En la gigante y caótica estación del ferrocarril de Shinjuku, en Tokio, hace exactamente diez años, el ahora encarcelado ex presidente Alberto Fujimori, arrancó una campaña para llegar al senado japonés mientras las autoridades chilenas decidían si era extraditado al Perú para ser procesado por corrupción y derechos humanos.
A través de un video, Fujimori se autoproclamaba el último samurái y aseguraba estar dispuesto a dar su vida por Japón. "Por el país de los samuráis", decía a los electores en el mensaje grabado desde un rancho chileno, que fue transmitido en aquel barrio de Tokio, justo en el centro de la ciudad.
Una encuesta nacional del Instituto de Opinión Pública (IOP) de la Universidad Católica revelaba en aquella época que para el 74% de los peruanos, la postulación de Alberto Fujimori era solo una forma de burlar la justicia.
"Es evidente que esa decisión tiene que ver con el juicio que se le lleva en Chile y que es una manera de tratar de distraer el proceso judicial", declaraba el entonces canciller José Antonio García Belaunde. "Con esa jugada se pretendía convertir al ex mandatario peruano en más que un ciudadano japonés, y por ende, inmiscuir al gobierno de ese país en la extradición", decía.
Alberto Fujimori dirigió su campaña desde la lujosa Hacienda Chicureo, en las afueras de Santiago, donde el ex mandatario cumplía con arresto domiciliario.
"Quiero poner a trabajar mi experiencia de 10 años como presidente para Japón y para el mundo", dijo a través de este video. En otro mensaje enviado, el ex presidente manifestó que su decisión de participar en la política japonesa tenía que ver "directamente con su futuro" y que la tomó bajo el concepto de "Perú y Japón, latiendo en un solo corazón".
Esta decisión sorprendió, incluso, a sus más fieles seguidores como la ex congresista Martha Chávez. Con el anuncio, el fujimorismo se dividió, en contra y a favor, de una postulación que podía poner fin a su carrera política en Perú.
-El fracaso-
En sus carteles electorales, Alberto Fujimori aparecía con el lema "El último samurái", haciendo referencia a la película protagonizada por Tom Cruise, y con un chaleco antibalas puesto.
Las agencias extranjeras informaron que el ex presidente, según la distribuidora Warner Bross en Tokio, no pidió permiso para hacer uso del título como eslogan electoral.
El Nuevo Partido del Pueblo (o Kokumin Shinto), era una pequeña formación de centro-derecha y conservadora, creada en el 2005 en Japón por disidentes del gobernante Partido Liberal Demócrata. Fue fundada por un antiguo jefe de la policía nipona Shizuka Kamei, amigo y gran admirador personal de Alberto Fujimori. Así, y a través de Kamei, el ex mandatario llegó a esta agrupación, que fue disuelta en marzo del 2013.
"Invité a Fujimori para que usara su conocimiento, su rica experiencia y su reputación en beneficio de Japón. Estoy convencido de que es el último samurái que queda dentro de la política, y quiero que su vigor, su coraje, su confianza y su benevolencia sean usados en nuestra sociedad", contó en alguna entrevista.
Días después del anuncio de esta candidatura, el juez chileno Orlando Álvarez negó, en primera instancia, la extradición de Alberto Fujimori, a pesar de todos los contundentes argumentos de la fiscal suprema, Mónica Maldonado.
Finalmente, el 29 de julio del 2007, un día después de su cumpleaños, Fujimori sufrió una estrepitosa derrota y solo obtuvo 51.279 votos, frente a los 117 mil votos que logró Shozaburo Jimi, quien ganó uno de los dos escaños que obtuvo el Nuevo Partido del Pueblo.
Alegó que el fracaso fue porque no pudo conducir su campaña electoral y que no contó con los medios económicos y el tiempo suficiente para conquistar al electorado japonés.
Dos meses después de su derrota y la maniobra para politizar su caso –como aseguraron sus detractores–, la Corte Suprema de Chile admitió la solicitud de extradición por siete delitos. Es así que el 22 de setiembre del 2007, Fujimori fue extraditado al Perú. El resto de la historia es conocida.