Las agrupaciones políticas de mayor tradición como Acción Popular o el Partido Aprista Peruano no tienen a ninguna mujer autoridad. (Imagen: GEC)
Las agrupaciones políticas de mayor tradición como Acción Popular o el Partido Aprista Peruano no tienen a ninguna mujer autoridad. (Imagen: GEC)

La presencia de mujeres en la política es una problemática global. Desde que Finlandia permitió el voto femenino y la elección de mujeres al Parlamento por primera vez en 1907, luego de más de cien años después, solo dos países tienen una mayoría de representantes en el ámbito nacional: Ruanda (64%) y Bolivia (53%). Si bien las cuotas de género han probado ser efectivas alrededor del mundo, existen tendencias globales que muestran que no son suficientes. De acuerdo con Hughes y Paxton (2019), existen países que no muestran cambios desde 1945. Estos son países de orientación comunista como China o Vietnam con 20%, o de regímenes políticos religiosos islámicos como Líbano, Kuwait o Yemen con menos de 5%.

Por otro lado, están aquellos que lograron ganancias incrementales como los países latinoamericanos, y los nórdicos. Asimismo, países posguerra que tuvieron una ruta ‘fast-track’ para incrementar el número de mujeres de políticas con escaños reservados como Sudáfrica, Ruanda o Irak. Finalmente, aquellos que alcanzaron una meseta, pues lograron incrementar la proporción de mujeres pero se estancaron. Dentro de estos países están los compuestos por el otrora bloque soviético y el Perú. En nuestro país, el número de mujeres congresistas se duplicó en las primeras elecciones donde se puso en implementación la cuota (de 11% a 22%), y aunque nunca más volvió a los valores previos a la ley, tampoco ha logrado superar la barrera de 30%.

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De acuerdo con el portal del, la gran mayoría de agrupaciones políticas cuenta con al menos 40% de mujeres afiliadas, lo cual indica una tendencia bastante positiva en la composición de las organizaciones políticas. Sin embargo, la figura es diametralmente opuesta cuando se analiza la composición de las autoridades partidarias. Solo Vamos Perú tiene una mayoría de mujeres en posiciones de liderazgo en el interior de la organización (57%), Unión por el Perú y Todos por el Perú tienen al menos un tercio de las mujeres en altos cargos partidarios, y el resto oscila entre 10% y 39%. Otro detalle importante es que las agrupaciones políticas de mayor tradición como o el no tienen a ninguna mujer autoridad, y el Partido Popular Cristiano cuenta con tan solo un 13%. Serían los nuevos partidos los que tienen una mayor proporción de mujeres en sus cúpulas.

Este fenómeno no es exclusivo de la región, y pone en evidencia la ausencia de verdaderos sistemas democráticos en la selección de líderes y representantes dentro de los partidos. Reducir las barreras de acceso no asegura su permanencia ni su desarrollo en el interior de una organización política. Esta disparidad entre militantes y líderes se denomina ‘techo de cristal’. El término fue usado por primera vez por Marilyn Loden en 1978 para referirse por qué las mujeres no lograban acceder a puestos de dirección en las empresas. Actualmente, los techos de cristal se usan para mencionar barreras invisibles a cualquier grupo en desventaja como mujeres, minorías étnicas, población LGBT, entre otras. Erradicar las trabas de acceso no significa que aquellas barreras invisibles dejen de importar una vez dentro de un partido.

Entender un poco más sobre la problemática de hacer política como mujer en el Perú sigue siendo un reto. Reflexionar sobre este tema es una necesidad a la luz de los veinte años de regreso a la democracia, una serie de reformas institucionales y políticas, y la permanencia de prácticas perniciosas en la política relacionadas a la selección de candidaturas, financiamiento de campaña, cobertura mediática sesgada y violencia de género, y una brecha de género extendida no solo en la política, sino en la sociedad.

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