La pandemia hizo que Ángelo Caro convirtiera la sala de su casa en un improvisado skatepark. Con sillas recostadas de lado y cajas de distintos tamaños, ideó un circuito que en algo pudo palear su desesperación por montarse en su skate, ir a un spot y realizar los trucos tantas veces practicados en asfalto. Ahora, un año y cuatro meses después y tras superar varias limitaciones (los skateparks están cerrados, salvo el de la Costa Verde, donde practica), está listo para competir en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, donde por primera vez este deporte ha sido admitido.
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