“La noche es oscura y está llena de horrores, y el día es luminoso, bello y esperanzador. La una es negra; el otro, blanco. Hay hielo y también hay fuego. Odio y amor. Amargura y dulzura. Masculino y femenino. Dolor y placer. Invierno y verano. Mal y bien. Muerte y vida. Miren hacia donde miren, opuestos. Mires hacia donde mires, la guerra”. Estas, por supuesto, no fueron las palabras que le dijo Hayimi a Vizcarra antes de la vacancia a PPK, la disolución del Congreso, el referéndum o su propia vacancia, aunque así parezca. Fue, más bien, la manera en que Melisandre, la Bruja Roja, le explicó a Lord Davos cómo funcionaba el mundo en Tormenta de Espadas, parte de Canción de Hielo y Fuego, el libro que da origen a la aplaudida serie Game of Thrones y que es, a la vez, una clase maestra de cómo se mueven los hilos tras el poder. Aunque parezcan hechos aislados a un mundo de fantasía, situado en siglos inciertos y reinos imaginarios o distantes, los consejos de brujos, nigromantes o adivinos han sido solicitados por otros gobernantes peruanos en distintos momentos de nuestra historia. Jamás tan cerca arremetió lo lejos.
Para muchos líderes no son suficientes los consejos de asesores profesionales o expertos en especialidades que requieren un alto nivel de análisis, estudio y/o conocimiento científico. Hay hombres que se han sentido capaces de dirigir un país, buscando respuestas en cartas, astros, profecías, líneas de las manos o extraños rituales. En la historia queda vago el recuerdo del vidente y ocultista Erik Jan Hanussen, cercano a Hitler, la influencia del místico y alquimista Aleister Crowley en Winston Churchill o la astróloga Joan Quigley, muy cercana a Ronald Reagan durante su gobierno.
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En Latinoamérica, los casos más recordados son los de “El Brujo” López Rega asesorando a Perón y haciendo extraños conjuros contra sus enemigos, o el del ex presidente mexicano Francisco Madero –fundador de la Sociedad de Estudios Psíquicos de San Pedro y fanático del espiritismo que solía entrar en trance para recoger mensajes “del más allá”-, a quien la prensa de su país calificó como “un loco que se comunica con los muertos”. En las últimas décadas –exceptuando el exabrupto de Nicolás Maduro y la supuesta aparición de Hugo Chávez después de muerto, convertido en un “pajarito chiquitico” que le hablaba-, no hubo un presidente de la región que creyera o promoviera tanto el protagonismo de los “videntes” como Alberto Fujimori. Imposible recordar los días de su gobierno y no pensar en la amplia variedad de nombres que parecían siempre tener a la mano la visión que ordenaría el futuro del país. Imposible olvidar, de paso, las declaraciones del aprista Omar Quezada el 2016, previas a las elecciones, cuando se mostró escéptico con las encuestas que no favorecían a su candidato, pero dijo: “De 10 brujos, 9 han dicho que Alan será nuevamente presidente”.
Quizás, una manera de entender la influencia de estas personas en los destinos del país podemos encontrarla desde las Tradiciones de Ricardo Palma, Dice el autor: “La nación fundada por Manco Cápac fue, por excelencia, supersticiosa. Vino la conquista y con ella el cristianismo con su idolátrico culto de las imágenes, sus risibles milagros y su inmenso cortejo de supersticiones. Estas cayeron sobre terreno fértil, y la raza indígena aumentó con ellas el caudal propio”. Y es que, en el origen, la nuestra era una nación de augurios. Según el libro Adivinación u oráculos en el mundo andino antiguo (Marco Curatola/ Mariusz S. Ziolkowski, editores), los oráculos representaron una de las instituciones más importantes de aquellos tiempos. La actividad oracular era, entonces, un conjunto de “fenómenos polivalentes y multidimensionales que abarcan diferentes esferas —religiosa, política, jurídica, económica, artística, etcétera— de la vida sociocultural”. Pero con la Conquista llegó más tarde la inquisición, que además de pasar por encima de las tradiciones incas, eliminó toda posibilidad de “competencia” de cualquier rito pagano con el cristianismo, y mandó a la hoguera a varias mujeres peruanas del siglo XVII consideradas “brujas”, como Petrona de Saavedra, María Magdalena Camacho o Juana de Apolonia.
A juzgar por las necesidades imperiosas del señor Vizcarra, han pasado varios siglos, pero poco ha cambiado.
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El espiritista de Morales Bermúdez
No nos referimos en este caso a Remigio Morales Bermúdez, integrante del Fondo Blanquiazul; ni a su padre Francisco, ex dictador entre 1975 y 1980 que vive aún con 99 años. El aludido es el abuelo de este, Remigio Morales Bermúdez, presidente constitucional entre 1890 y 1894. Aunque no fue directamente él quien recurrió a clarividentes o adivinos, su secretario personal era un fervoroso seguidor del espiritismo. Se trataba de Carlos Paz Soldán, hijo del famoso historiador Mariano Felipe Paz Soldán. Según el historiador José de la Puente, que prepara precisamente un libro sobre historiadores peruanos del siglo XIX, “En cuanto a sesiones de espiritismo, al parecer también las hacía Carlos Paz Soldán; de él se dijo, cuando ejercía de secretario del presidente Remigio Morales Bermúdez, que se daba ‘hartazgos de espiritismo’ en Palacio de Gobierno, generando cierta inquietud entre el personal a su cargo. En el periódico El Sol publicó varios artículos sobre espiritismo, como uno titulado ‘Estudios espiritistas y la Vida de Loco’, y puso una lista de personajes famosos que lo practicaban, entre los que se contaba Napoleón III”. Las referencias las encontró en “Manuel González Prada y el radicalismo peruano”, de Hugo Pereyra Plasencia y El Diccionario biográfico de peruanos contemporáneos, de José Paz Soldán.
Lamentablemente, ningún espíritu pudo anticiparle al buen secretario que el presidente iba a enfermar repentinamente a fines de marzo de 1894 y que moriría el día 1 de abril, antes de que termine su mandato. Se puso en su lugar al segundo vicepresidente, Justiniano Borgoño, en desmedro del primero, Pedro Alejandrino del Solar. Las repercusiones de esa decisión, sumadas al supuesto amaño de las elecciones en las que ganó la presidencia Cáceres, provocaron una guerra civil, la llamada Revolución Civil de 1894-1895 que concluiría con la renuncia de El brujo de los Andes y el triunfo de Piérola en las elecciones.
Una bruja Coty zada
Doctora en antropología, economista, administradora y vidente. Siempre defendió que lo que llama “el don” está en su familia desde hace siete generaciones. Según propia confesión, desde los 3 años fue consciente de que tenía un talento peculiar, diferente. “En mi caso tuve la suerte de que nací en una familia que tuvo estas capacidades, entonces no había nada de extrañez ni censura y se daban las condiciones para tenerlo. La genética es una, y la otra es el ambiente donde tú estás, porque yo pude haber nacido con el don, pero el ambiente, o te ayuda a desarrollar o te lo anula”, ha declarado Coty Zapata en una entrevista televisiva. En los años 80 y 90, Zapata fue protagonista de noticias o “revelaciones proféticas” en los diarios peruanos más populares, como Extra. Al crecimiento de su fama durante los gobiernos de Alan García y Alberto Fujimori la ayudaron algunas predicciones acertadas, al menos, según su página web. Allí recuerda que le reveló a César Hildebrandt, en una entrevista televisiva, dónde podría estar Reinaldo Rodríguez López, narcotraficante conocido como El Padrino, que estuvo prófugo y fue capturado en Ancón, donde ella indicó.
Más tarde, en diciembre de 1987, tras la caída del Fokker de Alianza Lima, señaló que la búsqueda debía hacerse en Ventanilla, tras tocar las aguas del mar chalaco. El hallazgo inició un luto masivo que serenó un poco las protestas contra el gobierno de Alan García que, apenas en agosto, había agitado el panorama con su intento de estatización de la banca.
Posteriormente, en una entrevista con Roxana Canedo, en noviembre de 1991, Zapata vaticinó que Alberto Fujimori cerraría el Congreso, lo que se confirmó en abril del 92. Se dice que el mismo Fujimori también la consultó muchas veces. Ya durante el fujimorato, Zapata tuvo menos suerte: pronosticó que Perú clasificaba al Mundial de Estados Unidos 94. ¿Recuerdan qué pasó? Quedamos últimos.
A pesar de todo, aún sigue siendo una reconocida vidente.
Teixeira, el que “curaba” con la mente
1991 fue un año particularmente complicado para el país. La crisis económica que venía desde el Gobierno de Alan o el Shock anunciado en agosto del 90, seguían golpeando la economía y, desde febrero, también lo hacía la epidemia del cólera. En ese contexto, apareció en escena un brasilero que se hacía llamar João de Deus (Juan de Dios), que se había hecho conocido en el mundo por las propiedades milagrosas de su mente y de sus manos. Decía “operar” sin anestesia y sanar espíritus con sus poderes de emisario divino. Aunque ya era conocido desde los 70, su fama retomó vigor cuando fue traído por el entonces empresario de espectáculos Jonel Heredia –que luego experimentó su propia conversión mística-, con el objetivo de realizar las sesiones espirituales y curaciones que le habían dado fama. Un show que le caía perfecto al gobierno de Alberto Fujimori para distraer la atención de todos en un momento crítico. Antes de acabar abril, miles peleaban por las entradas. 30 mil personas acudieron al Coliseo Mama Ocllo en Pueblo Libre para confirmar el poder de las manos de João Teixeira, haciendo caso omiso a las quejas del Colegio Médico y la Iglesia Católica. Fue, probablemente, una de las pocas veces en que la fe y la ciencia se unieron contra un enemigo en común. Hasta Fujimori se atendió con Teixeira y, más tarde, aseguró que le había “hecho un milagro” con la luxación en un meñique de su mano derecha. Años después de aquel instante en que el populismo intentó rozar la divinidad, el destino confirmaría que, ni las manos de Fujimori ni las de Teixeira tenían nada santo. Fujimori duerme en la DIROES. Teixeira, por su parte, tuvo que entregarse a la Policía tras ser señalado en más de 400 acusaciones por abuso sexual durante las “sesiones espirituales”, incluyendo la denuncia de una de sus propias hijas. Tras tres condenas, las sentencias suman 63 años y 4 meses. El llamado “João de Deus” no era más que un depredador sexual que jugaba con la esperanza de la gente. Como tiene 78 años, morirá en prisión.
Tras la partida de Teixeira, poco duraría la pausa con los sicosociales que, según muchos, digitaban al alimón Vladimiro Montesinos y el psiquiatra Segisfredo Luza. Gracias también a Alberto Fujimori, la llamada “Virgen que llora” llenó primeras planas y copó titulares desde mayo de ese mismo 1991. Cuando unos vecinos del Callao reportaron que una réplica de la virgen “lloraba”, Fujimori, ni corto ni perezoso, acudió al lugar rodeado de cámaras para pedirle que “nos ayude a salir de la grave crisis que azota al país”.
Rosita, Alberto y otros embrujos
“Murió la vidente preferida de Alberto Fujimori”, titularon varios medios en febrero del 2012, ante el deceso de Rosa Chung, quien prefería que le dijeran “la brujita blanca” en lugar de solo “Bruja”, según propia confesión. Ella había visitado muchas veces a Fujimori desde los tiempos en que ocupaba Palacio. Chung llegó a predecir que Fujimori sería apresado y juzgado y que Alejandro Toledo sería presidente el 2001, algo que, valgan verdades, en aquel momento, tras La Marcha de los Cuatro Suyos, parecía bastante obvio. Una de las últimas predicciones de Chung a Fujimori fue que seguiría recluido hasta su muerte, que sería producida por una enfermedad terminal.
Nunca como en los 90, tantos brujos y todo tipo de nigromantes aparecieron como invitados en distintos programas de televisión, noticieros incluidos. Fujimori siempre fue parte de este show, llegando hasta las Huaringas, en la sierra piurana, rodeado de chamanes que le rezaban y le escupían alcohol para curar sus males y los males del país. Una de las que acompañó también a Fujimori desde el poder de Palacio hasta su vulnerabilidad en la Diroes fue Salomé Ibargüen, conocida como “La reina del Chino”, que hasta sus 93 años llegó a estar cerca del ex presidente de facto para aconsejarlo sobre su futuro. Incluso, se le acusó de “hacerle brujería” a los jueces que veían su caso. De hecho, el fiscal adjunto, Avelino Guillén, llegó a colocar un vaso de agua en su mesa siempre “para alejar las malas vibras”. “Soy una enviada de Dios que solo busca proteger al ex presidente Alberto Fujimori”, llegó a decir Ibargüen antes de morir.
Carmela Polo Loayza (alias Madame Carmelí), fue otra de las adivinas que estuvo cerca de Alberto Fujimori, a decir de “El informe Chinochet”, de Carlos Meléndez. Mario Vargas Llosa también se refiere a ella en El Pez en el agua, cuando dice que Fujimori había rellenado sus listas al Congreso incluyendo “a su propio jardinero y a una adivinadora y quiromántica, embarrada en un proceso de drogas, madame Carmelí”. El mismo MVLL la mencionó también durante el debate presidencial antes de la Segunda vuelta de 1990, como la nueva “diputada electa por Cusco”. Umberto Jara, en su libro Ojo por Ojo, asegura que se presentó inicialmente como una curandera y conocedora de hierbas curativas oriunda de Quillabamba, Cusco. Desde el principio, le hizo a Fujimori la predicción de su vida: que llegaría a ser presidente del Perú.
Sin embargo, la “madame” tuvo un “talento” que le dio más dinero que la adivinación: el narcotráfico. En 1981 había sido encarcelada por ese delito. Aun así, Fujimori la incluyó en su primera lista al Congreso. Como ejemplo final del ejército de agoreros que tuvo el dictador a su lado, podemos mencionar a Reynaldo Dos Santos, a quien el periodista César Lévano llamó “La Casandra de Montesinos”, en referencia al personaje mitológico que tenía el don de la profecía. Otros lo llamaron, simplemente, “El brujo de Montesinos” en los años noventa. Más tarde, algunos medios de izquierda lo sindicaron como presunto integrante del denominado “Plan Sábana”, una supuesta estrategia psicosocial que buscaba demoler la candidatura de Ollanta Humala.
Por si acaso, hace unos años, pronosticó que Keiko Fujimori sería la próxima presidenta del Perú.
Astrólogo estrellado
“Era indudable que existía una relación entre Montesinos y Héctor Faisal. Y asimismo, era también indudable que el segundo tenía una relación laboral con el primero”, declaró el ex asesor del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y cercano a Vladimiro, Rafael Merino Bartet, sobre el astrólogo argentino Héctor Ricardo Faisal, calificado por algunos medios como “El abuelo de los fujitrolls”. Según revelaron las investigaciones posteriores, Fujimori le dio la venia a su oscuro asesor para contratar a Faisal, instalarle una oficina propia en la sede de la Dirección de Operaciones Sicológicas (DINOS) del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y pagarle 6 mil dólares mensuales a cuenta del Estado para dedicarse a un único objetivo: difamar a los opositores a la dictadura. Montesinos lo conoció cuando era subteniente del ejército de su país, en el bando del dictador Jorge Videla. Luego se reinventó y se hizo llamar “Profesor Herfais”, fundó el Instituto de Astrología Científica Herfais y empezó a ganar cierta fama como astrólogo de las estrellas, presentándose en los programas de Mirtha Legrand o Susana Giménez.
Más tarde contactó nuevamente con Montesinos y empezó su indigna labor. En un internet que aún no conocía las redes sociales y a través de la web de la mal llamada Asociación Pro Defensa de la Verdad (Aprodev), empezó a tratar a los periodistas o políticos que denunciaban los abusos del régimen fujimorista como “traidores a la patria”, “simpatizantes terroristas”, “espías ecuatorianos” o simples “enemigos de las Fuerzas Armadas”. Todo, en estrecha colaboración con la prensa chicha de diarios como La Yuca, El Men, El Chino, El Tío o La Chuchi. No era este un astrólogo que “leyera” las estrellas, sino que estrellaba el prestigio de sus rivales.
Aunque Faisal negó sus vínculos con el régimen, una investigación reveló que, incluso, consignó el Círculo Militar como su dirección mientras estaba en el Perú. Era también confidente de Nicolás Hermoza Ríos. Sobre la relación con ambos, Faisal llegó a confesar que “fue únicamente de tipo profesional y astrológico, y estoy obligado moralmente a no decir nada más porque se trata de un secreto profesional”.
Hayimi, el que se dice médium
“Alejandro Toledo será el próximo presidente de la República”, vaticinó el 2011 Hayimi, el vidente hoy vinculado a Martín Vizcarra, en una predicción que, como hoy sabemos, falló clamorosamente. En aquella ocasión, por el contrario, sí acertó al decir que la ex voleibolista Leyla Chihuán sería elegida congresista. Años antes, en diciembre del 2009, tuvo otra predicción acertada: anunció que Ollanta Humala sería el próximo presidente del Perú y así fue. Algunos de sus seguidores aseguran que también, a fines del 2015, presagió que la familia de Alan García tendría una gran pérdida. El ex presidente se suicidó casi 4 años después.
Algo que es necesario señalar es que Hayimi, o cree demasiado en sus poderes o carece por completo de escrúpulos. El mismo diciembre del 2009, por ejemplo, aseguró que se comunicaba con recordados personajes peruanos que ya habían fallecido, como Micky Rospigliosi, el Zambo Cavero, Alicia Delgado o Ciro Castillo. Según su versión, ellos le contaban si eran felices o no, si tenían paz o no. Poco después, hizo lo propio con el fallecido empresario Roberto Letts y su sobrino, el periodista Jaime Bayly, durante la emisión de un programa en vivo. El humor del también escritor afincado hoy en Miami salvó la situación del absoluto ridículo.
En otro exabrupto, Hayimi aseguró el 2013 que Ollanta Humala tenía un hijo extramatrimonial. Según el vidente, el niño habría nacido en Madre Mía y tendría en ese entonces 14 años. Hasta ahora no hay ninguna prueba de que eso sea verdad. “Yo soy un guía espiritual. A mí me llaman muchos artistas y políticos. Y como guía espiritual, no lo voy a negar, sí he ido a ver al presidente Martín Vizcarra, como cualquier persona”, declaró Hayimi esta semana.
La hora es la hora
Rubén Jungbluth indica en su página oficial de Facebook que es “cosmobiólogo”, couch en el rubro con 45 años de experiencia, “conferencista, autor de libros e investigador con importantes aciertos en predicciones a nivel mundial”. Da charlas sobre temas del tipo “Astrología para cambiar el destino” en lugares como el Colegio de Abogados de Lima. En un reportaje para Contrapunto, el año 2000, predijo la caída de Fujimori durante su tercer gobierno, si no alteraba la hora de su juramentación, para evitar una determinada conjunción planetaria. “De esa manera salvamos al presidente, salvamos al Perú de un descalabro económico”, aseguró. Algo similar ocurrió tras la juramentación de PPK, cuando Jungbluth vaticinó su salida. Se dice que sugirió a Alan García, en 1985, y a Alberto Fujimori, en 1990, la hora en la que debían juramentar para tener gobiernos positivos. No parece que le hubieran hecho mucho caso.
Su más reciente vaticinio tiene que ver con las elecciones de abril. Ha dicho que “La persona que tiene más opción de ser presidente del Perú es aquel que haya nacido bajo el signo de acuario y también que postule por primera vez”. Solo López Aliaga y Yohny Lescano coinciden con estos requisitos.
Según diversos medios, Jungbluth acertó antes con predicciones internacionales, como la fecha exacta de la entrada de las tropas estadounidenses en Bagdad o la salida de Fidel Castro del gobierno cubano. En algún momento, llamo “la conexión géminis” a las similitudes que encontraba entre Keiko Fujimori, Alan García y Nadine Heredia, todos nativos de ese signo, al que llama “el signo del poder”. Aunque Jungbluth sostiene que solo acercó sugerencias a gobiernos peruanos desde 1985, se ha repetido mucho que en realidad asesoró de cerca a Alberto Fujimori.
Un visitante sano y sagrado
Durante el gobierno de Alejandro Toledo, un visitante llamó mucho la atención. Se sabía que el entonces presidente lo había conocido en las noches interminables que pasaba en Punta Sal. Juan Manuel Casquero, alias Galleta, era como un amuleto de la buena suerte para el nacido en Cabana. Lo había visto tocando la guitarra y había disfrutado su repertorio en las orillas de Tumbes, cuando solo pasaba un sombrero al final de su faena, así que lo convocó a repetir la misma jarana en Palacio. Pero no lo nombró como “Guitarrista oficial de la corte” o algo así, sino como asistente en temas de seguridad con un sueldo de 4 mil soles mensuales que, en el 2001, alcanzaban para mucho más que ahora. Por supuesto, la única seguridad que dio Galleta fue la que otorgaban las guitarras, los cajones y los whiskies. En un reporte de César Hildebrandt Chávez para AgenciaPerú, se contaba que, todos los días, Galleta esperaba en la cocina de Palacio por interminables horas. Hacía zapping y prendía un cigarrillo tras otro, hasta que oía una voz desde lejos, cuyo eco rebotaba contra los pasillos: ¡Que venga Galleta! Y Galleta acudía con su mejor repertorio de huaynos, valses y tonderos, sin exceso de swing, al sano y sagrado llamado.
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