La bioeconomía, basada en el desarrollo sostenible a partir del uso de combustibles y energías con bajas emisiones de carbono, es la "revolución" impulsada hoy en Sao Paulo por representantes de más de 26 países para mitigar los efectos del cambio climático.
"No hay cómo mirar el futuro sin una cartera de tecnologías donde los biocombustibles liderarán junto con las energías renovables", afirmó Paul Simons, director ejecutivo adjunto de la Agencia Internacional de Energía (AIE), en la apertura de la Cumbre Biofuturo 2017, que empezó hoy en la capital paulista.
Unos 400 representantes del sector público y privado de más de 26 países se reúnen hasta mañana miércoles para analizar las posibilidades para desarrollar una economía igual de productiva, pero con menor cantidad de carbono a la atmósfera.
Simons señaló que el uso de la bioenergía "precisa crecer de una manera más rápida", especialmente en sectores como transportes, responsable por la emisión de cerca de un cuarto de las emisiones globales de Dióxido de Carbono (CO2).
En su discurso, destacó el caso de la aviación, "donde no hay otras soluciones disponibles" más allá del desarrollo de biocombustibles.
El encuentro en Sao Paulo es el primero de la "Plataforma para el Biofuturo", una iniciativa internacional coordinada actualmente por el Gobierno Brasileño que da seguimiento a los compromisos alcanzados en Río+20 y en el Acuerdo de París sobre Cambio Climático.
Uno de los biocombustibles que ya está en fase de producción en Brasil, Estados Unidos e Italia es el "etanol de segunda generación" (E2G), que utiliza como insumo la celulosa, que es la materia verde que compone la mayor parte de la biomasa de las plantas.
La iniciativa complementa la producción de etanol generado a partir de la caña azúcar, que Brasil produce desde hace más de tres décadas.
Con "los biocombustibles y las modernas biorefinerías, las posibilidades y sus múltiples combinaciones aumentan y más países pueden participar de la revolución bioeconómica", que puede servir hasta para producir medicamentos, expresó el canciller de Brasil, Aloysio Nunes, durante su intervención.
Nunes manifestó que "el biofuturo" está al alcance de todos, "pero es preciso hacerlo realidad, superar desafíos y hacer inversiones que no están ocurriendo en el plazo necesario".
En este sentido, la veintena de países que componen la "Plataforma para el Biofuturo" prepara una declaración conjunta para incentivar "la promoción y la inversión" de combustibles con bajos índices de carbono.
Además de Brasil, la plataforma la integran Argentina, Canadá, China, Dinamarca, Egipto, Estados Unidos, Filipinas, Finlandia, Francia, India, Indonesia, Italia, Marruecos, Mozambique, Países Bajos, Paraguay, Reino Unido, Suecia y Uruguay.
"La bioeconomía puede ser una alternativa importante para el empleo y la renta que también es el gran desafío del mundo moderno", dijo el gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, durante la ceremonia.
El documento que se negociará estos días en Sao Paulo se presentará en la cumbre del clima (COP23) que será organizada por Fiji entre los próximos 6 y 17 de noviembre, pero que se celebrará en la ciudad alemana de Bonn por cuestiones de logística.
En esa reunión se dará un seguimiento al histórico acuerdo alcanzado en París en 2015 por cerca de 200 países que pretende evitar que el calentamiento global supere los 2 grados Celsius a finales de este siglo respecto a los niveles preindustriales.
No obstante, las previsiones no son nada halagüeñas, pues la Tierra se calentará más de 2 grados centígrados este siglo, según un estudio de la Universidad de Washington publicado en julio pasado en la revista británica Nature.
Todo ello unido con la incertidumbre que generó la declaración de intenciones del Gobierno del presidente Donald Trump de retirarse del Acuerdo de París, como anunció el propio mandatario en junio pasado argumentando que ese pacto pone en "permanente desventaja" a la economía y los trabajadores estadounidenses.
(Fuente: EFE)
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