Lo formal no quita lo valiente, por Giulio Valz-Gen
Lo formal no quita lo valiente, por Giulio Valz-Gen
Giulio Valz-Gen

La candidatura de pasa por su momento más difícil. El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) resolverá en estos días si procede o no la inscripción de una modificación a los estatutos de Todos por el Perú. Suena a un mero formalismo o un “tema administrativo” (como lo han llamado los del partido de la antorcha). Sin embargo, el asunto es mucho más complicado. Si las modificaciones estatutarias no pueden ser inscritas, entonces varios de los actos y acuerdos aprobados por Todos por el Perú, con posterioridad a las mismas (entre los que se encuentra la propia elección de Guzmán como candidato presidencial) se caen. El efecto dominó.

El Registro de Organizaciones Políticas del JNE (ROP) es el registro público de los partidos políticos.

Quien haya realizado cualquier trámite registral (desde inscribir un simple poder hasta registrar un acta de junta de accionistas con una fusión de empresas) sabe que en este territorio lo formal es lo que manda. ¿Eso esta bien? Por supuesto que sí. El respeto a la forma sirve para que aquello que termine siendo inscrito refleje actos incuestionables que puedan servir de base para que otros tomen decisiones (que Registros Públicos tenga fallas no enerva el principio).

Si, por ejemplo, usted quiere inscribir un poder pero no cuenta con la firma de quien lo otorga, entonces el registrador no lo inscribirá. 

En esa misma línea, si un partido político pretende inscribir la modificación de sus estatutos, pero no cumple con sus propias reglas internas para hacerlo, entonces el ROP no lo registrará.  

Las formalidades o “temas administrativos” que conciernen a los partidos políticos, son, incluso, más relevantes que aquellas que rigen a otro tipo de organizaciones. 

Un partido es la estructura legal que lleva a las personas que pretenden ser el gobierno del Perú. Las formalidades concernientes a su organización interna son sin duda relevantes. Más que las de las empresas, más que las de los ciudadanos. 

Si Juan Pérez no puede inscribir un poder porque le falta una firma, entonces una organización política tampoco debería poder inscribir una modificación de estatuto si es que esta no cumple con sus reglas internas.

Ciertamente, irregularidades como las antes mencionadas pueden ser subsanadas. El problema en el caso de Todos por el Perú es uno de tiempos. Sucede que los plazos electorales ya avanzaron y subsanar ahora lo que se hizo antes ya no es posible.

Todos por el Perú está en su derecho de defenderse sobre los temas formales y de plantear una discusión constitucional para que prevalezca su derecho a la participación política (a elegir y ser elegidos conforme a ley).

El problema que tiene que enfrentar el JNE es que, si privilegia esto último, desincentivaría que las organizaciones políticas cumplan con las normas que las regulan. ¿Para qué cumplirlas si igual luego te perdonan?

Si decide darle más peso a las formalidades, dejaría fuera de la elección a quien viene subiendo en los sondeos. Menuda decisión, más aun cuando también hay serios cuestionamientos a otras candidaturas.

Julio Guzmán debería tener la valentía de reconocer que algo no se hizo bien, que la forma no fue respetada. Si el JNE logra encontrar una fórmula que le permita competir, respetando la Constitución y la ley (lo que incluye las normas del ROP), bienvenido sea.

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