Phillip Chu Joy (34) nos recibe con su entusiasmo habitual y una colección de camisas celestes a cuadros que ha escogido para la sesión con Somos. Al estilo de los grandes de Silicon Valley (Steve Jobs, Mark Zuckerberg), el experto local en tecnología tiene una reducida variedad de atuendos, que en su caso no es una decisión tan autoconsciente como la de ellos. Phillip no lo hace para “ahorrar tiempo”, como juran los magnates de la tecnología. En su caso, se debe más a un set de camisas que vio en oferta en EE. UU hace unos años. Tanto se acostumbró a ese look que ahora es su identidad. Si un día quiere descansar un ratito de la notoriedad de las redes y pasar anónimo, se quita la camisa, como hizo un evento hace poco. Quedarse solo en polo hace que los curiosos se queden en duda y la piensen antes de acercarse. Prendemos la grabadora.
—Empecemos por el principio... para alguien que no te conozca por redes o por ser una cara amable de la tele, ¿como te presentarías?
Sí. Mi nombre es Philip Chu Joy, soy un chico que le gusta mucho los videojuegos y la tecnología. Mi padre era peruano de familia china. Mi madre nació en Estados Unidos, de familia francesa, pero se crio en Huancayo, y yo nací en EE. UU. Luego viví con ella en Francia hasta los siete años.
MIRA TAMBIÉN: Jaime Pesaque: “La comida y el fútbol nos unen como país”
—¿Por qué te trajeron al Perú?
Mis papás se separaron cuando yo tenía un año. Vivía con m mamá en Francia, pero a ella no le gustaba la idiosincracia francesa, ese individualismo de Europa. Esa cultura de cada uno por su cuenta. Quería que me criara con la calidez que había conocido en el Perú. Mi mamá me dijo “ándate con tu papá porque él te puede dar un mejor soporte acá”. Y me gustó esa aventura. Tenía miedo pero a la vez me entusiasmaba. Cada vez que me pasa algo nuevo, me entusiasma.
—¿Cómo fue atravesar esa etapa?
Me gusta haber vivido en diferentes países, con distintas realidades porque que te da una perspectiva distinta de las cosas, y al mismo tiempo, el hecho de estar mudándome constantemente te fuerza a adaptarte y eso creo que es una de las habilidades mas importante. Eso ahorita es más cierto que nunca si lo ves a nivel digital. Constantemente estamos cambiando y migrando a nuevos servicios, desde Hi5, Facebook, Instagram y ahora Tik Tok. Hay que saber adaptarte. Ese cambio es interesante internalizarlo desde chico, para que luego de grande no seas uno de los últimos.
—Pero tenías una conciencia muy madura desde ese entonces. Me imagino que separarse de una mamá debe de ser duro...
Sí. No siento que haya sufrido porque mis papás estaban separados. Pude adaptarme. Es que nunca vi a mis papás juntos, pero tampoco vi a nadie llevarse mejor con sus papás separados. Ambos eran personas extraordinarias. Entendieron mi pasión e interés por la tecnología y por los videojuegos. No me podían reclamar nada tampoco porque en el colegio me sacaba puros 17 o 20.
—¿A qué edad comienzas a jugar?
Siempre me acuerdo que iba a las tiendas por departamento a la sección donde estaban las consolas y la primera que tuve fue una Super Nintendo, me gustaba jugar un montón. Cada dos meses me compraban un videojuego. La mañana que recibía el videojuego, lo jugaba todo ese día, luego el fin de semana, y una vez que lo pasaba invitaba a amigos para jugar con ellos.
—¿Eras un niño de interiores o te gustaba salir?
En Francia vivía en un pequeño pueblo cerca de París, en donde todos se conocían y mi pasatiempo era trepar árboles. Cuando llegué acá, más bien el tema era “no salgas a la calle”. Tengo la suerte de ser de las últimas generaciones que nacieron en un mundo que sabe que se puede vivir sin Internet. Los del 2000 en adelante solo conocen un mundo con Internet y son funcionales a través de ella. Es bien raro que un ser humano no sepa que pueda vivir sin esta interconexión digital. Agradezco tener ese contraste.
Las confesiones de Phillip
VIDEO RECOMENDADO
—Tu papá ya no está contigo ahora.
No, falleció el año 2010. Él era dueño de una discoteca en la calle Dasso y era el DJ. En mi casa tenía su habitación de música, con sus discos y equipos. También fue gerente del chifa El Pacífico, ese que estaba arriba del cine.
—¿Eran ustedes dos solos?
Sí, porque mi mamá estaba en Francia. Ella se quedó allá porque se volvió a casar, pero siempre estábamos en contacto. Cuando mi papá enfermó de cáncer, fue un tiempo muy fuerte. Había ingresado a la universidad el 2007 y no me estaba yendo bien. Me iba mal en matemática. Tuve que hacer malabares en esa época. Llevar pocos cursos. Y no teníamos seguro. Pero mi papá siempre me decía que esto te forma el carácter.
—¿Qué edad tenías?
17 o 18 años. Cuando mi papá fallece, yo estaba preparado. Le habían puesto un sedante, por el proceso de quimioterapias, y yo pensé que estaba durmiendo, pero no. Yo traté de despertarlo. Nunca fui a un psicólogo para hablar de esa experiencia traumática porque yo traté de hacerle resurrección, pero ya no tenía aliento. Mi papá me preparó. Me dijo “tú te vas a quedar a cargo”, y eso pasó. Me encargué de la casa, de cocinarme. Alquilé cuartos de la casa para pagar cuentas y los estudios. Mi mamá vino y me fui con ella un rato, me tomé un semestre sabático para liberar mi mente y no estar solo. pero igual yo quería regresar a Perú.
—Dos años después sale Journey, un videojuego que te ayuda a superar ese episodio personal
En esa época, los videojuegos eran mi mecanismo de sobre- vivencia. Después del shock de lo de mi papá, encontré este juego que tiene una extraña mezcla entre lo visual, lo artístico y lo jugable...
—Es una belleza de juego, casi sin diálogos...
Sí, y me permitió hacer una catarsis. Hay una parte en la que el personaje sube a una montaña, y hay alguien que te acompaña a distancia y no sabes quién es. Luego llegas al destino, que es una puerta de luz y ves como te vuelves una chispa que se esparce, y ahí estaba yo diciendo “gracias, papá” [se emociona]. Vi el potencial de los juegos para arraigar emociones humanas. No sé si es mi juego favorito pero me dio algo que ninguna serie, libro o película pudo hacer conmigo que fue ayudarme en esa transición, esa catarsis emocional. Dije: si los videojuegos pueden hacer esto, quiero difundir videojuegos toda mi vida.
—Y lo has hecho. ¿Cómo te metes al final en el mundo de la difusión de tecnología?
En el colegio, cuando terminaba un juego, hacía una reseña en Word y la enviaba a mis amigos. Lo hacía para desahogarme, no pensaba que podían pagarme por ello. Años después, empecé a escribir en blogs sobre juegos. Ese fue mi inicio.
—¿En el colegio eras amiguero? ¿Eras solitario?
Yo ingresé en segundo de primaria y era el bicho raro. Es que, ponte a pensar: era como un chino que hablaba francés, que entendía español pero no lo hablaba bien. Tenía amigos. Siempre me he llevado bien con la gente. Soy una persona amable y la gente lo ha sido conmigo, a pesar de ser bastante introvertido.
—¿Te reconocían como un nerd en el colegio?
Siendo totalmente objetivo, si ves a mi promo, yo era uno de los más nerds. Pero no sufrí bullying felizmente.
—Las cosas han cambiado. Hoy el nerd o el geek es visto como un millonario en potencia.
Correcto. Si ves a los millonarios de la tecnología, eran los nerds de su época. Bill Gates, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos... Todo eso ha cambiado. Antes, si leías cómics estabas entre los raritos del salón. Ni yo leía cómics. Pero ahora, si no estás al día con las series de Marvel...
COMPARTE: Magaly Medina: “No quiero ir por la vida cazando infieles”
—Eres el raro...
¡Exacto! Tienes que haber visto todas o estás en nada. Ese cambio de paradigma —lo que antes era considerado nerd ahora es cool o mainstream— es muy gracioso.
—De alguna forma, hemos salido beneficiados.
Antes solo jugabas videojuegos por mero entretenimiento y ahora tienes industrias que giran en torno a jugar. Tienes los e-sports, que muchos consideran el futuro. En pandemia, todo se paralizó menos ellos.
—¿Cómo llegas a la televisión?
Primero entré a trabajar para trabajar al blog ByteGadget, de Arturo Goga. Ahí escribía reseñas y también hacíamos un videopodcast, que fue mi primera experiencia en cámara. Después, en un evento de tecnología al que asistí conocí a la gente de TEC [programa de tecnología de América TV] y les di algunas ideas, pero no para que me contraten, sino solo por ayudar. Y, de pronto, me llamaron para hacer su blog y ser su community manager. Y a los dos meses me dijeron si quería hacer una prueba en cámara.
—¿Cómo te fue?
Muy mal. Es difícil si te comparas con Bruno Pinasco, que hasta por genética se desenvuelve bien en cámaras. A mí me costó. Soy muy autocrítico. Un montón de gente dijo “este chino no va a durar una semana” y en mayo del 2023 cumplo diez años. Bruno y Chiara [Pinasco] tienen una química espectacular... Son personas admirables que inspiran y a la vez intimidan porque yo era el chino introvertido. TEC me permitió salir de mi capullo.
—Ahora eres un empresario que hace sorteos.
En el 2017 abrí un fanpage para probar. Tenía un palito de selfie que me habían regalado y una batería y se me ocurrió sortearlos. Ese fue el inicio, hace cinco años. Empezamos con un selfie stick y ya vamos regalando 12 carros. No me sorprendería si el próximo año regalamos departamentos.
—¿Cómo es posible esto?
Empezó por el sistema de suscriptores de Facebook. No necesitaba el dinero que reunía ahí, así que les dije por qué no cogemos el aporte de todos y compramos y sorteamos algo. En tres días, éramos 200; a la semana, mil, y así. El plan era sortear una TV mensual, pero creció demasiado. Y en el 2021 eran tantos los suscriptores que empezamos con los autos.
—Estás en TEC, en Radio Disney, en Facebook, en tu nueva web (pchujoy.com), tienes una empresa de contenidos (Mainframe), otra de desarrollo de juegos (LeapGames), una agencia de asesoría para empresas (Ultimate), haces relaciones públicas... ¿Te consideras un trabajólico?
Muchos tienen dividido su trabajo de su tiempo de descanso. No es mi caso, porque yo juego por trabajo, pero al mismo tiempo estoy descansando. Si veo una serie para relajarme, lo más probable es que la tenga que comentar después, por la chamba. Las cosas que me motivan las he hecho parte de mi trabajo. Técnicamente sí soy workaholic porque estoy haciendo cosas que inevitablemente me llevan al trabajo.
—¿Cuánto duermes?
Por cosas de trabajo, a veces me quedo hasta las 4 a.m. Duermo entre 3 y 4 horas y media al día. Trato de dormir en múltiplos de 90 minutos. Me funciona. Los fines de semana duermo bien, pero también me he acostumbrado en el pasado a periodos largos de no dormir, a veces de hasta dos días.
— ¿Cuántos trabajan contigo?
En mi equipo somos 20, contando a administradores, contadores, gente que ayuda con la logística de los premios, porque suena fácil pero no lo es. La gente cree que es cosa de tomarse una foto sonriendo y es mucho más.
—Tu sonrisa es icónica. ¿Es natural el gesto o te duele la cara?
No [risas]. Así es mi cara de alegría, de que vamos a hacerte ganar algo. Es mi cara de felicidad. Hay gente que me ha abrazado por sus premios. Digamos que es mi cara natural de entusiasmo, que sé replicarla bien porque tras- mite el entusiasmo de estar regalando algo.
—¿Lo mejor que te ha dado tu trabajo?
En el 2012 conocí al creador de Mario Bros, Shigeru Miyamoto, y esa misma semana conocí a Hideo Kojima, creador de Metal Gear Solid, y al creador de Playstation. Mis héroes. Pero me emociona también cuando me escriben mamás para decirme que gracias a mi segmento de TEC pueden entender y conectar con sus hijos. Eso es muy bonito.
—¿Qué se viene para Phillip el próximo año?
A nivel profesional, poder ordenar bien el sistema de nuestra web, donde vamos a ofrecer más sorteos y beneficios a más personas. También quiero, con la empresa Mainframe, abrir oportunidades para creadores de contenido y para que vengan a grabar acá y poder subir el nivel de calidad de su producción. Aquí tenemos lo que necesitan. Y en lo personal, probablemente ya toca formar una familia. Me entusiasma mucho el proyecto de ser papá pronto. //