Valery Zevallos nació en Arequipa y fue ‘trapera’ desde niña. Su primer contacto con el diseño de moda surgió cuando empezó a personalizar las prendas de su clóset –las cortaba, amarraba y les pegaba mostacillas- y, cuando se alió a la costurera de confianza de su mamá, llamada Marcia: “A ella le llevé mis primeros diseños de blusas, ella las volvió realidad”.
Sin embargo, cuando terminó el colegio en el año 2007 tuvo que separarse de su pasión. Ella les comentó a sus papás que quería estudiar Diseño de Modas y obtuvo como respuesta ‘que no había forma, que era una locura’. ¿La razón? Se trataba de una carrera que se estudiaba en Institutos, y en ese entonces estar en una Universidad aún cobraba más relevancia.
Fue así que Valery empezó a buscar carreras afines y descubrió la Ingeniera Textil. Como en la universidad no había esa opción, terminó –como por accidente- en Ingeniería Industrial. Duró solo un año. Cambió de carrera y esta vez eligió Administración de Negocios. Se quedó en ella solo dos años y medio hasta que decidió lucharla por lo que realmente quería: la moda. “Tuve que afrontar a mis papás. Tomar la decisión de abandonar una carrera por segunda vez y dejar Arequipa para estudiar Diseño de Modas en Lima con mis ahorros”, comenta mientras parece volver por un momento al pasado.
Ya en Lima, su objetivo era el siguiente: estudiar diseño y a la par potenciar su marca de ropa a la que bautizó como Estrafalario. Valery llegó con ganas de comerse el mundo. Sin embargo, no todo fue tan fácil: le robaron telas en Gamarra, una colección salió mal confeccionada y perdió dinero; varios institutos no aceptaron su solicitud de beca, que necesitaba para costear la carrera por sus propios medios. A pesar de ello su optimismo siguió firme.
SALIR DE LA ESFERA
En el 2013 empezó a estudiar en Diseño de Modas en el Instituto CEAM. El glamour, las pasarelas y las piezas de vitrina la tenían maravillada. Fue en noviembre del 2015, último año de su carrera, que todo cambió de rumbo. Valery fue elegida junto con un grupo de alumnos para participar en la COP21 (Conferencia sobre el Cambio Climático) de París diseñando un vestido bajo la premisa de Energía Cero.
“El concurso de la COP21 me sirvió para enterarme todo lo que había detrás del telón: la explotación laboral, la utilización de químicos, la contaminación de ríos, la producción desmedida de algodón y el uso de pesticidas, entre otras cosas más. Me sentí ignorante. Era una industria que amaba y no estaba enterada de las dos caras. Fue en ese momento que decidí volverme un agente de cambio”, cuenta decidida.
Valery Zevallos empezó sumergirse en el mundo de la moda sostenible y descubrió los lineamientos que quería seguir para el relanzamiento de su marca. En diciembre del 2016, Estrafalario volvió a salir a la luz, pero esta vez de manera consciente con el planeta y la sociedad.
“Tenía claro que no iba a ser de la noche a la mañana. No es cuestión de dar un giro y volver a la marca sostenible (...) Estrafalario camina cada día a ser más consciente”, afirma. Actualmente, la marca trabaja con materiales orgánicos, telas deadstock (saldos que deja la industria textil) y fibras de econyl (materia reciclada del plástico que contamina el mar). Además, impulsa el comercio justo y la ética laboral, dignificando a cada uno de los implicados en su proceso productivo; y sumando más lineamientos de moda sostenible.
Para entender un poco más, la Asociación de Moda Sostenible del Perú (ASMP), define como moda sostenible a todos aquellos productos rentables que buscan crear una armonía productiva con el ambiente y las personas durante todo su ciclo de vida. Sus tres pilares son: ambiental, laboral y social. El primero, promueve un proceso más justo y menos dañino en la pirámide de producción de la industria textil para con el planeta. En lo laboral, impulsa el pago justo a los trabajadores y la construcción de ambientes laborales aptos para el desarrollo de la producción textil. Para finalizar, el pilar social se sustenta en el apoyo a comunidades vulnerables, el empoderamiento y la recuperación del arte ancestral de nuestra cultura.
MIRADA SOCIAL
Valery Zevallos sabe que no existen límites con el impacto que puede tener su marca en la sociedad. Por ello, sumó a Estrafalario un programa de empleabilidad y empoderamiento femenino. Esto empezó en el año 2017, con un grupo de seis mujeres del Penal Anexo de Chorrillos. Hoy, son 16 internas en el programa. Ellas son capacitadas y forman parte del proceso productivo de Estrafalario. También, impulsan el desarrollo de sus habilidades para que en un futuro puedan reinsertarse a la sociedad y valerse por sí mismas.
“Lo más lindo es que ellas se sienten parte de la marca. A través de ella muchas personas reconocen su esfuerzo. Sus familias han vuelto a establecer lazos, les hablan de su trabajo, recuperan esa admiración perdida”, rescata Valery.
Un año después, en mayo del 2018, Valery buscó cerrar el círculo, llevando el programa a las madres jóvenes del INABIF. “Nos enfocamos en mujeres jóvenes que estuvieran expuestas y más vulnerables a vivir situaciones similares a las de las internas. Con ellas, adolescentes de entre 13 y 18 años que son madres, trabajamos capacitaciones de empoderamiento y desarrollo de habilidades blandas, pues más allá del proceso productivo necesitamos devolverles la fuerza y el optimismo”. Con él, logró formar parte de los diez finalistas del Premio Kunan 2018. Plataforma peruana de emprendimiento socio ambiental.
La apuesta de Valery no ha sido sencilla. Pero está calando fuerte en una sociedad donde el consumo es religión. Y así como la marca ha impactado en la gente, también lo ha hecho en su vida personal: “Estrafalario me ha permitido ser una mujer fuerte. Que lucha por sus principios e ideales. Me ha dado la oportunidad de conocer a mujeres increíbles, empoderarlas y crear una comunidad de lucha y fortaleza”. Hoy, Estrafalario cuenta con un módulo de venta en la Zona barrio del Jockey Plaza; además de formar parte de tiendas como LIMA Sustainable Concept Store y Vernácula.
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