Cuando hablamos en una página reciente sobre los planetas que aparecían en la serie “Star Trek”, faltó explicar cómo es el planeta que habitamos y por qué sería sorprendente encontrar otros planetas con condiciones y formas de vida idénticas.
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La vida en la Tierra está adaptada a las dimensiones y composición particulares de este planeta; una variación minúscula en solo alguna de sus muchas características lo haría inhabitable para nosotros y la mayoría de las especies con quienes lo compartimos. La concentración de gases invernadero en la atmósfera es un recordatorio de lo frágil que es el balance de la vida en la Tierra.
UBICACIÓN
Ante todo, el lugar donde estamos en el Sistema Solar: somos el tercer planeta en distancia al Sol, después de Mercurio y Venus, en promedio a 150 millones de kilómetros de nuestra estrella. Nuestra órbita elíptica demora un año en completar y no desvía mucho del promedio, entre unos 147 y 152 millones de kilómetros de distancia.
Cada día de 24 horas es una rotación de la Tierra sobre su eje, que da un balance de día y noche. La inclinación del eje de la tierra, con relación al plano de su órbita, es lo que nos da las estaciones. La vida está adaptada a estos ciclos.
“Si viéramos un cambio en la masa del planeta, estaríamos variando en gran medida la gravedad y, por lo tanto, las condiciones de vida actuales”
Viajamos alrededor del Sol a una velocidad promedio de 107.200 km por hora. Completamos esa vuelta en 365,25 días. El año no es múltiplo exacto de 24, por eso el año bisiesto compensa el 1/4 de día demás en cada órbita.
Al alejarnos del Sol, la Tierra es el primer planeta que tiene un satélite natural, la Luna. La órbita y gravedad de la Luna, y la luz solar que refleja, impactan las mareas y la vida en todo el planeta.
DIMENSIONES
La Tierra es algo más grande que Venus y Marte, pero mucho más pequeña que los grandes planetas exteriores. Para darnos una idea, el eje de Saturno tiene 1,46 millones de kilómetros, y el de Júpiter 1,55 millones de kms; el de la Tierra tiene 12.700 kms.
La Tierra no es perfectamente esférica debido a que su radio ecuatorial es 22 kilómetros mayor al polar. Por esto, la circunferencia también varía, siendo la ecuatorial mayor en 68 kilómetros.
Si viéramos un cambio en la masa del planeta, estaríamos variando en gran medida la gravedad, y, por lo tanto, las condiciones de vida actuales. Tenemos que tener en cuenta que ese cambio de gravedad no requiere mucho cambio en las dimensiones de un planeta; un aumento o disminución pequeño trae cambios exponenciales.
Un cubo de 10 cm de lado tiene 103 de volumen, o sea 1.000 cc que son iguales a 1 litro, y un litro de agua pesa 1kilo. Una variación de sólo 1 cm, es decir un cubo de 11 cm por lado, tiene 1.331 cc de volumen y pesa 1,3 kilos.
CONDICIONES FÍSICAS Y BIOSFERA BALANCEADA
A pesar que solemos ver una superficie de agua y materia orgánica descompuesta (lo que conocemos como “tierra”), la composición química del planeta es principalmente óxidos metálicos. Su peso promedio es de 5 gramos por cc, equivalente a 5 veces el peso del agua.
La composición química y la densidad determinan la gravedad. En el caso de la Tierra, la esfera de 12.000 km de diámetro y densidad de 5 gr/cc tiene una gravedad de 9.807 m/s² (fórmula que indica la aceleración con que “caen” los objetos hacia el centro de la esfera).
La gravedad determina la capacidad del planeta para retener una atmósfera y su presión. Si no hay suficiente atracción gravitacional, los gases escapan al espacio, como sucedió en Marte que no tiene casi atmósfera, y habría una presión tan tenue que nuestro cuerpo explotaría. En contraste, Júpiter tiene una gravedad aplastante de 24,79 m/s², que un cuerpo humano no resistiría.
“La vida desarrollada bajo las condiciones existentes en la Tierra tendría serios problemas mudándose a un planeta ligeramente diferente”
La presión afecta el estado del agua: como hemos visto anteriormente, al nivel del mar tenemos 101,3 kilopascales (kPa) o “una atmósfera” de presión, con lo que el agua se congela a 0° C y hierve a 100° C. A menos presión, el agua se evaporaría a menor temperatura, y como sabemos, la vida como la conocemos necesita agua líquida para prosperar.
El rango de presión y temperatura que soporta el cuerpo humano no es muy grande. Hemos visto que el hombre puede escalar el Everest a casi 9.000 m sin llevar oxígeno, y que puede trabajar en minas a más de 1.000 m de profundidad. Pero son condiciones extremas que no podríamos soportar en forma continua.
La presión y el aire respirable que disfrutamos se deben a la gravedad del planeta y la composición química de la atmósfera. Esta es una mezcla de gases de diferente masa: 78% nitrógeno, 21% oxígeno, y el 1% restante una combinación de hidrógeno, helio y otros gases. El CO2 es apenas 0,04% de estos, y sin embargo, un aumento mínimo ya está afectando el clima y poniendo en peligro las condiciones que nos han permitido prosperar.
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EVOLUCIÓN
La vida desarrollada bajo las condiciones existentes en la Tierra tendría serios problemas mudándose a un planeta ligeramente diferente. Nuestra fisiología está adaptada a una gama limitada de presiones y temperaturas, y condiciones generales de luz, humedad, etc., que fluctúan dentro de determinados parámetros bastante estrechos. Esto no sucedió de la noche a la mañana.
Ha tomado más de 4.000 millones de años llegar a donde estamos. La vida que comenzó hace miles de millones de años ha evolucionado con el planeta. Por ejemplo, la vegetación marina y luego la terrestre contribuyeron a crear una atmósfera con oxígeno mientras descomponían el CO2, enfriando el planeta y llegando a un punto de equilibrio de gases y temperaturas que nos dieron un clima benigno.
Sabemos que no contamos con un “Planeta B” de repuesto al que podamos trasladarnos. Ahora que entendemos cómo lo estamos afectando, nos corresponde no descarrilar este equilibrio excepcional, y cuidar de este planeta tan especial y tal vez único, que sostiene la vida acuática y terrestre, nuestra especie, y nuestras civilizaciones.
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