Amazonas debería ser, simple y llanamente, uno de los destinos predilectos de los peruanos. Tiene un clima templado durante todo el año (de mayo a setiembre no hay lluvias), una capital ordenada y amable (Chachapoyas es de las ciudades más seguras del país) y un paisaje mestizo que es todo un símbolo del Perú y sus gentes: hermosas montañas serranas bañadas de verde y más verde.
Precisamente, muy cerca de Chachapoyas se encuentran los miradores de Huanca Urco y del Cañón del Sonche, donde los Andes amazónicos se lucen en todo su esplendor. Con unos mil metros de profundidad, la vista es inolvidable y, si tiene suerte, podrá observar cóndores cruzando el cielo.
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Tradición centenaria
A 20 minutos de la capital amazónica se encuentra el pueblo de Huancas, fundado, según la tradición, por un puñado de guerreros huancas traídos por los incas como mitimaes. Estos le legaron a su descendencia lo mejor que sabían hacer: su alfarería. Hoy, quienes continúan practicando este valioso saber —que es patrimonio cultural de la nación desde el 2012— son las mujeres del lugar, que han formado la Asociación Comunal Productiva de Alfareros y Artesanos La Cusana. Gracias a esta labor en conjunto, ahora el viajero puede visitarlas y conocer de la mano de ellas el proceso de elaboración de sus obras, desde la recolección de la arcilla hasta el moldeado y la cocción del barro.
“Algunos hombres del pueblo también se dedicaban a la alfarería, pero la pandemia los obligó a buscar otros trabajos. Nosotras, en cambio, persistimos en esta labor, porque es nuestro patrimonio y debe continuar vivo”, sostiene Buenaventura Estela Vilca, maestra alfarera. María Vilca, su madre, de 70 años, también forma parte de esta asociación, al igual que su hija, de 13 años. Esta tradición siempre se ha transmitido así, desde la época precolombina: de generación en generación y como un juego para las más pequeñas. El resultado es apabullante: en menos de quince minutos, María es capaz de dar forma a una maceta a partir de un amasijo de barro. Platos, macetas, tazas, esculturas de animales e incluso de ellas mismas: pueden hacer de todo con sus manos, prodigiosas.
El café que no conoces
Amazonas posee el secreto más delicioso de nuestra selva alta: su café. Por ello, en el 2017, se creó la Ruta del Café de Chachapoyas, con la finalidad de promover el consumo interno de este producto y ofrecer un circuito de alto nivel para el viajero. “Inicialmente, éramos seis cafeterías, pero la pandemia obligó a cerrar a dos de ellas. Nuestro valor agregado es la variedad: cada uno de los establecimientos de la ruta ofrece algo diferente”, cuenta Doriza Calongos de Mosquera, a cargo de la cafetería Santa Margarita, que busca rescatar una tradición local que se está perdiendo: pasar el café en bolsas de tela.
Qallarix, por su parte, es una marca que trabaja directamente con productores de la región para garantizar la trazabilidad y la cadena de valor del café, mientras que Maná destaca gracias a su armoniosa combinación de café y chocolates, que le permite elaborar una bombonería de sobresaliente nivel. Finalmente, el Café Fusiones posee un verdadero laboratorio cafetalero, ideal para vivir la experiencia de procesar el café desde la etapa de tostado hasta la degustación. Amazonas espera por ti con una buena taza de café. //
El mejor guía
Para recorrer los miradores es el profesor Manuel Abanto (917 909 947), experto en la historia y las tradiciones locales.
Puedes contactar
A la Asociación Comunal Productiva de Alfareros y Artesanos La Cusana a través de Buenaventura Estela Vilca (973 811 839), maestra alfarera, y Tania Miranda (976 179 531), encargada del CITE Utcubamba.
Más información
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