Bruno Ortiz Bisso

Las cifras diarias sobre el avance en el mundo del preocupan a muchos. Por ello, El Comercio conversó con la Dra. Mariana Leguía, del Laboratorio de Genómica de la PUCP, para saber sobre los estudios detrás de un brote como el que estamos viviendo y tomar con más calma las informaciones al respecto.

—En esta situación con el COVID-19, ¿necesitamos una vacuna sí o sí?

Sin duda, la herramienta más efectiva para combatir las enfermedades infecciosas (por virus, bacterias, parásitos, etc.) son las vacunas. Entonces, mientras más vacunas tengas, mejor. Pero así como hay ciertos agentes infecciosos que son bastante estables y que permiten que una vacuna sea efectiva por siempre (sarampión, rubeola, etc.), hay otras –como la de la influenza– que son completamente diferentes. Es un virus con un alto índice de mutación. Entonces, no es solo un virus, sino una familia gigantesca de virus que siempre están cambiando. Se pueden ir haciendo vacunas, pero solo servirán para la cepa que circula durante esa temporada. De alguna forma es lo mismo que está pasando ahora con el .

La liberación del secuenciamiento del genoma del COVID-19 por parte de los científicos chinos ha sido fundamental para que se pueda conocer más sobre este virus en el mundo. (Foto: Bloomberg)
La liberación del secuenciamiento del genoma del COVID-19 por parte de los científicos chinos ha sido fundamental para que se pueda conocer más sobre este virus en el mundo. (Foto: Bloomberg)
/ Adrienne Surprenant

—¿Y en esos casos qué es lo que se hace?

Se emplea la vigilancia epidemiológica. Es decir, se va a tomar muestras en poblaciones determinadas para su posterior investigación. Quien participa debe firmar un documento de consentimiento informado, en el que se le explica qué se va a hacer con la muestra y para qué servirá. Se extrae con un hisopado nasal o nasofaríngeo y se envía al laboratorio que va a tratar de diagnosticar el virus. Si se hace eso con un número amplio de personas alrededor del mundo, puedes tener una idea bastante clara de cuál es el virus que está circulando.

—¿Por qué es importante conocer la virulencia del COVID-19?

Ese término hace referencia a qué tan contagioso y qué tan letal puede ser. Por ejemplo, en el caso de este coronavirus, se trata de una familia de virus que causan enfermedad tanto en humanos como en animales. En humanos provoca principalmente enfermedades respiratorias. En años anteriores tuvimos otros brotes de como el SARS y el MERS. El MERS tenía una tasa de mortalidad de entre el 30% y el 40%, muy alta. El SARS tuvo alrededor del 10% de mortalidad. Lo que estamos viendo ahora con el COVID-19 es que los números están en constante cambio –y es lógico porque sigue evolucionando–, pero su tasa de mortalidad es de entre el 1% y el 3%, aunque se ha esparcido mucho más que los otros dos. Los otros brotes asustaron un montón porque hubo bastantes muertes, pero un número bastante limitado de infectados. Por otro lado, la influenza –a la que estamos acostumbrados y de la que nadie habla– mata a muchísimos más. Solo por dar un ejemplo, en EE.UU. en lo que va del año [ellos están saliendo de la temporada de invierno], ya hay 18.000 muertos por influenza. No digo que el COVID-19 no es para preocuparse. Claro que hay que hacerlo, hay que prepararnos, hay que proteger a las poblaciones vulnerables. Y seguramente que habrá un montón de infectados que van a fallecer, pero hay que discutir este tema en el contexto adecuado.

—Esta vez se ha conseguido información sobre el COVID-19 de manera bastante rápida…

Eso hay que aplaudirlo. Los chinos no solo secuenciaron el genoma del virus, sino que la información la hicieron pública de inmediato. Eso quiere decir que, desde ese momento, científicos de todo el mundo se pusieron a trabajar.

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—¿Esto ayuda a que la vacuna salga más rápido?

Antes hacer una vacuna era distinto. Se trataba de un virus inactivado para que no cause la enfermedad, pero para que el cuerpo cree los antígenos necesarios. Ahora es un pedacito del genoma. Así es como se hace una de los miles de vacunas que hoy se están desarrollando.

—Entonces, ¿cuál es la dificultad?

El producto, el prototipo de la vacuna lo puedes tener listo –de manera extraordinaria– en un par de meses. Pero es solo el primer paso. De allí hay que asegurarse de que no cause daño. Que sea efectiva y segura. Se hacen estudios en animales. Luego, se hacen los ensayos en humanos. Ahí entra a tallar el tema ético, pero no solo eso. También se debe desarrollar un medicamento diverso, para hombres, mujeres, blancos, latinos, etc. Para eso se tienen que hacer diversas pruebas y es lo que hace que demore más el proceso.

—¿Eso quiere decir que estamos indefensos?

Según las cifras que manejamos hasta ahora, el 98% de las personas se recupera sin medicamentos, solo gracias a su sistema inmune. Los fármacos son de apoyo, para los síntomas. Te vas a tu casa a tomar algo para el dolor y para controlar la fiebre; descansas hasta que tu sistema inmune limpie el virus de tu cuerpo. En el 20% de los casos puede haber complicaciones y potencialmente se requiere un cuidado especial. Hay posibilidad de que se presente una neumonía, que sí tiene tratamiento farmacológico pero no te va a servir contra el , ni para prevenir la neumonía, así que ni pensar en automedicarse.

Perfil

  • Nombre: Mariana Leguía Lema
  • Profesión: Bióloga. Doctora en Biología Molecular, Celular y Bioquímica por la Universidad de Brown (EE.UU.)
  • Experiencia: Experta en genómica, metagenómica y transcriptómica. Tiene más de 25 publicaciones en revistas indexadas internacionales.

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