Una máxima común entre los médicos es que hay que prestar mucha atención a las enfermedades entre los miembros de la orden o en personajes importantes, pues pueden ser raras o complicarse en cualquier momento.
Eso pareció haber sucedido en el reciente caso de COVID-19 del presidente de EE.UU., Joe Biden, cuya enfermedad presentó tres particularidades: se infectó estando vacunado y con dosis de refuerzo, sufrió el rebote de Paxlovid y tuvo siete días de pruebas de antígeno positivas.
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Infección en vacunados
Este es un fenómeno muy común en las infecciones causadas por la familia de ómicron, la que tiene dos características fundamentales: se burla de los anticuerpos producidos por la enfermedad natural o las vacunas y es extraordinariamente contagiosa.
Ómicron puede infectar dos, tres y hasta cuatro veces, incluso en personas que tuvieron infecciones previas o que estaban completamente vacunadas, incluyendo los refuerzos, con la preocupación de que con cada infección aumente la posibilidad de COVID-19 prolongado.
Estas vacunas –como en el caso de Biden– no nos protegen de las infecciones, pero, como es su caso también, sí nos protegen de que la enfermedad se complique y terminemos en el hospital. La finalidad de la vacuna es, entonces, evitar las complicaciones y la muerte.
Rebote de Paxlovid
Paxlovid contiene dos antivirales: el nirmatrelvir, que actúa directamente sobre el SARS-CoV-2, y el ritonavir. Este último, a pesar de no tener acción directa sobre el virus, es incluido porque, al aumentar la concentración del primer medicamento, lo hace más efectivo en su acción antiviral.
La FDA aprobó el uso de emergencia de Paxlovid luego de que Pfizer demostrara que la medicina –dentro de los primeros días de aparecer los síntomas– reducía el riesgo de hospitalización o muerte en 89 % en adultos con alto riesgo de complicación.
Con ese criterio, y por su edad, Biden, de 79 años, recibió Paxlovid del 21 al 25 de julio y se reportó, como sucede en quienes lo toman, que al tercer día había mejorado y se encontraba trabajando.
“La mayoría de pacientes que presentan una prueba positiva por el rebote de paxlovid se tornan negativos muy rápidamente”.
Terminado el tratamiento, y habiendo tenido pruebas negativas durante cuatro días, el médico de la Casa Blanca informó sorpresivamente que, a pesar de que el presidente no tenía síntomas, la prueba de antígeno del sábado 30 en la mañana salió positiva, por lo que tuvo que aislársele nuevamente hasta tener una prueba negativa.
Posteriormente, y ante la sorpresa de todos, Biden tuvo una prueba positiva durante siete días consecutivos, hasta que, finalmente, el 7 de agosto fue dado de alta con dos pruebas negativas consecutivas.
El fenómeno del rebote ya había sido documentado en los estudios clínicos hechos por Pfizer para probar la efectividad del Paxlovid, y se reportó que “un pequeño número” de participantes con una prueba molecular negativa tras terminar el tratamiento de cinco días volvieron a salir positivos unos días después. Debido a que ese hallazgo se observó en personas que tomaron Paxlovid o un placebo, se cree que el rebote pueda ser consecuencia de mecanismos aún desconocidos relacionados a la infección.
Con respecto a la frecuencia con que ocurre ese fenómeno, un estudio de autores estadounidenses del 22 de junio reporta que tener una prueba positiva por el rebote por Paxlovid ocurrió en 3,53% de los pacientes a los siete días, y 5,40% a los treinta días. Dicho estudio ha sido criticado ha sido criticado por algunos expertos, debido a que no incluye un número suficiente de casos de la subvariante BA.5, predominante en estos días. Es posible, dicen algunos, que el fenómeno de rebote sea mucho más frecuente de lo que se supone.
Pruebas positivas persistentes
La mayoría de los pacientes con una prueba positiva por el rebote de Paxlovid se tornan negativos muy rápidamente, y son pocos los que presentan el fenómeno de ser positivos por siete días seguidos como Biden.
Este fenómeno es, de acuerdo con las guías del CDC, muy frecuente con las pruebas moleculares, las cuales pueden ser positivas hasta por tres meses después de que el paciente ha sido dado de alta, y se hace hincapié en que durante ese tiempo las personas no son contagiosas.
El CDC dice que, por su alta sensibilidad, las pruebas PCR son capaces de reconocer partículas virales no infecciosas, por lo que ese tipo de pruebas no deben ser usadas para dar de alta a un paciente.
Por esa limitante, y pese a que los CDC no recomiendan hacer prueba alguna luego de completar el aislamiento, mucha gente –como el presidente Biden– se hace una de antígeno, la que, a pesar de reconocer proteínas de la cápsula del virus, puede ser persistentemente positiva.
A diferencia de lo que se sabe con las pruebas moleculares persistentes, no se ha alcanzado consenso en determinar si la persona con pruebas de antígeno persistentes sigue siendo contagiosa y, por lo tanto, debe aislarse.
Algunos expertos recomiendan que la persona con resultados persistentemente positivos, como Biden, sigan aisladas, mientras que otros proponen que vuelvan al trabajo con una mascarilla, pero deben evitar entrar en contacto con personas vulnerables, cuyos casos se pueden complicar si son contagiadas.
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Corolario
El caso del presidente Joe Biden nos muestra tres aleccionadores fenómenos: infectarse estando completamente vacunado, presentar el rebote a Paxlovid y tener pruebas de antígeno persistente durante una semana completa.
Esos tres fenómenos son una prueba de que, pese a estar en el tercer año de la pandemia, la enfermedad nos sigue dando sorpresas, y se alimenta el mito de que la enfermedad de personas notables puede complicarse.