncias las hicieron mujeres y solo una la hizo un hombre. El acosador suele ser el jefe y los delitos y faltas son seriales y complejos, pues el culpable suele incurrir en discriminaciones, hostilidades y hasta peculados para salirse con las suyas. Recientemente, se destapó el caso de Miguel Risco, directivo de Editora Perú, ahora investigado por la fiscalía y a quien esa empresa estatal le ha retirado la confianza.
Torre Tagle no es la excepción a la alarma y a la prevención. Desde el 2017 (luego del caso en cuestión), hay una directiva contra el hostigamiento que hoy ha entrado a tallar. Y, tras la denuncia de Fabiola, se ha distribuido una encuesta que indaga por causales e indicios de acoso. El formato, al que hemos tenido acceso, comete una omisión: no incluye a las trabajadoras por órdenes de servicio, que era la condición de Fabiola en el 2016.
Estaremos atentos al proceso y a su transparencia. Al exembajador Fortunato Quezada (no fue denunciado por acoso, sino por hostilidad laboral) se lo procesó durante seis meses antes de sancionarlo. El servicio diplomático, por su condición itinerante, que lleva a pequeños grupos a convivir en condiciones de mayor interdependencia que la habitual, debe reforzarse con alertas para estar libre de mañosos y abusivos.