La palabra procrastinación viene de la palabra procrastinare. En latín “pro” significa “adelante”, y “crastinus” quiere decir “hasta el día siguiente”, haciendo referencia al futuro. Entonces, podemos entender a la procrastinación como dejar para mañana lo que debemos hacer hoy. Existen diferentes motivos para evitar hacer tareas o actividades en el momento en que deberíamos hacerlas. Algunos de ellos tienen que ver con el lado más emocional de las personas, pues hacer algunas actividades nos produce miedo al fracaso o a que otras personas no valoren nuestro trabajo.
Otro motivo puede ser no saber por dónde empezar: a veces, la incapacidad para organizarnos y planear nuestras actividades hace que nos bloqueemos y no sepamos por dónde comenzarlas y que, por lo tanto, las evitemos completamente. Por otro lado, algunas personas prefieren disfrutar de la ‘emoción’ que hacer las cosas a último minuto provoca.
Estos últimos, muy probablemente sean “procrastinadores crónicos”. Existen dos niveles de postergación, o de procrastinación: el eventual y el crónico. El primer nivel está asociado a la respuesta emocional que algunas actividades nos producen. Entonces, cuando una actividad nos produce mucho miedo o ansiedad, lo más probable es que evitemos llevarla a cabo. El segundo nivel, en cambio, está más relacionado con una conducta de evitación más constante, en la que las personas suelen evitar cumplir con tareas importantes con mucha frecuencia, reemplazándolas por actividades que son más agradables y placenteras.
La procrastinación es un tema que se trata desde hace mucho tiempo. Filósofos como Platón, Sócrates y Aristóteles hablaron acerca de conductas de postergación. Todos se cuestionaron por qué si las personas sabemos que tenemos que hacer algo que es importante, lo evitamos hasta el punto en que esto nos produce malestar.
En los últimos años, las neurociencias han investigado el tema, y han llegado a la conclusión de que existe una explicación biológica que nos dice por qué las personas postergamos las cosas. El sistema límbico es la parte más antigua y dominante del cerebro humano, y los procesos de los que se encarga son, en su mayoría, automáticos. La corteza prefrontal, por otro lado, es la parte del cerebro que nos diferencia de los animales, y es la que se encarga del control de las emociones, los impulsos y la personalidad.
De acuerdo con Tim Pychyl, por ser más antiguo, el sistema límbico tiende a ser mas dominante. Por esta razón, cuando nos encontramos frente a una actividad que no queremos hacer o que percibimos como muy compleja, en muchas ocasiones el sistema límbico “gana la batalla” y nos hace buscar la gratificación inmediata. Por eso, dejamos de hacer actividades importantes y complejas, y decidimos hacer otras más placenteras.
A pesar de que existe una explicación biológica para la procrastinación, la batalla no está perdida. Debido a la neuroplasticidad del cerebro humano, las personas podemos superar la procrastinación. Existen diferentes cosas que podemos hacer para mejorarla. Lo primero es reconocer que dejar todo para último minuto puede generar malestar y problemas. Luego, estas estrategias pueden ayudarnos también:
- Haz primero lo menos agradable, así podrás tachar estas actividades de tu lista, y sentirte más productivo.
- Utiliza recompensas cuando cumplas con una actividad: esto no es lo ideal, pero, al inicio, ponernos pequeñas metas que serán recompensadas (por una ida al cine, un helado, o un descanso) puede que nos haga cumplirlas con mayor eficiencia.
- Agrupa tus actividades en grupos pequeños, de esta manera, será menos abrumador llevarlas a cabo de a pocos.
- Planifica tu día desde la noche anterior, así podrás avanzar con actividades importantes y también tendrás tiempo de distraerte.
- Apaga tu celular o aléjate del televisor lo más que puedas para evitar las distracciones.
- Disminuye las distracciones en tu espacio de trabajo para que puedas hacerlo de manera tranquila.
Es bueno saber que la mayoría de científicos piensan que podemos vencer a la procrastinación. Sin embargo, también es importante saber que evitar hacer algunas actividades es normal y que reconocer la dificultad es el primer paso para resolverla.