Para Daniela Obando, las fiestas de fin de año tuvieron a una gran ausente en casa: Dakota. La perrita, que era una integrante más de su familia, falleció el 5 de diciembre a causa de un mastocitoma que se agravó por un cuadro de ehrlichia del que jamás se pudo recuperar.
Y es que, antes de ser adoptada, Dakota fue rescatada en Chorrillos: un grupo de voluntarios la encontró casi ciega, desnutrida y con varios cortes en el cuerpo. Fruto de sus primeros años en las calles, contrajo ehrlichia, una enfermedad infecciosa que se transmite por pulgas o garrapatas, y que puede ocasionar la muerte si no es tratada a tiempo.
“A elle le diagnosticaron ehrlichia, lo más probable es que la adquiriera antes de llegar al albergue, pero nos dimos cuenta por síntomas que se presentaron después de la adopción: fiebre, petequias en el estómago y decaimiento”, explica Daniela.
Felizmente, Dakota se sobrepuso gracias a un tratamiento y pudo compartir sus últimos años de vida junto a la familia Obando Villagarcía, quienes la trataron como una reina desde el primer día que llegó a casa.
“Ella almorzaba junto a nosotros. Dormía conmigo, pero si yo le daba calor, iba al cuarto de mis papás. Tenía un sentido de pertenencia familiar muy marcado: cuando salíamos de casa, esperaba que todos bajemos las escaleras y recién después ella bajaba”, cuenta.
Una nueva oportunidad
Después de perder a su querido ‘Chichito’, el perro que la acompañó por casi 15 años, Daniela estaba lista para adoptar a una mascota en el 2015 y así llegó a WUF.
“Ni bien se lanzó la web, ingresé. Me atrajo la idea de una plataforma específica para adoptar que tuviera tantos detalles sobre la mascota: el nivel de actividad que necesitaba, su edad, el tamaño de su pelaje y cuánto tiempo podían estar sola”, dice.
Así encontró a Dakota. La perrita tenía todos los requisitos que la familia estaba buscando: no era muy grande y se encontraba en sus primeros meses de vida. Hoy la veterinaria recuerda esos detalles como una anécdota, ya que su hija de ‘cuatro patas’ tenía más edad de la que realmente aparentaba.
“En teoría tenía 5 meses, pero luego vi sus dientes y me di cuenta que tenía 5 años. Era una perrita adulta, pero parecía cachorra por su carácter y su carita. Enterarnos de eso nos dio más alegría porque le estábamos dando una nueva oportunidad de vida en la adultez”, confiesa.
Al inicio, a la pequeña le costó adaptarse y confiar en sus nuevos dueños, pero al poco tiempo se convirtió en una más del clan y hasta se subía a cualquier cama para buscar cariño.
“Cuando llegó a casa le tenía miedo a todo, pero con el pasar de las semanas fue acostumbrándose a nosotros y a los perros del parque. Creo que sufrió muchísimo en las calles porque su nariz era un poco deforme como si alguien la hubiera golpeado”.
Para Daniela, adoptar en sí es un acto de amor, pero debe venir de la mano con muchísima paciencia. “Un perrito adoptado es una máquina de dar amor, pero algunos pueden venir con traumas del pasado. Es importante darles tiempo y ayudarlos a superar esos temores”, recalca la veterinaria.
Más allá de los momentos difíciles que han tenido que afrontar al despedirse de su mascota, lo vivido junto a Dakota es muy especial para la familia Obando Villagarcía, quienes tienen muy presente el recuerdo de su engreída.
“El día que falleció, había un montón de mariposas blancas al lado de la clínica veterinaria. Ahora cada cierto tiempo vemos mariposas blancas en varios lugares de Lima. Sabemos que es ella, diciéndonos que está bien y que algún día nos volveremos a encontrar”.
¡Tú también puedes darle una nueva oportunidad de vida a una mascota! Ingresa a www.wuf.pe/adopta y encuentra a tu amigo de ‘cuatro patas’.