Francisco Sagasti no lleva ni ocho meses en el poder, pero su agenda ya es de transferencia. Y su rendición de cuentas, por lo tanto, no es de obra hecha, sino de destrabes, evaluaciones e instrucciones para prevenir o apagar incendios.
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Sus mayores esfuerzos se concentraron en comprar vacunas y en confrontar al Congreso por la vía pacífica, si eso era posible. A modo de despedida, reeditará su libro “Imaginemos un Perú mejor” y abrirá las puertas del MUNA, el museo nacional.
—Su homólogo de Ecuador, Guillermo Lasso, ha dicho que el mejor programa de reactivación económica es el programa de vacunación, ¿coincide?
No diría que es el mejor programa por sí solo; es una condición necesaria para hacer que la economía funcione plenamente, sobre todo en un país como el nuestro donde buen número de las personas en edad de trabajar se generan su propio puesto de trabajo y tienen que salir a la calle.
—Hemos visto los esfuerzos para acelerarlo, pero quisiéramos que fuera más rápido. ¿Cuáles son los principales cuellos de botella, las vacunas, la burocracia, el factor humano?
No hay un solo cuello de botella; hay varios cuellitos de varias botellas. En primer lugar, si bien tenemos todos los contratos firmados por alrededor de 65 millones de dosis, cada laboratorio tiene una manera diferente de programar las entregas. Entonces, nos avisan que día y cuánto llega, y tenemos que estar atentos para saber qué día contamos con qué número de dosis. Más que un cuello de botella es una condición a la que tenemos que adaptarnos continuamente. En segundo lugar, vacunar masivamente requiere de una logística muy sofisticada. No hemos tenido en nuestra historia, que yo recuerde, una operación tan grande con diferentes vacunas, diferentes requisitos de almacenamiento, varios factores que hacen que este proceso de vacunación sea muy complejo. Por último, está el tema de los recursos humanos. Hay que movilizar gente, hay que movilizar vacunadores, y esto requiere algunos procesos de contratación, de seguros, y como tenemos cierta fluctuación en el envío de las dosis, esto crea algunos baches.
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—¿El Estado es más complicado de lo que usted creía como investigador y planificador?
Sí, es mucho más complicado. He pasado muchos años mirando el sector público, viendo el tema de planeamiento estratégico, pero, luego, el periodo que pasé por el Congreso me permitió ver la complejidad del proceso de creación y aprobación de leyes y ver que, en muchos casos, hay normas que produce el Congreso y, a veces, crean problemas.
La ‘pos’ confrontación
—Veo que tiene muy presentes esos problemas. Usted cambió el chip confrontador de Vizcarra, pero según datos que me ha dado mi colega Martín Hidalgo, tiene 100 leyes observadas, mientras que Vizcarra en todo su periodo observó 24.
Eso es muy fácil de explicar. En periodos anteriores, ha habido congresistas que ya conocían el método legal. El Congreso que se eligió en enero del 2020 ya era muy limitado. El ejemplo más claro son las leyes de creación de distritos. Es una función exclusiva del Ejecutivo y tiene una serie de parámetros muy claros: extensión, número de habitantes. Y, sin embargo, la gran mayoría de las leyes que nos hemos visto obligados a observar son estas que contravienen la Constitución.
—Incluso veo que no solo las ha observado, sino que hay un paquete de esas leyes [de creación de distritos] enviadas al TC.
La razón es que, como Ejecutivo, estamos obligados a hacer eso. No podemos dejar pasar una ley inconstitucional, el Congreso las aprueba por insistencia. Esto no es nuevo. Cuando estaba en el Congreso, me tomé el trabajo de leer y sabía que había cosas que no se podían plantear, y se los dije con toda claridad a mis colegas.
—¿Esa sería una de las razones por las que el Congreso está belicoso?
Desgraciadamente, hay un voluntarismo muy grande. Es un Congreso que ha surgido de un proceso muy accidentado, con vacancia, etcétera. Hay congresistas muy bien intencionados, con una concepción clara de lo que quieren hacer, pero no conocen los límites normativos y administrativos. Desde siempre, hay muchísimos congresistas que creen que basta una ley para que cambien las cosas. Ahora, hemos observado otras leyes que sí son necesarias, son importantes, pero tienen defectos. Lo que hacemos es proponer su corrección y trabajamos en conjunto.
—Además de observar leyes, usted ha llamado a algunos de sus ex colegas y los ha exhortado a trabajar juntos, como a Luis Valdez, y no ha funcionado.
Hay congresistas y hay congresistas. Hay algunos que tienen una manera de ser, una actitud, y consideran que el papel del Congreso es siempre cuestionar al Ejecutivo y que pueden hacer prácticamente lo que deseen. Son diferentes a otros congresistas. Hemos tenido reuniones con algunos de ellos. Les hemos explicado: ‘mira, esto no funciona’. Y hemos llegado a acuerdos.
—¿Su tasa de convencimiento es alta?
Creo que es sustantiva porque no hay tantos proyectos de ley. Algunos son inconsecuentes, pero aquellos que podrían tener alguna implicancia económica, que hablan de declarar algo de interés nacional, pero por ahí se suelta una frase, un mandato de asignar recursos, ahí hay que rechazarlo. La PCM tiene un grupo de abogados que verifica esto con mucho cuidado.
Sinopharm o Pfizer
—Volvamos a la vacunación. ¿Los escándalos en torno a Sinopharm favorecieron a que ustedes se concentraran en firmar el contrato con Pfizer?
No, creo que hay un error. Estamos negociando con varios laboratorios, Pfizer, AstraZeneca, Moderna, Johnson & Johnson, Gammaleya, Sinopharm. La decisión que tomamos desde el primer momento fue negociar con todos, resguardando los intereses nacionales y viendo la manera de conseguir la mayor cantidad de vacunas lo antes posible. En algunos casos demora muchísimo. Con un laboratorio se inició a finales de noviembre y llegó un momento en que algunos funcionarios dijeron ‘hay que tirar la toalla porque no vamos a lograr nada’, y dijimos, ‘no, sigamos negociando’. Lo que nos ha permitido contar con vacunas provenientes de cinco laboratorios ha sido esa voluntad férrea de negociar con todos.
—Si bien sigue siendo cierto que la mejor vacuna es la que uno tiene en el hombro, la estrella sigue siendo Pfizer.
Mire, para nosotros una vacuna que está aprobada por la OMS y nosotros le damos un registro excepcional es una vacuna buena. Todas las vacunas son buenas. ‘Mejor o peor’ son porcentajes, opiniones de un médico u otro que no debieran tener ningún impacto en la decisión de un peruano de vacunarse.
—Permítame una pregunta personal, ¿se ha puesto una dosis de refuerzo de Pfizer?
No. Lo que se hace en estos casos es consultar con amigos que son expertos en vacunas y he podido consultar continuamente. Yo recibí las dos dosis de Sinopharm y se espera que la mayoría de vacunas tengan al menos unos nueve meses de protección, que varía de acuerdo a la constitución física. Lo que se hace normalmente a los seis meses o nueve meses es una prueba de anticuerpos para ver si todavía se mantiene el nivel de anticuerpos. Por eso, Pfizer y Moderna están desarrollando vacunas de refuerzo, como se hace con la gripe. Lo que se tiene que hacer —y haré en unos meses— es una prueba de anticuerpos a ver si mi sistema inmunológico sigue trabajando bien contra la Covid. Si sigue funcionando, no tendré que preocuparme; si no está funcionando bien, buscaré una dosis de refuerzo.
—Al comienzo, se percibió cierta reticencia para que el sector privado no entre atropelladamente. ¿Estamos en mejores condiciones para dar más pasos hacia una colaboración eficaz?
Estamos colaborando desde el comienzo. Aquí hay un malentendido que es necesario aclarar: no es que en mi gobierno rechazamos al sector privado o lo dejamos de lado; es que, desde el punto de vista médico, jurídico e internacional, no hay ningún laboratorio productor de vacunas que hasta el momento le venda al sector privado. Lo que escuchábamos de ‘me voy a Rusia, a Washington y consigo 100 mil dosis’ es puro cuento.
—Sé que colabora. Mi pregunta va a si estamos ya en capacidad de que el Estado entregue vacunas a empresas.
Lo que estamos haciendo, como decía mi abuelita, ‘es igualito pero diferente’. Convocamos a empresas para que nos ayuden con la logística. Acabamos de firmar un convenio con Antamina para Áncash, otro convenio con Southern para cinco regiones, y la propia Sociedad Nacional de Minería y Petróleo está conversando con otras empresas para que ayuden a acelerar; pero la responsabilidad, la dirección, las normas, son del Minsa.
—Pregunto por una curiosidad que nos dejó el proceso de vacunación. ¿Algo de lo más molesto para usted fue la insistencia de la ex canciller Elizabeth Astete en que sí le informó de que había sido vacunada?
Ha habido muchos momentos incómodos a lo largo de todo este proceso; algunos que han sido más públicos y otros que no han trascendido. Encontrarse con cero vacunas cuando llegamos y llevarlo hasta donde hemos llegado ha tenido una serie de momentos críticos desagradables, algunos de triunfo; así que yo prefiero no hablar sobre algunas cosas que, en su momento, pudieron ser incómodas pero no tienen ninguna trascendencia.
—A modo de balance, tras estos meses, ¿cómo definiría el legado, la herencia de Vizcarra?
No sé cuál es el legado porque francamente no me he puesto a examinarlo. Lo único que hicimos al llegar es ver como estaba la situación y encontramos que había muchas cosas que se decían pero que había una cierta distancia entre los planteamientos y lo que había en realidad. En ese momento, dijimos ‘aquí está el problema’, y trabajamos en conjunto con cinco objetivos: la pandemia; el segundo tema, la reactivación económica, cómo construíamos sobre lo que había dejado el gobierno anterior. El Plan Reactiva fue bastante útil pero tenía ciertos vacíos. Hemos hecho una serie de medidas adicionales planteadas desde el MEF, que no solo permiten reactivar rápido, sino ayudar en salud. Prometimos elecciones limpias y hemos cumplido; no hemos interferido en nada. Prometimos un proceso de regularización de la educación en el Perú y hemos avanzado lo más rápido que se ha podido y estamos dejando un plan definido para la vuelta a las clases presenciales. El ministro de Educación del gobierno pasado dejó muy avanzado el plan Aprendo en Casa. Lo retomó el ministro actual y lo potenciamos para varias plataformas.
—¿Le parece que tenga que ser una condición para retornar a las clases presenciales que todos los maestros estén vacunados?
Tenemos que tener dos cosas. Que se cumplan los protocolos establecidos, con o sin vacuna; eso es lo primero. Muy pronto vamos a tener el número suficiente de vacunas para todos los maestros; ya lo hemos anunciado. Ayer estuve en Huánuco, en una comunidad nativa y estuvimos vacunando maestros. Esto va a ser una responsabilidad del gobierno que siga. Si continúa este ritmo, quizá se pueda vacunar a toda la población mayor de 18 antes de fin de año, que fue nuestro propósito inicial.
¿Y si auditamos?
—Habló de elecciones limpias. Lamentablemente, no pudo prometer tener elecciones no judicializadas porque estaba fuera de su alcance. Hay una impaciencia nacional, ¿la comparte?
Más que impaciencia, es el propósito de que se haga en el menor tiempo posible la transferencia con transparencia, y que sea lo más ordenada posible. Estamos haciendo una transferencia administrativa, ya todos los ministros tienen lista la información del caso. Estamos haciendo una transferencia política en el sentido de darle al próximo gobernante las líneas maestras. Todos los viernes y lunes están saliendo dos ministros a explicar qué ha hecho cada uno de ellos en su cartera.
—¿Hubo siquiera como evaluación, como reflexión, la posibilidad de que se pidiera una auditoría [a la OEA] para aplacar las dudas en parte de la población?
Me hace recordar el vals ‘para calmar las dudas que tormentosas crecen’, el vals “Hermelinda”. Tenemos un sistema electoral que ha funcionado sin la más mínima interferencia por parte del Poder Ejecutivo. Todo se ha ceñido a las reglas establecidas. Las misiones de observación internacional, todas, han indicado que el proceso no ha sido fuera de lugar, que haya contravenido las normas que se requiere para elegir un gobernante de manera transparente y honesta. Entonces, creo que hasta ahí podemos llegar.
—¿Y le parecería bien, en su gobierno o después, un proceso de evaluación y autocrítica para encontrar qué se puede mejorar y se pida la asistencia de la OEA u otros organismos?
Si hay algo que hacer, es una autocrítica de todos. Que sea una autocrítica de los finalistas, cada uno. ¿Qué autocrítica puede haber de parte del gobierno?
—No me refería solo a una autocrítica, sino a una evaluación sobre lo que haya que mejorar, sobre todo de parte de los organismos electorales.
Creo que son los partidos políticos y las coaliciones las que tienen que hacer esa evaluación de su propio comportamiento. Nosotros, como gobierno, nos hemos mantenido al margen, hemos dado todas las facilidades a los organismos electorales, sin la más mínima interferencia. Hasta la segunda vuelta en la noche, los dos finalistas dijeron que las elecciones eran limpias y sin problemas, y que el gobierno no debería intervenir. Entonces, la evaluación tendría que venir sustantivamente de los partidos políticos que participaron en la segunda vuelta.
—¿Ya no hay otro mensaje apelando a figuras deportivas hacia Keiko Fujimori?
Yo creo que ya esto fue un toma y daca entretenido por un momentito, pero ya esa historia hay que dejarla, ya basta de metáforas deportivas. Yo las he usado un par de veces, pero suficiente.
—Más bien, Mario Vargas Llosa, sin apelar a metáforas deportivas ha dicho claramente que el gobierno tomó partido por un candidato.
¿Sí? Bueno, lamento la desinformación, porque cualquier persona que puede ver objetivamente, con claridad, las cosas que ha hecho el gobierno, puede ver que eso no es cierto.
—Usted habló con Vargas Llosa y, si bien él salió a aclarar que no hubo nada indebido de su parte que llevara a pensar que lo presionó para que hablara con Keiko Fujimori, ahora sale a la carga.
Mire, yo me quedo con las declaraciones que hizo el señor Vargas Llosa en su entrevista anteriormente. No sé ni existe alguna evidencia para que pueda cambiar de opinión.
—¿No fue una buena idea llamarlo?
Para mí, la política, en general, consiste en un ejercicio de diálogo, de conversación, con las personas que están de acuerdo con uno y con las personas que no están de acuerdo, sobre todo en momentos críticos. El que se haya satanizado que uno haya hablado con un congresista, que haya hablado con una personalidad, con otro, es simplemente de personas que no quieren hacer política, que quieren imponer un punto de vista a rajatabla porque cualquier otro está equivocado. Eso no es hacer política, ni siquiera es sensato, ni siquiera es un comportamiento decente. Por eso, no tengo ningún problema en conversar; sin embargo, lo que veo es distorsiones, mentiras, malinterpretaciones que salen en diversos medios y en las redes sociales, que no tienen nada que ver absolutamente nada con la realidad.
—¿Se anima a contarnos con quién más conversó esa vez?
En este momento, yo creo que ese tema lo dejamos zanjado. Le podré contar más adelante, después del 28 de julio, cuando tengamos una nueva persona sentada en el sillón de Pizarro.
El eterno destrabe
—Hace unos meses, le pregunté sobre sus proyectos prioritarios, de una lista de 52 que había dejado Vizcarra, y me dijo que priorizaba Majes Sihuas y Chavimochic. ¿Ha sido así?
En Majes Sihuas se ha avanzado y prácticamente está listo. Lo que es increíble es la complejidad que nosotros mismos hemos creado en la normativa en la cual intervienen el gobierno regional, el ministerio de Agricultura, el MEF, los concesionarios. Había que resolver algunos problemas de garantía gubernamental. En el caso de Chavimochic, el tema es más complejo porque está involucrado Odebrecht, que es una empresa con una serie de problemas judiciales. Allí lo que hemos hecho con toda claridad es definir las opciones reales que tenemos como gobierno. Había una opción propuesta por Odebrecht, una propuesta por el gobierno regional y otra por el ministerio de Agricultura. Cada una tiene su pro y su contra. Lo que estamos tratando de hacer es dejar listas cuáles son las opciones que tiene el Estado peruano para avanzar con ese importantísimo proyecto. Le doy un ejemplo adicional: la red dorsal de fibra óptica. Ya se han reportado los problemas que hemos tenido para poder seguir con el contrato de concesión original. Tomamos la decisión política de rescindir ese contrato, pero el proceso de rescisión de un contrato de esta naturaleza toma meses: primero uno tiene que plantearlo, recibir observaciones, viene la respuesta del concesionario, un periodo de conciliación, la contrademanda, hay que evaluarla. En concreto, estamos a punto de sacar la resolución de un proceso que empezamos en febrero. Pero ponerla en práctica va a tomar unos cuatro o cinco meses más allá del gobierno de transición. No podemos saltar esos pasos.
—Hay un proyecto que parece que le ha puesto especial énfasis y hasta cariño: la autopista central. ¿O me equivoco?
No se equivoca. Sí, es un problema de 100 años. La carretera central fue diseñada y concebida en los años 20 del siglo pasado, construida mucho más tarde y, simplemente, está sobrepasada. Desde hace años se viene discutiendo vías alternativas hacia la zona central de nuestro país y hacia la selva. Hay diferentes rutas para hacer eso, se hizo una evaluación y se vio que la ruta que pasaba por Cieneguilla hacia arriba era la más conveniente, y estamos con un contrato gobierno a gobierno haciéndolo con Francia. Ha habido cuestionamiento incluso de algunos ex ministros de Economía, sobre porqué lo hacemos gobierno a gobierno, que va a ser mucho más caro, que mejor hubiera sido hacerlo por una APP. Pero acabamos de ver cómo está la Línea 2 del Metro y todos los problemas que nos ha creado ese contrato. Lo que el Perú no puede es esperar más para conectar de una manera eficiente y segura el centro del país con toda la zona costera y a partir de ahí con lo que viene de nuestra selva.
—El contrato de gobierno a gobierno no sería ideal en otras circunstancias, pero el Estado es tan complicado, que hay que optar por ello, ¿es lo que quiere decir?
Exacto. Y es una cosa más que dejaremos para el próximo gobierno. El problema que tenemos es que el Perú tiene una capacidad en términos de diseño, supervisión, ejecución y de ingeniería, muy alta; tenemos excelentes profesionales. Pero tenemos problemas de corrupción que han impedido el uso de esta enorme capacidad. Pero no vamos a cortarnos el brazo simplemente porque tenemos una herida profunda. Lo que vi, pero es de largo plazo, cuando era presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología, con claridad, es que hemos tenido empresas corruptas, algunas se aliaron a empresas extranjeras, otras hicieron carteles locales, ¿pero eso significa que los ingenieros que trabajaron allí son corruptos o incompetentes, que no pueden hacer cosas buenas? Lo tenemos que hacer es recomponer esa capacidad de hacer proyectos. Mientras hacemos eso con todas las sospechas que hay en este momento, lo más eficiente es usar el contrato de gobierno a gobierno, con capacitación en todos los aspectos, incluyendo el ‘compliance’, que es cumplimiento con las normas éticas.
—Cuando dentro de unos meses o años alguien diga ‘esta obra la dejó encaminada Sagasti’, ¿en qué obra piensa?
Ocho o nueve meses es muy poco tiempo para dejar obra completa. Lo que sí me gustaría es que se reconozca que tenemos una manera de gobernar diferente, transparente, con honestidad, convocando a las mejores personas, convocando al sector privado, a la sociedad civil, a las instituciones académicas, avanzando en reformas, que se puede gobernar con democracia pese a las dificultades en el aparato estatal, haciendo esto en colaboración con los gobiernos regionales y locales. He visitado durante mi gestión todas las regiones del país, es una promesa que hice y ayer visité la última que me quedaba. Bastaría decir lo que decimos todos en el gobierno de transición y emergencia: no prometemos lo que no podemos cumplir y cumplimos lo que prometemos. Eso, más que una obra es dejar una manera de gobernar. He mencionado las vacunas. En lugar de que pase un memorándum de un ministerio a otro, todos los domingos nos reunimos la presidenta del consejo de ministros, el ministro de relaciones exteriores, el ministro de salud, el de economía y finanzas y yo, y juntos vemos que problema hay para conseguir las vacunas lo más pronto posible. Se trabaja en conjunto. A la hora de poner las medidas para evitar los contagios no es que un ministro las hace solo; es un equipo interministerial que propone al gabinete.
—No pretendo que rompa su neutralidad, pero, si el próximo presidente le pidiera un consejo sobre en qué debe poner énfasis, ¿qué le diría?
Lo que vamos a hacer es lo siguiente: poner a quien siga en el cargo toda la gama de opciones para que decida, y estaremos dispuestos a dar nuestra opinión sobre los temas que nos pregunten. Vamos a estar a disposición y yo personalmente. Lo primero que haremos y eso es una cosa ideal, espero que se pueda dar, es que una vez que tengamos proclamado a la persona que ejercerá la Presidencia de la República, podamos reunirnos en el Acuerdo Nacional con los dos finalistas, y acordar un mini acuerdo de respeto mutuo y gobernabilidad. En segundo lugar, me reuniré con la persona que sea designada para ocupar el cargo que tengo yo ahora, y tendremos una reunión y le explicaré qué es lo que hemos hecho.
—Ese deseo es una propuesta: ¿que en el Acuerdo Nacional se pueda reunir con los dos candidatos?
Esta iniciativa surgió del propio Acuerdo, de varios miembros de la sociedad civil. Gobernadores, políticos, sugirieron esto y el secretario técnico del AN [Max Hernández] me dijo ‘hay esta sugerencia’, y la apoyé de inmediato. No es que lo haya propuesto yo; ha salido del propio AN. Eso es lo importante.
—¿Quiere ser testigo de que los finalistas de la segunda vuelta se choquen el puño?
Me encantaría. No yo, sino todo el país espera un mínimo de reconciliación y de respeto. Todo el país está en vilo y requiere un enorme esfuerzo de concertación, de respeto mutuo, de no descalificación, de trabajar de acuerdo a los hechos; y, de ahí en adelante, trabajar juntos en el Bicentenario.
—Si le plantearan que ocupe un cargo con una función simbólica como encargarse del proceso de vacunación o de planificación, ¿aceptaría?
Yo estoy próximo a cumplir 77 años. He entrado a la vida política activa durante 5 años desde el 2016. Tengo muchos otros proyectos de carácter intelectual, cosas que terminar y creo que es importante que otras personas tomen la posta. Yo, encantado de ayudar, estaré disponible para conversar, sugerir algunas cosas; pero asumir un cargo activo, lo veo difícil.
—Se dice que la presidencia a uno lo lleva a cumplir más años de los que realmente tiene.
Este ha sido un trabajo extremadamente intenso. He tenido en mi vida profesional momentos de mucha intensidad. En los años 70, dirigiendo un proyecto mundial con 150 investigadores, cuando ni siquiera existía Internet, en diez países del mundo y tres años para pensar la relación entre tecnología y desarrollo. Cuando me hice cargo de crear la división de planeamiento estratégico en el Banco Mundial, en esa época también fue un trabajo muy intenso. Estos meses han sido probablemente más intensos que los dos encargos anteriores que tuve y lo único que espero es, por lo menos, haber cumplido el mínimo que requería la ciudadanía que un gobierno de transición y emergencia haga en momentos tan difíciles como los que estamos viviendo.
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