Jugar en la élite del fútbol mundial cuesta. Para codearse con los mejores cracks del planeta, hay que estar a la altura. En futbolero: hay que meter, pegar y correr más. Por eso es doblemente meritorio lo que Renato Tapia (Lima, 1995) hizo en su primera temporada con el Celta de Vigo: le supo tomar el pulso a una de las ligas top de Europa y consolidarse como pieza clave del equipo que dirige el ‘Chacho’ Coudet. Alternó en 32 partidos, sumó un total de 2.839 minutos y fue considerado hasta en tres ocasiones el mejor futbolista del mes. Con esos números que resumen su buen primer año en España, el mediocampista destacó con la selección peruana en la Copa América de Brasil. Pero la vorágine de la alta competencia le terminó pasando factura: en el partido ante Colombia por el tercer puesto, fue retirado en camilla tras echar el balón del campo de juego. A los días se confirmó que había sufrido una rotura fibrilar de grado I en el bíceps femoral derecho. Lejos de tomarse más días de descanso, Renato decidió prescindir de sus vacaciones y se incorporó a los trabajos de su club para acelerar el proceso de recuperación.
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