Ha dedicado más de medio siglo a entretener a los niños peruanos de varias generaciones. Muchos de ellos ya son padres e incluso abuelos. Porque Yolanda Piedad Polastri Giribaldi (San Isidro 1950) más conocida como ‘Yola’ en ese recorrido por escenarios pasó de ser animadora infantil a coreógrafa, cantautora, presentadora en la TV y, de mucho bromear y jugar con los niños, acabó de comediante. Si en junio del 2016 lo hizo en el Teatro Canout con su show “44 y tenemos Yola para rato”, en febrero último lo hizo en el Coliseo Dibós con su show “Hola Yola Rocker” con el Grupo Río. Mientras tanto no deja de tomar tres litros de agua diaria, mucha fruta, verdura y pan árabe integral. Dice que, tras 50 años de carrera, se retira.
―Marilyn Monroe dijo una vez “el éxito hace que mucha gente te odie”, ¿eso pasó contigo?
Bueno, considero que tus enemigos en una carrera exitosa, ganadora y triunfadora realmente son los de tu misma profesión. Ven cómo derribarte. Son los más peligrosos.
―¿Y qué pensaste, en esos momentos?
Demostrar que con tu talento, calidad y poder podías derrotarlos. Entre gustos y colores, también los tuve y tengo, y la mayoría reconoció que los hubo y los hay aún. De lo contrario nadie me recordaría como hasta hoy.
"No es cierto que yo no fuera buena con los niños porque al final del programa quería tener más y más niños, trabajar con ellos y así me realicé como libretista. En cada libreto tenía que conocerlos bien, darles amistad para que así brotara su talento"
―Una serie de historias se tejieron alrededor tuyo: que fuera de cámaras no eras buena con los niños o que tuviste una enfermedad terminal.
Ninguna de las dos fue cierta. Primero porque al final del programa quería tener más y más niños, trabajar con ellos y así me realicé como libretista. En cada libreto tenía que conocerlos bien, darles amistad para que así brotara su talento. Viajábamos mucho, convivía mucho con ellos antes y después del programa y exigía.
―¿Y lo de la enfermedad?
Sí. Tenía una anemia severa y a los siete años fui desahuciada. No era leucemia ni me cambiaba de sangre y sí por otra cosa. Hasta se dijo que iba a perder un ojo y fue cierto porque entró un microbio y hubo que darme un tratamiento especial.
―¿En cuánto ha cambiado el pequeño que cantaba ‘Los Niños y su Mundo’ que te veía a ti, al Tío Johnny, Ultrasiete y Goldar, con el que ahora ni siquiera ve TV porque está pegado a un celular, tablet o un smartphone?
Esto último es importante (tablet y smartphone). Internet también, pero con un niño controlado por sus mayores porque con un botón puede abrir puertas de lo que todavía no le toca ver por edad. Habla menos con sus padres que trabajan, que consultan y así el papá pasa a ser el señor Google.
―¿Crees que los niños de hoy son más inteligentes que los de ayer?
El hombre es inteligente toda la vida. El niño de hoy puede tener más confianza, depende de la educación que reciba de sus padres y profesores. Por ahí el niño gritón recibe todo del padre que trabaja y el que no tiene que siga jugando con su imaginación y fantasía, que de una piedra hace un caballo y de una lata, una bicicleta.
―Eso no se cumple…
Claro. La mayoría de nuestro pueblo no hace eso. Ahí debe estar, entonces, el papel del Gobierno que debe buscar a los niños prodigios y sin recursos. El nivel intelectual nace por igual en el pobre y en el rico.
"Soy muy autocrítica, cuando veo algo en la TV lo primero que me fijo es qué está mal elaborado y lo veo hasta siete veces y termino diciendo ‘bueno, ya está bien’"
―Se dice que eras y sigues siendo perfeccionista, ¿así te mantienes vigente?
Sí. Eso no se va nunca. Y tengo un ojo clínico porque soy muy autocrítica, cuando veo algo en la TV lo primero que me fijo es qué está mal elaborado. Y lo veo hasta siete veces y termino diciendo ‘bueno, ya está bien’. Hay que ser perfeccionista para dar y ganar.
―Yola ¿qué debería tener hoy un programa infantil?
Primero que haya realmente un programa infantil. No hay uno solo en todo el país. Si pasan uno sería viejo y si hay un niño en la TV lo llevan como si hubieran traído una exposición del Parque de las Leyendas. Una monería y, de ahí, ¿qué? Aplausos. Uno ganó, el otro lloró y perdió y todos a sus casas. Talleres aquí no hay ni espacios para niños.
―¿Crees que a través de tus programas fuiste una educadora desde la TV hacia los hogares?
Claro. Mi programa era recrear y educar a la vez como objetivo principal. Cuando ingreso a dirigir había 36 profesores que puso Nancy Soto en ‘El Mundo de los Niños’. Era un programa demasiado didáctico; cada uno con su frecuencia.
―¿Algunos de tus programas han sido superados por los que siguieron años después?
No en el objetivo porque ‘El Mundo de los Niños’, por ejemplo, se le da vuelta porque la señora deja de hacerlo y el canal me da ese encargo y les rogué que no le pusieran Yola Polastry, aunque hoy todo el mundo se muere en poner su nombre.
―Has sido muy crítica con las conductoras de programas infantiles posteriores al tuyo, ¿no les reconoces nada? ¿No le ves ningún mérito al éxito continental de ‘Nubeluz’?
No, no, no. ‘Nubeluz’ era un programa de juegos y concursos. Nunca hablé mal pero sí era de mi competencia. Lo mío iba por el lado educativo. Los juegos de la competencia a la hora que los veías podrían ser peligrosos; que el agua de la piscina no era higiénica, que los pescaditos de la pecera no tenían el cuidado y mantenimiento debido, etc...
―¿Tanto así?
Claro. En realidad ‘Nubeluz’ tuvo mucho éxito, fue de muchos productores, de gran inversión y en contra de Yola.
―¿Como para derribarte?
Así es. Tenían solo un estudio para ellas y tenía que compartir. Trabajar a lo último en la esquina. Tuvo un final desagradable porque en nuestra historia no conocemos a una animadora infantil (la ‘dalina’ Mónica Santa María) que acabó quitándose la vida. Está, sí, en nuestro recuerdo.
―Vienes de trabajar en matrimonios y te contratan para que animes sus fiestas...
Trabajaba para show infantiles y también mi fuerte es para personas de 20, 30 y 40 años que ayer fueron mis niños y son los papás de mis niños de hoy. Entonces fui creciendo. ¿Quién iba a decir que a esas alturas Yola sale de noche, de madrugada y bailo con todos? (risas).
―¿Por qué no volviste a la TV? ¿No te querían? ¿No quisiste?
Yo me fui del Canal 4 en 1994. Por mi propia cuenta. En realidad la TV cambia.
―¿En qué sentido?
Degenera para mal. Trabajaba no solo los noticieros sino también los programas que llegaron a un punto de horror. Las cámaras sin autorización se metían a los dormitorios haciendo ver lo que la gente nunca había visto, enterarte de dimes y diretes y eso en mí tuvo su final porque llegó un momento en que ya nada te interesa.
―¿Consideras que tus canciones fueron clásicos de la música infantil de esas épocas?
Mira, no siendo todas peruanas, la primera que conozco fue ‘La gallina turuleca’ y así, buscando temas, me fui a Argentina y otros países y en todos preguntaba por canciones y en todos escuchaba ‘La gallina turuleca’. Lo que a mi oído le gustaba, lo adaptábamos acá.
―¿Por qué no te casaste nunca? ¿Fue una decisión personal o la vida decidió por ti’?
Tu pregunta me encanta. La vida lo decidió por mí. Fui una mujer que no pensó en el matrimonio primero, menos en los hijos. Soñaba con hacer dinero, no sabía qué me gustaba e hice todas las cosas juntas. Es cuando entro a la TV a bailar de sicodélica y ahí me di cuenta lo que tenía que hacer. No había universidad y me decían ‘quédate acá, luego del noticiero te pones a ensayar y eso hice’.
―¿Por qué, finalmente, ha pasado tanto tiempo y la televisión no te contrata?
La respuesta la daría la propia televisión. Hoy me interesa hacer mis cásting para los niños que con 20, 30 y 40 años quisieron ser burbujitas y no pudieron ser. Será una segunda oportunidad. Estoy alejada de la TV de donde me fui por propia voluntad y la verdad que, así como está, mejor sigo trabajando por mi cuenta aunque sea de madrugada.
―¿Tu enorme éxito aseguró, de algún modo, tu futuro económico?
No tanto porque lo que más ganaba lo hacía en la calle que en el propio canal. Con eso, con mi dinero, hacía mejores programas. En la TV había sueldos bajos que salían de los presupuestos y era la época de los ‘top show’. Afuera de los ‘sets’ se ganaba ocho veces más. Y en eso estoy.