En el 2000, el canal RCN, no contento con transmitir “Yo soy Betty, la fea” por televisión en Colombia, comenzó a emitirla como radionovela por La Mega. Sin otra opción que esperar en el tráfico de la ciudad, el colombiano Mauricio Cruz Fortunato era una de esas personas que siguió de cerca la historia de Betty y Armando, y creció con esta. Años después, se sorprendió a sí mismo dirigiendo la continuación de la telenovela en una serie de Prime Video, “Betty, la fea: la historia continúa”.
Si bien Cruz Fortunato tiene una carrera de más de 30 años como director de televisión, pocos conocen su trabajo fuera de Colombia, ya que prefiere retirarse de las redes sociales a un espacio “tranquilo”, donde pueda trabajar bajo su propia visión cinematográfica sin distracciones. Su estilo se aprecia en telenovelas como “Doña Bárbara,” “Café con aroma de mujer,” entre otras, pero ninguna fue más inspiradora para filmar “Betty, la fea” que la telenovela de Fernando Gaitán en 1999.
“Uno siempre se identifica con los personajes frágiles, y a mí siempre me pareció que Betty tiene esa, no debilidad, sino honestidad y simpleza por la vida. A mí me parece que es bellísima”, cuenta el director colombiano en una entrevista exclusiva con Saltar Intro de El Comercio.
Además, recuerda con cariño al Perú, porque ha trabajado con Christian Meier en “El Zorro” y su buen amigo, Salvador del Solar, en “La Traición,” así como con otros artistas peruanos que viajaron a Colombia a inicios de los años 2000. Muchas producciones en el radar, pero ninguna del tamaño del proyecto sobre la fea más querida de la televisión y, posteriormente, del streaming, tras su paso por Netflix y Prime Video.
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— “Betty, la fea” es la producción latinoamericana más vista en la historia de Prime Video. ¿Te lo esperabas?
Es un personaje demasiado importante para todo el planeta. Así que pensé que iba a ser bien recibido. O sea, no sabía si llenaríamos todas las expectativas, pero sí tenía esperanza de que sería así de increíble. Si hubiera tenido la conciencia de que iba a ser espectacular, me habría dado mucho susto y no habría aceptado, porque la responsabilidad aumenta. Somos súper afortunados.
— Como director, ¿tienes algún patrón en tu trabajo que podamos notar en “Betty, la fea”?
No, he tenido la fortuna de hacer cosas diferentes, pero Betty es única. El personaje es diferente. Es una mujer que no es tan agraciada físicamente... supuestamente. Mi problema es que yo la veo bellísima, porque me parece una mujer muy tierna, inteligente, exitosa, y es difícil no enamorarse de ella. Luego, cuando conoces a Ana María Orozco, ves que es dulce, una mujer súper profesional y entregada al oficio.
— Ana María Orozco es muy querida en Perú, ya que “Betty, la fea” se emitió muchas veces por televisión. Y ahora es la pareja de una figura peruana, Salvador del Solar.
Con Salvador, tuvimos el placer de trabajar juntos, y con mucho talento peruano que venía a Colombia hace años, como Christian Meier, Diego Vértiz y Rossana Fernández-Maldonado. Tengo un afecto por Perú muy fuerte. Siempre hemos tenido una empatía con Salvador, y es de las personas que respeto mucho en el medio por ser un tipo brillante, guapísimo, culto, talentoso y gran actor. Soy su admirador desde que hizo “Pantaleón y las visitadoras.” Ana María y él se ven bellísimos juntos. Son puro amor, se ven divinos; no se sabe quién hace brillar más al otro.
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— ¿Cómo es trabajar con Ana María Orozco?
No solo con ella, sino con todos los actores. A veces, era muy difícil, pero la verdad es que es un elenco maravilloso. Es el proyecto en el que más he negociado en la vida, porque no soy de creer en decisiones autoritarias. Somos como un efecto dominó: donde cae una ficha, caen todas. Simplemente, tuvimos que dirigir hacia dónde enfocarnos. “Betty, la fea” era una telenovela de 300 episodios, y ahora es una serie de 10 capítulos, donde tenemos que concentrarlo todo. No se trata de frenar a los actores, porque son tremendos comediantes. Antes, entre más improvisaban, era mejor, porque hacían más tiempo de historia. Siempre he dicho que ellos estaban acostumbrados a un sistema parecido a la grabación con público presente en el estudio. También es muy difícil cuando tienes que contener tu propia risa, porque todo era muy gracioso cuando estábamos grabando. Además, antes se grababa todo, y hoy tenemos una sintaxis cinematográfica. Es otra cosa. Ellos estaban acostumbrados a que el chiste nacía en el momento y era el que quedaba.
La escena icónica de la serie
— ¿Consideras icónica alguna escena de la serie?
La escena final del primer capítulo, donde Betty se da cuenta de que cambió por culpa de una presión social y vuelve a sus raíces. No es algo cómico, para mí es dramático. Salvador del Solar me decía: “Mauro, he visto esa escena tres veces, y en todas, se me eriza la piel.” Es la escena más linda que filmamos, porque explica el argumento de la serie. Propone la pregunta de por qué cambiar, cuando primero tengo que amarme a mí mismo para que la sociedad entera lo haga.
— ¿Crees que “Betty, la fea” es más un drama o una comedia?
“Betty, la fea” siempre ha sido un drama. Pienso en la primera vez que vimos a Betty hace 20 años. No había nada más dramático que ella. La vemos, porque siempre está metida en algún drama circunstancial. Su torpeza, sus cosas, combinadas con esta brillantez y que está en el lugar equivocado. Termina triunfando y siendo la presidenta de una empresa importante de moda. No hay nada más dramático que una comedia, y nada más dramático que Betty. Y no hay nada más divertido que poder reírse del drama ajeno.
— ¿Qué te faltó contar en la serie?
Son muchas historias en las que me hubiera gustado detenerme y explorar. No sé, me gustaría ir más a la intimidad de Hugo Lombardi, porque solo tiene vida dentro de Ecomoda. Pero, ¿qué pasa a fondo? ¿Cuáles son sus enredos sentimentales? Parece una persona con muchas máscaras, pero, en el fondo, es un tipazo.
— ¿Entonces dices que Hugo Lombardi podría tener un spin-off?
¡No! Cualquiera de ellos sería un spin-off increíble. Claro que sí.
— El homenaje de Hugo Lombardi a Inesita, Dora Cadavid, que en paz descanse, fue un momento tierno en la serie. En otra entrevista, me contaron que los actores leyeron el guion del episodio y dijeron: “Esto es Betty, la fea.” ¿Hubo dificultad en filmar ese capítulo?
Las dificultades normales de cualquier filmación. Todos nos inclinamos para rendirle homenaje a Inesita. No tuve el placer de conocer a la actriz, pero todos me hablaban maravillas de ella. Muchas ideas para ese capítulo vinieron de Julián Arango (quien hace de Hugo Lombardi) y del departamento de arte. Me parece muy fuerte que un actor como él quisiera hacerle ese homenaje a Dora. El saco que se puso lo inventaron junto con el diseñador de vestuario. Se lo puso y me dijo: “¡Qué te parece!” Estaba hermoso. Y hacerle este altar a Inesita fue muy bonito. Ahora que lo veo en retrospectiva, hacer “Betty, la fea” fue muy bonito, porque se sufre la angustia al ser un proyecto con mucha presión de parte de muchísimas personas, pero allí está el resultado, y creo que se ve todo el amor que le pusimos.
— ¿Y cómo trabajaste con los demás actores? Sandra, personaje de Marcela Posada, es un ejemplo de cambio radical, porque salió del clóset y ahora tiene una pareja.
Mucha gente dice que es forzado, que no ven a Sandra en ese rol, que ella siempre fue heterosexual, que siempre buscaba a su alemán de dos metros, que esto y aquello. Yo creo que la vida gira. Conozco a una persona, a quien amo entrañablemente y conozco desde que éramos niños. Se descubrió gay de muy grande. (Se encoge de hombros). Todo gira y no sabemos qué va a pasar o qué me pasará a mí. Antes, había un tabú; éramos conservadores. Ahora nos permitimos situaciones y sentimientos, me parece que es así como debe ser. No me gusta cuestionar a los personajes, sino explorar la forma en que los llevamos. Al comienzo, a Marcela le costó trabajo aceptar a Sandra, porque también estaba muy arraigada a su personaje anterior. Hablamos mucho sobre eso. Es una mujer muy inteligente que entendió, porque nada tiene que ver con nuestras creencias y valores. Es una cuestión sobre sentir, punto. Lo valioso de Sandra es que, por elipsis de tiempo, se logró aceptar a sí misma.
"Si hay posibilidad, solo quisiera seguir narrando “Betty, la fea” y tener el placer de trabajar con un elenco tan maravilloso"
— En la segunda temporada, ¿qué te gustaría mantener, mejorar o agregar?
Parte de la perfección, como dicen en la cultura japonesa, es repetir las cosas, porque no hay nada que mejorar. Si estamos haciendo un sable, lo tengo que hacer con el mismo martillo, porque si presiono más, lo daño. Si vemos “Yo soy Betty, la fea” en el pasado, es bastante precaria, pocas escenas en el exterior, pero la historia es magistral. Ahora, formo parte del ADN de la historia. No sé si me llamen para más temporadas, pero si hay posibilidad, solo quisiera seguir narrando “Betty, la fea” y tener el placer de trabajar con un elenco tan maravilloso.
Comentarios negativos, no gracias
— ¿Estarías dispuesto a leer algunos comentarios de los fanáticos de “Betty, la fea”?
No.
(Risas)
Hay una cosa que me pasa. No soy muy de redes sociales, no tengo Instagram y nunca tuve Facebook o Twitter. Nunca me ha gustado y no me interesa; a duras penas tengo un email. Me sorprendió que Saltar Intro me haya encontrado. Prefiero mantener una distancia con los comentarios, porque sé que hay buenos e hirientes, y prefiero que la balanza se nivele y estar tranquilo. Alguien me dijo hace poco que me habían dado palo por algún motivo en una publicación de 400 comentarios, bastantes de estos sobre la serie. Con todo respeto, es muy difícil manejar la subjetividad ajena. Como director, tengo que respetar, porque me pagan por mi subjetividad, y tengo que manejar la forma de pensar de Amazon, los productores de la serie, los actores y el público. Cada quien tiene que sacar sus conclusiones de si está de acuerdo o no con la serie. Todo el mundo tiene la libertad de no verla también. Pero si es la producción número 1 en el mundo entero, creo que son más los comentarios buenos que los malos. No me gusta saber qué piensan, porque me indispone y mi vanidad se “achicopala.” Es bueno que mi ego sea golpeado de vez en cuando, pero este es un momento de éxito para mí.
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