A través de la Ley 31312, el último 25 de julio se publicó en el diario El Peruano la aprobación de la legalización de los cultivos asociativos del cannabis para uso terapéutico en el Perú. Ello permite que las personas inscritas en el registro de pacientes usuarios del cannabis, supervisado por el Estado, puedan cultivar y procesar la planta para el tratamiento médico que requieran (cabe añadir también que esto es posible siempre que se cuente con la prescripción de un médico). En esta batalla ganada, sin embargo, ha sido vital el rol que jugaron las asociaciones de madres de niños enfermos que necesitan de los derivados de la planta para aliviar a sus pequeños.
En nuestro país se puede usar legalmente la cannabis medicinal desde el 2017. Este fue un importante paso porque permitía a muchas personas y familias beneficiarse de la planta sin tener que esconderse más. Las madres, no asociadas entonces, ya venían produciendo aceite de forma clandestina desde mucho antes. Ellas, agotadas de esa situación, salieron de las sombras, alzaron su voz y se convirtieron en activistas luego que en enero de ese año la policía allanara un departamento en San Miguel donde este producto se procesaba para los familiares de algunas. Poco después, el congresista Alberto de Belaunde se pondría en contacto con ellas para empezar a armar un proyecto de ley.
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Esta medida finalmente se promulgó, no obstante para ellas, estaba incompleta. No se permitía entonces el autocultivo de la planta, sino prioritariamente la importación. Dorothy Santiago, una de las cabezas de la ONG Buscando Esperanza, se lo dijo a Somos hace cuatro y ahora lo reitera. Ello perjudicaba a los pacientes porque las medicinas eran muy costosas, pero además por que cada enfermo precisa dosis con cepas particulares. Según ella explica, los pocos productos que se venden en el mercado no son la mayoría de las veces lo que todos necesitan.
La ley que tiene luz verde desde el domingo, en cambio, ya se los permite. “Han sido muchas las situaciones que hemos tenido que vivir las mamás porque hemos sido prácticamente nosotras quienes nos hemos enfrentado a todos: a los políticos, a la sociedad, a las farmacéuticas, que no veían con buenos ojos este tema del cultivo asociativo. Cuando se hizo por primera vez la ley fuimos nosotras las que se ponga el tema del autocultivo”. Buscando Esperanza fue la única organización de madres que llevaba a su hijos a las marchas exigiendo ello. Dorothy creo que eso ayudó a la sensibilización del tema por parte de la sociedad.
Cabe decir, finalmente, que a la lucha de las madres también se ha sumado en estos años la de colectivos de pacientes (mayores de edad). Hoy todos esperan la reglamentación de la ley.//
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